LA VICTORIA TALIBÁN Y EL COLAPSO DEL MUNDO MODERNO


 

El 30 de agosto de este año 2021, las últimas tropas militares estadounidenses abandonaron Afganistán definitivamente, poniendo fin a 20 años de guerra ininterrumpida. Resultando la guerra perdida más larga, costosa y desastrosa que Estados Unidos de Norteamérica libró en su historia imperialista de intervencionismos militares en todo el mundo; y en contraste: la victoria espectacular del movimiento islámico-yihadista Talibán, que en semanas se apoderó de las principales ciudades provinciales del país sin encontrar casi resistencia y tomando la capital Kabul en un solo día sin derramamiento de sangre. La mencionada guerra, se inició el 7 de octubre de 2001, cuando el ex­ mandatario estadounidense George W. Bush y sus aliados británicos, decidieron invadir Afganistán en represalia por los ataques aéreos-kamikazes llevados a cabo por Al Qaeda (organización islámica yihadista transnacional) sobre las Torres Gemelas (World Trade Center) de Nueva York; dichos atentados terroristas, llevados a cabo en represalia contra las políticas intervencionistas de Estados Unidos en detrimento de los países islámicos de Oriente Medio; y a la par también, contra el apoyo estadounidense incondicional a Israel (Sionismo) en desmedro de las poblaciones musulmanas de Palestina. Consecuentemente, los objetivos de la invasión militar norteamericana era derrocar y eliminar a los talibanes de Afganistán, como también aniquilar a los militantes de Al Qaeda que se encontraban arraigados en dicho país; pero que tras veinte años de guerra: no pudieron eliminar a los talibanes ni erradicar a Al Qaeda de la región; por lo cual también, el resultado de esta guerra significa una victoria del grupo islámico Al Qaeda sobre los EE.UU.

Cabe resaltar que Estados Unidos invadió Afganistán con una Coalición de más de 40 países, y que en contraste el movimiento Talibán no contaba con ningún aliado internacional, donde el mismo gobierno de Pakistán se alineó con Estados Unidos para la invasión; por lo cual los talibanes libraron esta guerra solos, donde también el vecino país de Irán (con Qasen Soleimani) cooperó con Estados Unidos para derrocar al régimen talibán de fines de la década de los noventa. Esto da a manifestar el gran espíritu heroico de los Muyahidines, que en la década de los ochenta vencieron a la misma Unión Soviética, resistiendo y confrontando la enorme superioridad bélica y material de dicha superpotencia materialista-comunista. Y que en este año 2021, los muyahidines talibanes derrotaron a la otra superpotencia materialista-capitalista: los EE.UU. Demostrando que el Espíritu vence a la Materia, y que el solo espíritu humano -orientado en lo sobrehumano, suprahumano y metafísico- puede atravesar y vencer superestructuras artificiales-materialistas colosales, constituyendo una auténtica «Metafísica de la Guerra». En donde, la gran prueba, de lo expresado; es que los combatientes yihadistas afganos-pakistaníes, fueron bombardeados aéreamente por veinte años ininterrumpidos; donde EE.UU. también utilizaba drones aéreos para liquidar selectivamente a líderes talibanes y de Al Qaeda, como también bombardearon indiscriminadamente a la población civil local por entretenimiento y diversión, dando a conocer la mentalidad infantil del norteamericano useño. Aun así, la tenacidad, firmeza y resistencia de los combatientes islámicos (como también de la población local religiosa), hicieron que prevalecieran con paciencia y determinación en su guerra santa; y así lograr la victoria sobre los dos imperialismos modernos gemelos: la ex-URSS y los EE.UU. La extinta Unión Soviética se disolvió por la perdida guerra afgana de la década de los ochenta, ahora esperemos que Estados Unidos tenga un similar destino en esta segunda mitad del siglo XXI.

