LA USURA EN ECUADOR

Por Francisco de la Torre

 

Insertos –querámoslo o no- en el proceso globalizador o mundialismo, la soberanía de los estados ha entrado en un peligroso fenómeno de disolución y, por ende, de sus políticas monetarias. Son justamente organismos financieros internacionales como el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo, etc. los que condicionan (por no decir dirigen) la economía de la casi totalidad de los países del mundo por medio de la aceptación del neoliberalismo como panacea mundial.
Esta doctrina económica nefasta, que fue liderada por el judíonorteamericano Milton Friedman, promueve la mentira de que la inflación es el origen de todos los males económicos y se la debe combatir reduciendo la oferta monetaria. Esta disminución de la emisión monetaria de los gobiernos viene acompañada por la elevación de las tasas de interés, con el objeto de incrementar el ahorro interno de las naciones. Pero lo único que ha conseguido esta política monetaria es premiar al capital especulativo o parásito que chupa la riqueza generada por los sectores verdaderamente productivos mediante la fijación del precio del dinero a niveles en los cuales los estados o empresas que necesitan de él para proseguir sus actividades, terminan dependiendo o trabajando para los bancos. Es decir, al dinero se lo ha convertido en una cosa en sí, que puede generar riqueza por sí misma y crecer indefinidamente no solo por los intereses elevados sino por la acción del interés compuesto; siendo este último la meta de todo usurero. Así, el neoliberalismo ha sido creado solo para servir de doctrina-respaldo de los especuladores y logren actuar impunemente al presentar sus operaciones agiotistas como lo más progresista en materia económica.
Con toda razón ha llamado el economista argentino Beveraggi Allende a este sistema usurario como política monetaria de moneda escasa y cara, y de aplicación en todo el planeta1 , pero por supuesto, olvidándose de recomendar los arriba mencionados centros financieros a sus creadores y patronos: los grandes bancos internacionales; ellos sí, generadores de una inmensa masa de moneda virtual2 , sin verdadero respaldo de riqueza, creada en sus sistemas computacionales y que gracias a sus agentes obtienen ganancias desmesuradas al especular contra las monedas de los países víctimas; provocando en éstos debacles, como por ejemplo lo que sucedió recientemente en México, Rusia y en los países del sudeste asiático.
Este desequilibrio monetario internacional aparece en su real dimensión a partir del decreto de inconvertibilidad del dólar frente al oro, puesto en práctica por Nixon en 1971. Con esta medida se derrumbo el sistema monetario de posguerra establecido en Bretton Woods y que convirtió al dólar en moneda de aceptación universal y a los Estados Unidos en el banquero del mundo, ya que solo esta moneda podía ser emitida sobre la base de sus reservas en oro3 ; mientras que el resto de monedas giraban entorno a ella.
Pero desde el momento en que el dólar ya no tenía un referente, todas las monedas fuertes quedaron en similar condición; es decir, desapareció todo patrón monetario al cual regirse. Esto abrió inmensas posibilidades a los gobiernos industrializados y, principalmente en la sombra, a las instituciones financieras internacionales para emitir dinero sin ton ni son. Aquí está el origen del problema de la deuda externa del tercer mundo, ya que esta ingente suma de dinero sin respaldo tenía que ser reciclada necesariamente porque los países centrales estaban saturados de éstos (llámense petrodólares o eurodólares) y, obviamente, el excedente debía ser colocado en lugares donde rindan interesantes beneficios. En estas circunstancias, de repente la rigurosidad para conceder crédito a los países subdesarrollados desaparece y de una forma directa o indirecta son obligados a aceptar tales recursos ficticios en forma de préstamos, muchos de los cuales no eran indispensables. De esta manera, el "agresivo endeudamiento externo" de los países subdesarrollados calzaba dentro de la lógica del capital financiero o de la banca internacional al sacarles jugosas ganancias económicas y posteriormente, ventajas políticas, a los países que cayeron en su trampa.
Esta jugada fue doble, por un lado, países que todavía podían hablar de una cierta soberanía son sometidos por medio de la usura a los centros financieros internacionales. Por otro, para los países centrales, fue el mecanismo más idóneo para salir de su crisis de sobreoferta monetaria y energética (1973), además de reciclar los euros y petrodólares, lograron fortalecer su aparato productivo al incrementar sus exportaciones ya que los países en desarrollo con este dinero fresco no esperaron un solo instante para gastarlos en los bienes de los países industrializados.
Los primeros países que fueron utilizados como experimento en nuestro continente para la aplicación de la receta neoliberal fueron Argentina y Chile. Se necesitaron dictaduras como las del Cono Sur para el reordenamiento de la visión capitalista y modificar el modelo de acumulación anterior; y así no encontrarse con "perturbaciones" o "distorsiones" que impidan el normal desarrollo y posteriormente alteren las apreciaciones sobre los resultados.
Pero es con el desate del problema de la deuda externa (1982) que todos los países endeudados se ven obligados a aplicar la doctrina monetarista, "recomendada" por los organismos internacionales antes mencionados. Al carecer los gobiernos de una voluntad política para afrontar la subida criminal de la tasa de interés del dólar y también por haber caído en el fraude de que sin el flujo externo de dólares es imposible respaldar la emisión monetaria y el consecuente desarrollo económico, el destino del continente quedó en manos de los usureros internacionales.
