15 AÑOS DE PENSAMIENTO EVOLIANO

 

1) Introducción al tema

Si bien el lanzamiento oficial del Centro de Estudios Evolianos se produce en el año 1997 en la ciudad de Buenos Aires, habría que hallar sus verdaderos inicios en 1994 cuando por primera vez en nuestra lengua se edita la obra fundamental de Julius Evola, Rebelión contra el mundo moderno.
Fue justamente la meta principal de este nuevo nucleamiento la de difundir en el vasto mundo de habla hispana el pensamiento tradicional alternativo del cual dicho autor había sido en el pasado siglo el más importante exponente junto al francés René Guénon. Por tal causa, a través del sello Ediciones Heracles, nos abocamos a traducir y publicar la totalidad de la obra de Julius Evola junto también con la de otros autores totalmente o casi desconocidos en nuestro medio, tales como Atilio Mordini, Michel Vâlsan, Emanuel Malinski, entre otros, así como algunos textos del mismo René Guénon que habían sido pasados por alto.
Hoy en día, al haber transcurrido los primeros 15 años de vida, es bueno realizar un resumen de nuestra labor. Tras haber llegado a traducir una treintena de obras de Julius Evola, a un promedio de 2 por año, la situación es ahora la siguiente. Gracias a esta labor, sumada a la de otras editoriales de habla hispana que lo hicieran con otros textos de dicho autor tales como La Tradición Hermética, Metafísica del Sexo, El misterio del Grial y El Yoga de la potencia, ha prácticamente quedado editada en nuestra lengua la casi totalidad de la obra del mismo o por lo menos todos los libros más importantes representando así nuestro contexto cultural aquel que, salvando el obvio caso de Italia, más obras de Julius Evola ha editado.

 

2) Nuestro pretendido 'nazismo'