Asimismo, se ha presenciado en el movimiento Talibán, el concepto de «Cabalgar el Tigre», en donde los talibanes utilizaron la tecnología moderna occidental del enemigo para beneficio a su gran causa (de Yihad) contra el enemigo profano (“el Gran Satán”); y también es notorio en los combatientes muyahidines, la predisposición de entrega y sacrificio de la propia vida a favor de una gran causa metafísica divina-espiritual que es Dios (y por su Ley Sagrada absoluta y eterna). Predisposición suprasensible heroica, que también existía en los occidentales de antaño; pero que, con el advenimiento y consolidación de las democracias, el estado de “bienestar” burgués, el confort posmoderno, el consumismo desaforado, el individualismo y colectivismo extremos etcétera; hicieron que el hombre occidental pierda su disposición de lucha y sacrificio por una gran causa trascendental que trascienda la mera existencia física y finita humana. Antes, los occidentales modernos para el advenimiento y consolidación de su concepción del mundo (el Mundo Moderno), lucharon y murieron también por sus ideales falsos y nefastos de democracia, liberalismo, nacionalismo, socialismo etcétera; donde efectivamente los modernos sacrificaron sus vidas por esas falaces y artificiales ideologías modernas, propiciando fatalmente la instauración de estas ideologías modernas sobre la tierra. En contraste, los combatientes muyahidines de estos tiempos, pelearon (y siguen peleando) por una concepción-dimensión espiritual de lo Alto, que debe ser instaurada en la tierra por el bien y armonía de la humanidad.

Justamente, el extinto régimen afgano de Ashraf Ghani colapsó en una semana ante la ofensiva relámpago Talibán, huyendo del país el aludido expresidente títere con 169 millones de dólares. Un régimen de desgobierno artificial, espurio, inorgánico, corrupto que impusieron en Afganistán los invasores de la OTAN y de EUA. Imponiendo todas esas farsas del parlamentarismo, feminismo, elecciones democráticas, derechos humanos, multiculturalismo postmoderno, seudo nacionalismo republicano espurio que son puras patrañas que importan e imponen en bloque las degeneradas democracias occidentales. Que en efecto, significando el fracaso rotundo de dicha republiqueta afgana -que Estados Unidos armó e implementó- derrumbándose en días ante la ofensiva de una verdadera fuerza tradicional religiosa con esencia y fundamento (el fundamentalismo islámico).

Conviene destacar, la importancia de que en estos tiempos postmodernos que corren, un movimiento tradicional religioso en esencia, el Emirato Islámico de Afganistán: triunfó y se estableció por primera vez, desde que los Estados e Imperios tradicionales (como lo fue el Imperio Otomano) que aún subsistían en los primeros años del siglo XX, terminaron colapsando y desapareciendo (por las fuerzas subversivas antitradicionales que consolidaron el Mundo Moderno en todo el planeta) tras el fin de la Primera Guerra Mundial. En una Edad (desde el fin de la Primera Guerra Mundial), en donde los horizontes, las tendencias e inclinaciones de la humanidad, se basaban (y aún se basan, aunque de manera distinta superficialmente) en la consecución y triunfo del pensamiento moderno que son el capitalismo liberal, el comunismo marxista y la ideología de género progresista etcétera. Como si estos fueran los únicos caminos y destinos a seguir, y no existieran otros senderos completamente diferentes y alternativos al de un destino meramente económico y material propio de nuestra civilización postmoderna. Pero en contraste, el movimiento fundamentalista Talibán que por la «Vía de la Acción» ha demostrado que tanto el hombre y una comunidad, si pueden (y deben) seguir senderos orientados en un sentido espiritual y trascendente que esté por encima de lo meramente humano y económico.





