LA GUERRA DE RUSIA CONTRA UCRANIA, O DE STALIN A PUTIN,

Según su ideólogo Dugin



Para aquellos que aun dudan de que la actual Rusia de Putin sea la continuidad de la antigua URSS de Lenin y Stalin y por lo tanto del comunismo no consumado, recomendamos la lectura de uno de los últimos textos del Sr. Dugin titulado Ucrania como campo del Armagedon. Prestamos atención especial a este ideólogo, del cual hemos hablado ya en varias oportunidades, debido a una circunstancia esencial. Y es que, a diferencia de su predecesor, el ex seminarista Stalin, el Sr. Putin, un tosco ex agente de la KGB, nunca escribe textos por los cuales fundamente su praxis política, sino que acude habitualmente a distintos ideólogos y entre éstos es reconocido por todos como el principal, el aludido Sr. Dugin, por lo cual ésta es la única razón por la cual nos ocupamos asiduamente de él.


a) Antecedente leninista del euroasianismo del Sr. Putin


El Sr. Putin, siempre a través de su ideólogo Dugin cuyo texto aquí comentamos, reputa que la historia universal es una lucha incesante entre dos polos dialécticos antitéticos, por un lado la Tradición y por otro la Modernidad, postura ésta que a primera vista lo emparentaría con el pensamiento tradicional de Evola y Guénon. Sin embargo se trata aquí de una verdadera y propia distorsión al servicio de unos intereses espúreos de los que hablaremos. Si bien es cierto que según tales autores la Tradición es la forma de civilización que pone el acento en valores espirituales subordinando así lo que es simple vida a lo que es más que ella, y la Modernidad en cambio la que lo pone en valores puramente vitales y materiales, de ninguna manera ésta se encuentra en su acontecer subordinada a algún tipo de entidad temporal, llámese ésta raza, etnía, grupo social o económico o espacio geográfico como en cambio sostiene en este caso su mentor el Sr. Dugin para el cual dicha antítesis esencial se identifica con otra que se expresa a través de un pretendido conflicto existente entre una civilización del mar, que estaría representada actualmente por los EEUU y cuyo antecedente sería Cartago, y la civilización de la tierra cuyo origen se hallaría en Esparta y Roma y que en la actualidad se encontraría representada por Eurasia y por lo tanto por Rusia en tanto nación que ocupa espacios en ambos continentes y que a su vez no habría invadido territorios a través de la navegación, sino extendiéndose a partir de sus fronteras terrestres. Y lo que distinguiría a ambas sería el hecho de que mientras que una es expansiva en cuanto a su materialismo la otra en cambio lo sería por un interés en establecer en el mundo valores espirituales como la justicia y el derecho. Ya de entrada esta subsunción de una categoría metafísica a un determinado espacio físico y geográfico se encuentra contrastada por la misma realidad que se pretende reflejar. Ha habido al respecto civilizaciones que fueron del mar, es decir que se expandieron en forma oceánica, como el caso del imperio español con su conquista de América, un hecho especialmente marítimo, que no estuvieron determinadas por el materialismo, sino principalmente por la fe y por el deseo de expandir el cristianismo por el mundo entero. Y del mismo modo no está para nada dicho que una civilización que se expande territorialmente sea forzosamente espiritual. Para el pensamiento tradicional, si bien la dimensión metafísica puede plasmarse históricamente en alguna forma espacial y geográfica, ello no representa en modo alguno un elemento determinante, sino el producto de una circunstancia casual en donde ha sido la voluntad humana y no el medio en el que ésta se desempeñaba lo que ha determinado la realización de una idea. En tanto el espíritu es libre éste no está obligado en modo alguno por cierta circunstancia geográfica o temporal; puede imponerse sea en una civilización terrestre como en una marítima por igual, en tanto que no existen espacios que posean peculiaridades superiores en cuanto a su realización.

