El 2 de julio de 1976 a pocos meses del golpe de Estado que tumbara el gobierno de Isabel Perón el movimiento Montonero que había en ese entonces lanzado una contraofensiva militar hizo estallar una bomba vietnamita, de esas que expanden pequeñas esquirlas para matar al mayor número de personas, en el comedor de la Policía Federal. En esa acción criminal murieron 23 personas, muchas de ellas simples empleados que habían concurrido al lugar a almorzar atraídas por los precios más accesibles y otras 110 resultaron heridas muchas de ellas con secuelas que le durarán de por vida. Quien cometió el atentado fue un ex policía infiltrado, de nombre Salgado, y el que pergeñó la acción fue el periodista Rodolfo Walsh, en ese entonces jefe de inteligencia de la contraofensiva. Los dos jefes principales de Montoneros eran Haidar y Mendizábal que había entrado clandestinamente al país desde su exilio francés. Todas estas personas murieron a manos de los militares en diferentes acciones. Hoy a casi 47 años del hecho la circunstancia es la siguiente. Los familiares de Salgado, Walsh, Mendizabal y Haidar cobraron indemnizaciones de hasta 200.000 dólares cada uno. Walsh lleva el nombre de una estación de subte como recordatorio del enfrentamiento en el cual cayó muerto. Del mismo modo que hay también calles que llevan su nombre. Ninguna de las víctimas del hecho aparecen en recordatorio alguno y por supuesto los familiares no cobraron ninguna indemnización por el hecho de haber sido víctimas inocentes. Recordamos este hecho a fin de hacer una composición de lugar ante el anuncio de la condenada a 6 años de prisión de que nos gobernarán los hijos de la generación diezmada, es decir de los terroristas que cobraron indemnizciones.