Nos queda pues por hacer un análisis de las resonancias que ha tenido en nuestro medio dicha labor. El Centro de Estudios Evolianos tuvo como objetivo central una actividad estrictamente doctrinaria y de difusión de ideas en un medio lamentablemente dogmático, carente de cualquier tipo de espíritu crítico tanto en el espectro de lo que es la izquierda como en el de la pretendida derecha. Hoy en día rige el pensamiento único y totalitario por el cual ciertas consignas y principios son sustentados de manera categórica y absoluta no admitiendo ningún tipo de cuestionamiento y menos aun uno que fuera radical como el caso del sustentado por nuestro autor. Nadie por ejemplo hoy en día discute la validez de la Democracia, a la cual se ha instituido como 'el menos malo de los sistemas posibles' y en caso de hacérselo con alguna de sus manifestaciones más extremas, sin embargo se sigue defendiendo alguna forma de la misma, lo cual se lo ha visto por ejemplo en las distintas expresiones del nacionalismo güelfo que se basa para ello en las Encíclicas papales pre-conciliares, el cual resulta importante no tanto por su influencia y número, sino por haber fungido por tantos años como alternativa al sistema.
Ha sido por lo tanto una actitud coherente con el pensamiento único, en tanto nos ha percibido como su enemigo absoluto, la de habernos demonizado cada vez que ha habido ocasión de hacerlo. Desde habernos agraviado en diferentes libros editados con los epítetos más inverosímiles y groseros, hasta con haber intentado por medios que incluso ingresaron en la ilegalidad de impedir nuestro normal desplazamiento por diferentes países en nuestra labor de difusión del pensamiento tradicional alternativo. Es bueno al respecto una vez más, ya que nos hemos cansado de decirlo aunque sepamos con antelación que nos movemos en un medio dogmático e irreflexivo y en muchos casos malicioso, en el que las razones carecen de cualquier peso, explicar que es absolutamente falso el anatema de nazi o neo-nazi con el cual se nos ha adjetivado tantas veces en los distintos intentos por silenciarnos y descalificarnos.
No somos nazis porque no somos racistas, aunque ello no tenga que significar que seamos necesariamente ambientalistas. Consideramos que las razas existen y que la pertenencia a las mismas produce en el sujeto un condicionamiento, pero no somos deterministas en tanto creemos en la libertad del hombre, por la cual éste es capaz, en lo más profundo de su ser, de efectuar una selección de herencias, descartando aquello que es negativo y ensalzando y desarrollando lo más positivo de la propia raza.
No somos pues supremacistas. No creemos en la existencia de razas superiores, sino simplemente diferentes. Es más, consideramos que en los tiempos actuales de profunda decadencia representa un profundo error seguir considerando todavía la primacía de la raza blanca, tal como hacen ciertos sectores nazis a los que refutamos oportunamente. Hoy en día es justamente en el seno de este grupo racial, en culturas tales como la europea, la yanqui y la sionista israelí, en donde se expresa más que en cualquier otra el espíritu moderno de la decadencia, habiendo las mismas constituido una civilización en donde la máquina es más importante que el hombre, en donde la materia, el consumo, la economía, el dinero y el desenfreno hedonista representan las categorías supremas. En cambio paradojalmente es en el seno de ciertas razas de color en donde se está produciendo hoy en día la gran reacción anti-moderna a través de movimientos tales como el fundamentalismo que se ha desarrollado principalmente entre pueblos semitas y de cultura islámica.
Lo que nuestros lobotomizados críticos no podrán comprender nunca debido principalmente a que se han vedado a sí mismos la función de la razón, para sustituirla en cambio por la diatriba descalificatoria, consecuencia todo esto de que previamente sus antecesores lo hicieran con la del intelecto, es que no por no ser nazis debamos necesariamente coincidir con ellos en sus pretendidas críticas al nazismo. Digámoslo francamente. A pesar de todas sus tediosas peroratas en contrario, en el fondo ellos no reniegan de tal ideología en tanto que comparten con ésta un mismo contenido moderno que los informa a todos por igual. Esta es la razón que explica que hayan sustituido una crítica radical al mismo por una serie de calumnias fantasiosas y de falsedades históricas notorias que tan sólo han servido para crear fetiches descalificatorios respecto de las personas que no piensan como ellos. Al nazismo no se lo combate con el a todas luces falso anatema del Holocausto y con su conversión en el mal absoluto, del cual por otro lado ellos también participan sin darse cuenta, tal como lo hemos visto especialmente en estos últimos tiempos en países tan anti-nazis como Israel, sino rechazando la ideología moderna en el que el mismo se sustenta: el determinismo.
Es característica fundamental del hombre moderno la de reducir la existencia en este mundo a su participación en los distintos fenómenos vitales vedándole en cambio al sujeto su elevación hacia una dimensión superior a la de la mera vida física, es decir hacia la esfera metafísica que hace propiamente a lo que es espíritu y libertad. Y así como la materia está sujeta a determinaciones, tanto físicas como biológicas, las distintas ideologías modernas, en tanto fiel reflejo de las mismas, discrepan de acuerdo al fetiche que han elegido como destino que gobierne al sujeto. Nazismo, marxismo, liberalismo, freudismo, etc. entre las más distintas variables de la modernidad se oponen entre sí meramente en considerar cuál es el ídolo al cual se le debe rendir reverencia. Mientras que el nazi considera que hay que hacerlo con la Raza, la que determinaría al hombre a ser de una cierta manera de la que no se podría evadir, el marxista y el liberal consideran en cambio que es la Economía o el apetito económico y materialista lo que hace al desarrollo de las naciones convirtiendo a las personas en simples individuos masificados por tal fatalidad; el freudiano en cambio piensa que es el Sexo aquello que lo determina, el historicista que es la Historia, el socialista que es la Sociedad, y así sucesivamente.  En todos los casos lo que se niega es la libertad en el hombre y falsamente se considera que ésta consista en adherir a una cierta fatalidad pues en caso contrario, utilizando una categoría hegeliana, nos convertiríamos en 'conciencias infelices' a las cuales, como en nuestro caso especialmente, se las hace pasible de las peores demonizaciones inquisitoriales en tanto se trataría de seres que no creen en tales 'verdades' irrebatibles. Los modernos son como aquellos esclavos encadenados de la caverna platónica que disputan entre sí respecto de cuál es el determinismo que hace que su mundo de sombras se desenvuelva de una cierta manera. Al haberse vedado a sí mismos la dimensión del espíritu ignoran profundamente lo que es la libertad y el anti-determinismo y consideran en forma totalitaria que su propio esquema es la única realidad que existe, reputando como un verdadero absurdo que se pueda dudar de todo ello. Las consecuencias del fatalismo moderno las vemos en nuestra vida cotidiana en cosas tan banales como suponer que las crisis económicas como la que estamos viviendo en el planeta son fatalidades cíclicas inevitables, hasta pensar que es imposible tener gobernantes que no roben ni sean corruptos pues, en tanto es la economía el destino del hombre, siempre lo convertirá en un ser egoísta. En síntesis: somos antinazis en la medida en que estamos en contra del nazismo profundo del cual participa este sistema y sus distintos exponentes, obviamente que sin poder darse cuenta de ello debido al alto grado de bestialización en que ha incurrido el mundo moderno en sus etapas terminales.

