El Reino de la Cantidad… humana.
La humanidad está a punto de llegar a los 8,000 millones de habitantes. Antes de que termine el año se habrá alcanzado esa asombrosa cifra, nada halagüeña. Para poner la cifra en contexto, el Siglo XX inició con 1,500 millones de habitantes y concluyó con 6,000 millones, y eso a pesar de que en ese siglo, hubo mas guerras que en cualquier otro de la historia, dos mundiales incluidas, y una epidemia mortal de influenza que causó mas muertes que la I GM. No ha concluido el 1er cuarto del S XXI y el crecimiento poblacional es respecto a 1901, mayor a 5 veces.
En ese tiempo, los últimos 120 años, de la mano de ese crecimiento masivo de población, se ha dado también un empobrecimiento espiritual igual de asombroso. El ser humano se ha distinguido, penosamente, en hacerle mas daño a la Tierra en estos 120 años, que en los anteriores 5,000 años, desde cosas tan obvias como la basura no reciclable hasta el desarrollo y uso de armas atómicas, por solo mencionar dos extremos, de una muy extensa lista de daños al planeta.
Sin embargo, eso no es ni la sombra de lo que ha perdido la humanidad. Ha perdido todo sentido y referencia de lo que significa ser humano verdaderamente, al punto de que, como dice la canción, “.. la vida no vale nada”, y agregaríamos, porque no le significa nada mas allá de perseguir la satisfaccción de necesidades, instintos y toda clase de impulsos del momento, como si fuera lo único que importa.
El Hombre Tradicional se caracterizaba por contar con un sentido de identidad en su interior, y el mundo exterior era el campo donde expresaba ese proceso de realización espiritual. El individuo postmoderno tiene todo su sentido de identidad fuera de el, depende de todo tipo de muletas para sostenerse, pues en su interior no hay nada, se quedó vacío, o casi, y por eso es como una hoja seca al viento, a merced de ser dominado y reducido a simples impulsos que se agotan en si mismos.
Uso y tráfico de drogas, tráfico de personas, armas, abortos, violencia sin sentido ni justificación alguna, trabajar sin cesar para tener dinero, espectáculos masivos para individuos amorfos, en una frase, ser esclavos de toda clase de apetitos fugaces que no hacen mas que degradar progresivamente el alma humana, es la meta de la inmensa mayoría de la gente, por unas u otras motivaciones, pero siempre con un denominador común: no hay nada <<superior>> en el horizonte que se quiera alcanzar, o peor aun, que se sepa que se puede alcanzar, todo carece de significado ni verdadero, ni permanente, nada está ligado a Principios ni Valores. Nada está vinculado con la Verdad, la Bondad ni la Belleza, sino todo lo opuesto.
Y en esta realidad de decadencia espiritual extrema, donde muchos encuentran en el sufrimiento ajeno, un significado de realización retorcido, se está librando una guerra mundial económica entre los integrantes de la OTAN contra Rusia, y probablemente contra China en breve (¿por Taiwán?), y un conflicto armado, por ahora, en Ucrania. ¿Qué tan promisorio puede ser eso? Una humanidad que encuentra emoción al ver morir/sufrir a otros, como si de un videojuego se tratara, porque a eso se reducen sus vidas, ver y experimentarlo casi todo a través de una pantalla de manera impersonal y desconectada de la realidad. Es el reino de la cantidad amorfa.
Este conflicto, por ahora, mayormente en lo económico entre los mas “distinguidos” países de la postmodernidad, EEUU y Rusia, parece, al menos en parte, resultado del desgaste que ambos tuvieron al enfrentarse en la Guerra de Civilizaciones al Islam fundamentalista, que si bien no ha terminado, parece estar en un segundo plano.
Una potencia que no se quiere ir, EEUU, otra que quiere regresar, Rusia, y una que quiere su propio lugar, China, y como dicen algunos, la cobija no alcanza para todos. Era una gran oportunidad para Europa, y para Ucrania, mostrar o demostrar que podían ver un poco mas lejos de este sistema decadente y corrosivo que representan estos 3 países, es decir, no se trataba de elegir entre los “malos” y los “peores”, sino de buscar una alternativa válida. No decimos que tradicional, porque ya estamos muy lejos de eso, pero con el ejemplo de la guerra de civilizaciones y la pandemia, ¿no era suficiente para darse cuenta de que hay que cambiar? Pero Europa está tan muerta como civilización que sólo le interesa conservar su nivel de vida y comodidades.
Hispanoamérica tampoco está actuando a la altura. Podría aprovechar este conflicto para abrirse algunas oportunidades, algo de espacio de maniobra propia, y no estar tan maniatada a las potencias anglosajonas, pero hasta ahora, nuestros gobiernos en extremo incompetentes y/o corruptos solo actúan de forma tibia, sin arriesgarse ni comprometerse, poniendo la demagogia y el populismo por delante, y nos seguimos hundiendo desde México hasta Argentina en la mediocridad mas absoluta.
Y aquí no se trata de ser pesimistas u optimistas, que son solo posturas emocionales sin mayor fundamento una u otra, se trata de entender el poco, casi nulo valor que le da la humanidad actual a la existencia, porque no le encuentra ningún sentido de realización más allá de lo material y sensitivo, pero quizás encuentre muy emocionante autodestruirse en una ráfaga de pasiones sin sentido alguno. Cantidades al por mayor de todo, pero nada de cualidades, es el tiempo actual.
Si acaso, esta humanidad quiere superar esta etapa límite de decadencia, tiene que reaccionar ya, y tiene que hacerlo tomando distancia del materialismo sin sentido que la domina por completo y dándose cuenta de que el “éxito”, para usar un término muy recurrente, está en ser un mejor ser humano hoy que ayer, y mañana mejor que hoy, atendiendo principalmente a su espíritu y su alma, no solo en el cuerpo y lo que a este le rodea.
Recordamos una frase de Johann W. Goethe, que decía: “si has perdido dinero, nada se ha perdido; si has perdido el honor, algo se ha perdido; pero si has perdido el interés de Vivir (aclaramos que entendido en sentido superior), entonces has perdido algo muy importante”.
Francisco Galarza
Junio de 2022