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Ante todo, la Guerra de Afganistán (2001-2021) inició y se desarrolló en la primera década del siglo XXI, en donde nacieron las generaciones de los años 2000 y 2001 para adelante, y las generaciones que nacieron en la década de los noventa, que vieron las noticias e informaciones de los atentados sobre las Torres Gemelas, la invasión a Afganistán y posteriormente la invasión a Irak. Que de alguna manera, estos acontecimientos históricos marcaron a dichas generaciones de fines del siglo XX y principios de este siglo. En una época, en donde las informaciones, las telecomunicaciones audiovisuales, el internet empezaban a difundirse y extenderse a una velocidad instantánea globalizada. Que, por lo tanto, dichas guerras de principios de siglo, fueron velozmente cubiertas e informadas de manera inmediata a tiempo real hacia toda la opinión pública mundial (dependiendo a quienes, más o menos, les interesaba lo que ocurría en Medio Oriente). A la par, también necesariamente resaltar, que en el transcurso exacerbado de la postmodernidad juvenil (de fines del siglo pasado y principios de este siglo), dichas nuevas generaciones occidentales (por occidentales, también referirnos a los asiáticos orientales, que se han alienado al extremo, con la seudo cultura del mundo moderno occidental) más están inmersas y se entregan a la drogadicción, a la ludopatía, al consumismo frenético desaforado, a la pornografía, a la promiscuidad sexual temprana, a desviaciones infrasexuales y ha adicciones de toda índole, y a la alienación hacia modas postmodernas juveniles cada vez más sórdidas, absurdas e irrisorias: y muchos más trastornos y autodestrucciones psíquicas y mentales de esta seudo juventud, cada vez más degradada, enferma y degenerada, que ha sobrepasado todo límite natural y normal (normal en el verdadero sentido de la palabra).

Y también hacer hincapié, de cómo la prensa nacional e internacional y los medios de comunicación masivos informaban (y desinformaban a la vez) a las juventudes postmodernas sobre la superioridad armamentística-bélica descomunal de los EE.UU. contra los talibanes y los fundamentalistas islámicos. Exaltando el supremacismo yanqui y poniendo una confianza ciega y errónea hacia la tecnología materialista artificial. Pues las guerras desplegadas por la (in)civilización postmoderna contra el fundamentalismo islámico, resultaron primero en victorias pírricas que desembocaron luego en derrotas colosales. Que, como se ha visto explícitamente en esta guerra última de Afganistán, el movimiento Talibán ganó contundentemente dicha guerra que tuvo dos décadas enteras de duración.

Por otra parte, esta guerra de Afganistán ha finalizado en plena pandemia mundial del nuevo coronavirus, donde en los mismos Estados Unidos dicha pandemia ha causado más de 650,000 muertos, mucho más que las víctimas de los bombardeos aéreos indiscriminados y las masacres, que el mencionado país dirigió contra las poblaciones locales de Afganistán, Irak, Siria, Yemen (Sudán, Somalia y varios países africanos) para eliminar a los yihadistas insurgentes. Y que también al mismo tiempo, en todo el mundo se están registrando desastres ecológicos de grandes proporciones como incendios forestales masivos (como los que se dan frecuentemente en California), climas extremos de frío y calor, sequías interminables, temporales de lluvias torrenciales destructivos, terremotos frecuentes, huracanes (que se generan constantemente) que impactan mayormente en las costas de Norteamérica, etcétera. Que evidencian, que el “cambio climático” de cataclismos ambientales está golpeando fuertemente al mundo moderno; y que por lo visto, se avecinan mayores destrucciones y catástrofes climáticas ecológicas de toda índole, que van a golpear más destructivamente a esta humanidad cada vez más descarriada y decadente. Que como es notoriamente visto, lo mencionado revela “las señales de nuestros tiempos”, que se dan sorprendentemente ya en estas primeras décadas de este siglo XXI.

Por consiguiente, el colapso del mundo postmoderno, la descomposición, el declive y el desmoronamiento de la civilización occidental postmoderna, es algo que está dado por hecho; y que la gran anomalía que representa (y es) Estados Unidos de Norteamérica… está llegando a su disolución y autodestrucción que son cada vez más extremas con el devenir de estos tiempos tan oscuros y agitados que corren hacia un destino que va a superar inclusive lo “apocalíptico”. Y que en efecto, esto también arrastra a las otras potencias gemelas materialistas que son Rusia y China… arrastradas a la disolución final definitiva del «Mundo Moderno» tal como lo conocemos.





Juan Carlos Casalino Antezana

5 de Septiembre del 2021