SE CIERRA UNA FERIA DE VANIDADES

 

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Bien sabemos que la Feria del libro es un verdadero encuentro de exhibición de vanidades propio de un mundo terminal y caotizado. No era de extrañar entonces que el fatídico Milei, ese personaje ridículo propio de tales tiempos, se exhibiera en público junto al decano del liberalismo argentino, el ya decrépito Benegas Lynch (ver foto). Luego de haber manifestado que hay liberales traidores que están de acuerdo con seguir manteniendo el Banco Central, es decir el organismo que controla el valor de la moneda en el país, con la excusa infantil de que su inutilidad consiste en que imprime dinero para cubrir el déficil fiscal, lo cual sería lo mismo que decir que como tenemos una policía que no funciona hay que eliminar tal institución, fueron importantes los aportes del aludido decano. Manifestó que se equivoca su alumno en manifestar que todo el que defiende al Estado es un sujeto de izquierda y que el hombre de derecha sería en cambio el que sostiene su supresión o achicamiento, cuando en realidad el antagonismo debería ser entre estatismo y liberalismo ya que hay personas, sea de izquierda como de derecha, que pueden adherir a ambas posturas. Es indudable al respecto que no es lo mismo el estatismo marxista que el sotenido por la derecha. No así ha sido acertado en manfiestar que las personas no deben dividirse en clases sociales, sino de acuerdo al nivel de ingresos que tenga cada uno. Lo cual resulta un verdadero dislate pues lo que debe diferenciar a los hombres entre sí no es el nivel económico que posean, sino el horizonte espiritual al cual hayan podido arribar. Este último aspecto es lo que nos muetra cómo marxismo y liberalismo son en el fondo lo mismo aunque uno de ellos pueda ser estatista y otro no. En los dos casos se trata de ideologías plebeyas para las cuales la meta del hombre es el bienestar económico, es decir la panza llena y que las personas se distinguirían entre sí de acuerdo al grado de consumo e ingresos que hayan adquirido. El marxismo, a diferencia del liberalismo, considera que el bienestar vacuno reservado a nuestra especie se logra a través de una educación obtenida por medio del Estado, en cambio el liberalismo, del mismo modo que los pelagianos a nivel de teología, cree que debe dejarse al hombre actuar con absoluta libertad para obtener el mismo logro. El pensamiento de derecha, al cual resultan ajenas ambas ideologías que son en el fondo de izquierda, considera que el Estado debe estar regido por una aristocracia que debe distinguirse por la virtud de la frugalidad y por lo tanto alejada del mundo de la economía y volcada totalmente hacia la esfera del espíritu.

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