Como secuela de este reduccionismo geográfico efectuado por el Sr. Dugin viene seguidamente el fenómeno, este sí profundamente ruso, de la polarización. Es decir que como existen en la realidad estos dos polos antes mentados, la actitud a asumir por parte de todos es la elección dialéctica entre alguno de ellos. En modo tal que si alguien se proclamara como contrario a Rusia, en tanto obligado representante de uno de ellos, sería forzosametne un agente del polo opuesto de la modernidad o de la civilización del mar, usando sus léxicos. Esta actitud reduccionista viene de antigua data y fue formulada en su momento por Julius Evola en su obra Rebelión contra el mundo moderno cuando denunció en el alma rusa su carácter teóforo, es decir tratándose de una comunidad a la cual se le había hecho creer, luego de un largo proceso de infatuación, que se trataba de la encargada en el mundo de hacer triunfar la obra de Dios en el planeta, una característica por otro lado muy similar a la del pueblo judío. Lo cual fue luego secularizado por la revolución bolchevique a través de sus ideólogos principales Lenin y Stalin. El primero, en su texto Imperialismo última fase del capitalismo, hace notar eso mismo que dice Dugin pero no relativo a un tipo determinado de civilización, sino de clase económica, la burguesía, la cual en su última fase y expansiva se hace imperialista y pretende implantar en el mundo un poder universal y unipolar queriendo establecer el liberalismo como religión obligatoria para todos. Ante lo cual en esta nueva etapa imperialista y agresiva, ya no meramente fabril, el socialismo debía asumir una forma abiertamente guerrera de disolución y lucha contra la misma. Esto, si bien corregía a su maestro Marx para el cual el mismo era el producto de una evolución y no de una guerra, sin embargo con Stalin este elemento mesiánico atribuible al pueblo ruso alcanzará niveles aun mayores.


b) Stalin o el socialismo en un solo país.


Bien sabemos que tras la muerte de Lenin hubo un conflicto sordo y duro entre sus dos principales seguidores, Stalin y Trotsky. Si bien ambos querían por igual establecer el socialismo y como secuela el comunismo en el mundo entero, discrepaban entre sí respecto de las tácticas a emplear. Stalin, que como dijéramos, a diferencia de Putin, fundamentaba sus escritos, en su esencial obra Fundamentos de leninismo sostiene que ante la fase actual de un capitalismo ultraagresivo y expansivo que es el imperial denunciado por Lenin, la secuela a asumir es la constitución de un polo similar en cuanto al poder de convocatoria y operatividad, estableciendo un Estado soviético ultrapoderoso capaz de competir en igualdad de condiciones con el capitalismo europeo y norteamericano y aun superarlo en competitividad y eficacia pudiendo así derrotarlo en su propio campo y esfera. De allí su teoría del socialismo en un solo país en contraste con la tesis de Trotsky de revolución permanente, es decir que para que el socialismo triunfara no era misión fundamental fortalecer a la URSS, sino por el contrario hacer la revolución en todos los países. Si bien en el fondo ambos decían lo mismo pues por igual sostenían el triunfo del socialismo en el mundo, Trotsky reputaba que la concentración del poder en un solo país iba a generar una burocracia peligrosa que con el tiempo iba a traicionar al socialismo. Algunos fueron aun más lejos como el serbio Djilas, que habló de una nueva clase. La realidad dio como resultado que, luego de la ‘caída de la URSS’, el mundo entero presenció asombrado cómo una camada de multimillonarios, pertenecientes a esa burocracia o nueva clase parasitaria, denunciada por Trotsky y Djilas, se expandió por el mundo haciendo una ostentación escandalosa de riquezas antes ocultada por la cortina de hierro, en modo tal que el mundo entero comprendió que el comunismo, es decir la sociedad sin clases pregonada por el marxismo, nunca llegó a existir realmente ni por aproximación, sino todo lo contrario, un universo supercapitalista de explotación aun mayor que en los países del occidente liberal. A todo esto hay que agregar también que, de acuerdo a la óptica de Stalin, en tanto que la URSS no era solo el Estado de los proletarios rusos, sino de todos del planeta, debía suceder en modo tal que sus partidos representativos debían verse reflejados por tal gobierno más que por el de los países en los que se encontraban. Y a esto se le agregaba una entrega absoluta que los mismos debían ofrendar a tal Estado pues el triunfo del mismo era el de los intereses históricos del proletariado.


c) La etapa euroasiática o nacional comunista de Dugin y Putin.