3) Perspectivas actuales

Hecha esta necesaria salvedad y puesta a punto, digamos que consideramos como un verdadero acierto haber utilizado la denominación de 'evoliano' para nuestro Centro. El profundo caos semántico al cual nos ha reducido la  modernidad ha hecho que muchos términos que antiguamente tenían un significado preciso hoy en día, debido a las grandes confusiones en las que estamos viviendo, hayan dejado de tenerlo. Tal el caso de la palabra tradicional o tradicionalista que ha pasado a convertirse en una denominación que admite diferentes usos. Pensamos que evoliano no llama a confusión, aunque reconozcamos que no estamos tampoco totalmente a salvo debido a que este término lo han querido utilizar algunos que han tratado de desvirtuar el pensamiento de Julius Evola de manera muchas veces intencional con la finalidad de sabotear la constitución de un polo de pensamiento contrario a la modernidad. De todos modos -y esto vaya dirigido especialmente a nuestros detractores- no consideramos que haya que hacer una escolástica evoliana ni tampoco ello debe significar que tengamos que estar de acuerdo absolutamente en todo lo que afirmara dicho autor. Consideramos que Evola ha sido aquel que de la mejor manera expresara con las categorías propias de nuestros tiempos una doctrina milenaria que existiera siempre y que tan sólo la anomalía moderna estructurada de manera siniestra y aluvional especialmente a partir de la Revolución Francesa de 1789 ha intentado vanamente de sustituir.
Esta es la razón por la cual nosotros no somos un grupo político en tanto no pensamos participar absolutamente de nada que pertenezca a esta sistema frente al cual nos consideramos convidados de piedra. Somos antidemocráticos y jerárquicos y consideramos que solamente una vez que el mundo moderno de masas y máquinas haya agotado sus últimas energías será posible la instauración de una nueva edad normal. Mientras tanto nuestra labor es meramente la de mantener encendida la llama de la idea a fin de que ésta no se apague y que después del final sea posible un nuevo comienzo.
Habiéndose cumplido pues los primeros 15 años de existencia de nuestro Centro las conclusiones finales a recabar son las siguientes.
1) Hemos concluido con la etapa primera de publicación de las obras principales del pensamiento tradicional alternativo, aunque ello no significará cesar con nuestra labor editorial, la que pasará a un segundo plano.
2) Hemos podido percibir con sumo agrado que, a pesar de todas las campañas vertidas en nuestra contra desde los más diversos espectros de un mismo sistema moderno, nuestras ideas han prendido en un importante sector especialmente de la juventud.
3) Que las mismas se han desarrollado de manera sumamente prometedora en distintos países de América habiendo así dejado de ser nuestro Centro exclusivamente argentino, tal como lo había sido anteriormente.
4) Que de manera sintomática el pensamiento evoliano se está desarrollando en forma más notoria en países con un pasado histórico más intenso que el argentino, como el caso de Perú y Ecuador, en los cuales la herencia imperial, sea hispánica como precolombina, es mucho más rica que en el nuestro. Por lo cual es desde los mismos en donde hoy se enfatiza más que en cualquier otro en la consigna alternativa a la democracia: el Imperio.
5) Por tal razón es intención compartida entre los diferentes miembros de este Centro modificar a partir de este aniversario el rumbo impreso a nuestra organización la que dejará de aquí en más de ser exclusivamente argentina para convertirse en americana. Asimismo y desde esta misma óptica se enfatizará en la aplicación de los principios evolianos a nuestra tradición histórica compartida en el continente.
Ello implicará promover un vasto movimiento revisionista que pretenderá reivindicar nuestro pasado imperial americano milenario remontándonos a las antiguas civilizaciones precolombinas. Por lo cual nos contrapondremos tanto a nuestra historiografía liberal que hace surgir nuestro historia con los distintos movimientos emancipadores del siglo XIX, así como también al revisionismo güelfo que la reduce a la acción evangelizadora iniciada en 1492. De la misma manera que nos opondremos con el mismo vigor al indigenismo marxista que pretende reducir la era precolombina a un comunismo primitivo y matriarcal.
6) Por tales razones hemos resuelto en lo sucesivo cambiar el nombre de nuestra organización denominándola de aquí en más CENTRO EVOLIANO DE AMÉRICA, rechazando como capciosos y erradamente enunciativos los términos latino-americano, hispano-americano, ibero-americano o indo-americano, o cualquier otro similar que se haya querido utilizar. Menos aun aceptaremos, tal como se hace en otras partes, asimilar dicho nombre con el de esa profunda aberración que es la sigla USA o EEUU. América es la denominación asumida por este espacio geográfico y cultural y es en su seno que efectuaremos la selección de tradiciones distinguiendo a lo largo de toda su vasta historia aquello que hace a lo moderno y lo que en cambio pertenece propiamente al mundo de la Tradición levantando la consigna de que en nuestro continente el Imperio es milenario mientras que la democracia aun no ha cumplido los 200 años.

Marcos Ghio
Buenos Aires, 27/07/09

 

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