Con el control sobre nuestras variables monetarias, crediticias y financieras, el anclaje al dólar de nuestras monedas fue cosa fácil y con esto se logró limitar la soberanía sobre decisiones de emisión monetaria y en consecuencia se creo una dependencia a la moneda norteamericana, con lo cual caímos en la trampa ideológica que nos impone como única fuente de riqueza el dirigir todos nuestros esfuerzos al exterior: exportar o morir. Tal falacia es defendida como dogma, olvidando que el comercio exterior está fundado, en mayor parte, en la producción interior de bienes. Primero hay que fortalecer el mercado interior y luego impulsar el desarrollo del sector exportador, pero en el fondo de este sobredimensionamiento de lo externo no hay más que la voluntad de insertarnos en la globalización como zonas exclusivamente productoras de materias primas, con un mínimo de valor agregado.
¿Cómo fue posible y de una manera segura la transferencia de nuestros recursos hacia el sistema financiero mundial? Pues por medio de las políticas de ajuste. Estas son otro de los puntales del neoliberalismo, ya que el dinero ahora sale del bolsillo de todos los ciudadanos vía elevación de impuestos, precios de la gasolina, la reducción del gasto público, liberación de precios y de mercados, congelamiento de salarios, etc. Y todo esto, con el pretexto de resolver el problema inflacionario. Vamos casi dos décadas de luchar contra la inflación con el recetario monetarista y el problema se ha agudizado aún más. Pero si comprendemos que esta doctrina está diseñada para provecho del gran capital, es lógico que no funcione y nunca va a funcionar para los países oprimidos.
Ahora, en un país como el Ecuador que en los inicios de los años setenta empezó a exportar petróleo, el endeudamiento externo fue controlado por una dictadura de tintes nacionalistas, pero coincidentalmente es desplazada por una dictadura más abierta al capital internacional y que sirvió de transición para entrar a formar parte de la moda democrática auspiciada por los EEUU, se da un impulso a la contratación de créditos externos y su mal utilización ayudó a profundizar la crisis. Inversiones sobredimensionadas, el establecimiento y consolidación de patrones de vida consumistas, corrupción y la asunción de una visión especulativa en los grupos dominantes debilitaron aún más la puesta a punto de un proyecto nacional de desarrollo en el Ecuador.
Este viraje de una concepción productivista de la economía a una especulativa ha sido uno de los logros del neoliberalismo, convirtiendo al sector financiero nacional en la correa de transmisión de los intereses de la banca mundial y, al Estado, en el respaldo y encubridor de todas las maniobras desleales por parte del sector bancario. Innumerables operaciones de salvataje a bancos que apostaron con el dinero de sus confiados ahorristas, elevación de las tasas de interés y el margen entre la tasa activa y pasiva, decretos-leyes para conformar y consolidar grupos financieros con el objetivo de cambiar la estructura de la distribución del crédito estatal, etc.; es decir, entregándoles a los bancos un poder hegemónico sobre las fuerzas productivas de la nación.
Estas prácticas fueron de una u otra forma solapadas por los diferentes gobiernos que han presidido los destinos del Ecuador, pero como la mayoría de bancos estaban en problemas en la actual administración y era imposible un típico rescate financiero como los que nos han tenido acostumbrado, no les quedó más remedio que sacarse la máscara y, de una forma brutal y traidora salir a rescatar al sector especulativo-bancario con el congelamiento de las cuentas corrientes y de ahorros de todos los ecuatorianos5 . Una crisis financiera que se presentía, pero en lugar de ajustar a los accionistas y directores de los bancos corruptos, se trasladó todo el peso de ésta a los depositantes y usuarios del sistema bancario; y de esta manera salvar a tan benéficos contribuyentes que ayudaron a solventar la costosísima campaña presidencialista y, que por supuesto le llevó a conquistar el poder. Este proceso de despolitización, de reducir lo político a lo económco, es un signo revelador de la descomposición en la que está inmersa la sociedad actual por la acción deletérea de una voluntad economicista que se ha impuesto sobre todo valor superior y que es típica de toda etapa decadente y terminal de una cultura en términos spenglerianos: "... período en el cual la tradición y la personalidad han perdido ya su validez inmediata y toda idea ha de ser transformada en dinero para poderse realizar. Al principio tenía bienes el que tenía poder. Ahora tiene poder el que tiene dinero. El dinero es el que pone el espíritu en el trono. La democracia es la perfecta identificación del dinero con la fuerza política".

NOTAS

1 Como todas las falacias que sirven de cobertura al gobierno mundial.
 2 Esta masa monetaria según el premio Nobel de Economía Maurice Allais, supera 40 veces el valor de todas las transacciones comerciales del planeta, es decir, vivimos en una economía mundializada que privilegia al sector especulativo
 3 Es necesario destacar que toda moneda aceptada como clave en la economía mundial ha sido por el respaldo que tiene por ser originaria de un país hegemónico y de profundas connotaciones imperialistas, como fue el caso de la libra esterlina y a partir de la mitad de este siglo, el dólar norteamericano. Otra importante característica de estas divisas eje es que nunca respetaron las reglas de juego sobre sus emisiones monetarias, porque crearon más dinero de lo que les permitían sus respectivas reservas. El negocio del siglo, ya que con esta sobreemisión monetaria, tenían a su alcance todas las riquezas del planeta.