Una peculiaridad a acotar aquí es que la dupla Dugin-Putin no considera, a diferencia del autor Solyenitzhin, que el comunismo ruso haya sido una anomalía histórica en tanto una desviación del antiguo zarismo concebido como una secularización del mismo. Para ambos el impulso mesiánico que los inspiró a ambos con caracteres diferentes de acuerdo a las circunstancias es en cambio el elemento común y esencial que ha valido a su vez en las etapas anteriores de la historia rusa, por el cual Rusia representaría tal como lo formulara en su momento el zarismo ortodoxo como la Tercera Roma, continuidad histórica de la primera precristiana y de la segunda católica antes de la herejía filioquista (1). El comunismo habría expresado ese mismo impulso espiritual y religioso aunque escondido debajo de una máscara secularizadora que no representaba en nada lo esencial, sino una simple estratagema. Son al respecto incesantes los textos del Sr. Dugin tratando de mostrarnos un cierto carácter esotérico del comunismo (2). La realidad es en cambio que, como la utopía que manifestó a través de la idea de constituir una sociedad sin clases en donde el proletariado, la forma secularizada de los elegidos de Dios, triunfaba sobre la burguesía en tanto expresión también secularizada del Anticristo, se mostró falaz e inexistente a través de la aparición planetaria de escandalosos multimillonarios, es decir que tras la revelación acontecida con la caída de la Cortina de Hierro, ahora de lo que se trataría es de hallar un nueva antítesis dialéctica, es decir un nuevo anzuelo ideológico para captar a ingenuos. Es lo que propone ahora tal dupla a través de la antítesis entre la civilización de la tierra, como expresión actualizada del antiguo proletariado, y la del mar, esto es la clase burguesa de otrora. En ambos casos la lucha final o Armagedón, tal como sostiene en su artículo aludido al referirse a la guerra de Ucrania, significará el fin del Anticristo, representado por el occidente liberal y marítimo, lo cual significaría la aparición de otro orden ideal, no ya la sociedad sin clases y sin Estado como en el antiguo bolchevismo, sino el mundo multipolar en donde cada uno es libre de hacer lo que desea, es decir la nueva forma paradisíaca con la cual se trataría de captar a gente inocente y desprevenida.

Una vez más la realidad vivida contrasta con tal fraude inventado para fines inconfesables. Tal como dijera Trotsky en su crítica a Stalin, el triunfo de la URSS sobre las demás naciones no iba a significar el socialismo sino la opresión aun más totalitaria de un Estado dictatorial representado por una burocracia parasitaria que impone su voluntad por la fuerza. Así fue en efecto la situación vivida por los países que, viviendo bajo la famosa Cortina de Hierro de la URSS se animaron a insubordinarse a la misma, siendo invadidos y aplastados por tanques de manera inmisericorde, sin mencionar tampoco a toda la disidencia rusa que luchó durante el comunismo pasando sus días recluida en gulags.


d) Reflexiones finales.


Que la dupla Dugin-Putin pretenda reconstituir remozado el antiguo bolchevismo ruso, es decir el deseo imperialista de una nueva clase o burocracia dispuesta a hacerse del poder, puede percibirse no sólo por las incesantes loas a Stalin efectuadas por el Sr. Putin, el cual ha abierto una etapa de reivindicación de su figura en contraste con lo sucedido en la década del 60’ con Krushev quien iniciara un proceso de desestalinización luego de su muerte, sino por las expresiones del Sr. Dugin en el artículo de marras. Son notorias aquí las nostalgias que el mismo efectúa respecto de tales tiempos y los lamentos que emite en relación a su disolución. Éstas son sus palabras textuales: “El colapso de la URSS fue una gran victoria para la civilización del Mar (OTAN, los anglosajones) y una terrible catástrofe para la civilización de la Tierra (Rusia, la Tercera Roma)”.



(1) El cisma entre la Iglesia ortodoxa con sede en Constantinopla y la de Roma se debió principalmente al conflicto doctrinario relativo al modo como se concebía la relación entre las Personas de la Santísima Trinidad. Mientras que para Roma el Espíritu Santo era una Persona que emanaba tanto del Padre como del Hijo, de allí el filioquismo, para la iglesia ortodoxa en cambio lo hacía solamente del Padre, de allí la tesis de Solus Pater. Esto encerraba una cierta acusación de influjos paganos en la Iglesia de Roma al disminuir la soberanía de Dios Padre exaltando lo humano presente en el Hijo.


(2) El Señor Dugin ha sostenido en todos sus escritos que existía un esoterismo bolchevique por el cual tal movimiento no habría sido puramente secular sino solamente en apariencias y las persecuciones religiosas efectuadas habrían sido hechas al solo efecto de disimular. A un texto en el cual al referirse al astronauta Gagarin sostenía que al pasar por un determinado punto del planeta hizo una serie de gestos iniciáticos relativos a la aceptación de la existencia de una geografía sagrada, se le agrega su particular interpretación de la vía de la mano izquierda iniciática como correspondiente a la izquierda política bolchevique.

 

MARCOS GHIO