LA GRIETA HOMOSEXUAL



Embajada de EEUU en el Vaticano exhibiendo bandera gay.


Está claro que EEUU es la patria del orgullo homosexual y por lo tanto del capitalismo, régimen caracterizado por denigrar la esfera del hombre hasta la dimensión de lo material y bestial. Y a tal respecto digamos que el homosexual es un vencido, es decir alguien que no ha logrado, a través del proceso de sexuación que comienza con el feto y se desarrolla luego durante la existencia, hacer primar en sí su naturaleza propia, es decir aquel sexo que ha elegido desde antes de nacer desviándose del sendero que le corresponde de acuerdo a su decisión trascendental. Tenemos así una promoción de hombres que no son tales pues han perdido su naturaleza viril y mujeres que han dejado de serlo en tanto que, habiendo quedado sin la brújula de orientación, desencadenan todas sus energías propias hacia un rumbo contrario a su naturaleza. Se produce así un proceso de reciprocidad por el que se desarticulan los dos polos de la espiritualidad que son el acto y la potencia. La secuela de ello resulta beneficiosa para el sistema capitalista para el cual, en tanto la economía es el destino del hombre, se necesita de un sujeto uniforme, indiferenciado, sin carácter propio y por lo tanto pasible de todas las sugestiones del consumo infinito al que lo somete la propaganda con la intención de vender y hacer dinero. Se ha constituido así un sujeto que, en tanto se ha desviado de su fin propio, por contraste y para llenar tal vacío se ha volcado en forma patológica y obsesiva hacia el hedonismo, fuente y motor esencial de la anomalía capitalista. Para que tal sistema exista y prospere en el planeta deben ser muchos o todos los humanos homosexuales o aun los unisexuales o bisexuales e infinitos géneros más, es decir personas volcadas hacia el sexo como fuente inagotable de placeres y por lo tanto de consumos infinitos e incalculables. Es por eso que hoy en día en todas las embajadas jonies del planeta, junto a la bandera de tal país, ondea la homosexual como un signo de la victoria capitalista en un mundo del dinero. Pero el fenómeno es ya universal y va más allá de lo que se conoce como grieta. En nuestro medio tanto el kirchnerismo, que fomenta el lenguaje inclusivo y la ideología de género, como el macrismo que dice combatirla promueven igualmente tal femómeno beneficioso para la modernidad respecto de la cual representan las dos tendencias, la amarilla y la fucsia. Lo dijo en nuestro medio también el sr. Macri cuando fue intendente de Buenos Aires y constituyó tal ciudad en la primera en legalizar el matrimonio gay, aun sin por ello incurrir en un lenguaje inclusivo: tal comunidad es sumamente dispendiosa y un beneficio para nuestra economía.