EL IMPERIALISMO “EUROPEO”

A propósito de la Constitución europea y de la visita de Putin a Israel

Medios Internacionales confirman que Vladimir Putin es Judío | Tiempo  Cristiano

El fenómeno hoy conocido como mundo global o uno, basado en un dominio excluyente de un solo “imperio”, los USA, ha querido ser contrastado con una postura tan sólo en apariencias opuesta que consiste en el sostenimiento de la existencia de un “mundo multipolar” compuesto por grandes espacios independientes entre sí, conservando cada uno de los cuales su propia especificidad y no entrometiéndose en la vida del otro. En realidad para nosotros, tradicionalistas, tal como lo hemos manifestado en otras oportunidades, es en última instancia una circunstancia que nos resulta totalmente indiferente la de determinar si es uno solo o si son muchos los que gobiernan el planeta, sino en cambio lo único que verdaderamente nos interesa es alrededor de cuáles principios se encuentran organizadas las naciones. Si los mismos son modernos, en tanto poseen a la economía y al confort como destino -y al respecto Europa y los Estados Unidos son hoy en día la manifestación más plena de ello- o si en cambio son tradicionales, es decir, si son los valores espirituales y pertenecientes a una dimensión trascendente lo que ordena a las comunidades. Y más todavía, si en última instancia tuviésemos que elegir respecto de cuál es la forma de organización más afín con nuestra perspectiva no hesitaríamos en decir que es el imperio único y universal, tal como se concibiera en los períodos áureos de nuestra civilización, lo que más se aproxima a nuestro punto de vista que en cambio un mundo plural compuesto por civilizaciones que pudiesen sostener principios antagónicos, los cuales en ningún caso nos resultarían indiferentes aun si se practicasen en civilizaciones que no fuesen la nuestra.
Es dentro de esta perspectiva que representa una verdadera necesidad de esclarecimiento el de insistir una vez más en que nuestra postura antinorteamericana no tiene absolutamente nada que ver con actitudes pluralistas que rechazan de Norteamérica no su concepto de potencia y de modernidad, sino el mero hecho de ser ellos los que hoy mandan en el mundo y que tal poder sea a su vez omnicomprensivo. Frente a quienes sostienen un tal pluralismo siempre nos quedaría la duda de que si en verdad lo son por principio y en todas las circunstancia o en cambio ello es meramente porque se encuentran en una situación de inferioridad de condiciones por la cual tal actitud podría variar de modificarse las relaciones de fuerzas. Tal sospecha reconocemos que es muy difícil de probar. Sin embargo existen ciertas pistas que podrían indicarnos algo.
Entre quienes se embanderan incondicionalmente dentro de la perspectiva relatada hallamos a un conjunto de personas que se autodefinen como europeos revolucionarios o nacional comunistas para los cuales el acontecimiento histórico conocido como la constitución del Mercado Común Europeo, luego ampliado a la esfera de una unidad supranacional con moneda única y compartida, hoy conocida como Unión Europea, resulta un hecho sumamente positivo en la medida que el mismo pueda seguir extendiéndose hasta poder llegar a conformar con el tiempo un vasto espacio geográfico e “imperial” que abarcaría desde Dublín hasta Vladivostok, pasando a denominarse tal “imperio” con el pomposo nombre de Eurasia. Ahora bien, como lamentablemente para ellos no todo son rosas en tal proceso, tales sectores insisten en sostener que tal conglomerado tiene ante sí dos posibilidades: o seguir siendo como hasta ahora un apéndice de los Estados Unidos o tratar de entrar a disputar la misma hegemonía a los EEUU. Esta última perspectiva según ellos podría llegar a verificarse si un político como Putin, enigmática figura del cual se ignoraría aun si se trata de un ex o de un cripto-comunista, pero que en todo los casos sería un incondicional enemigo de los norteamericanos, tomara las riendas de una nueva Europa ampliada en su geografía, hallándose así conformada una verdadera confrontación y freno a la prepotencia yanqui.
Claro que estos sectores en su exaltada adoración de la figura del ex KGB, muchas veces se encuentran en figurillas para explicar mínimamente sus verdaderos objetivos políticos que, lejos de pergeñarlo como un opositor a la política norteamericana, por el contrario lo pintan como un profundo aliado de ésta y hasta un catalizador extremo de la misma ideología que lo informa a Bush. Resultan interesantes los malabarismos que efectúan tales ideólogos, que cuentan con una prensa muy difusa y que se remiten en su influencia doctrinaria a un influyente intelectual que forma parte del establishment de Moscú, cual es el escritor Aleksander Dugin (1). Por supuesto que tal sector se cuida mucho de señalar el hecho de que para Putin, lo mismo que para Bush, el principal enemigo que hay que combatir no es el “imperialismo yanqui”, sino en cambio el fundamentalismo islámico, esto es un Islam tradicional que, a diferencia del sector occidentalizado, pretende volver a los orígenes raigales de su civilización desdeñando y combatiendo la modernidad. Ello explica no solamente las persecuciones y genocidios que tal estadista ha efectuado con los musulmanes tradicionalistas en su propio territorio, sino también que haya prestado bases militares ubicadas en diferentes ex repúblicas soviéticas del Cáucaso, pero con lazos aun hacia Moscú, a fin de que se bombardeara el régimen talibán de Afganistán.
Pero la frutilla del postre del premier Putin se acaba de poner recientemente cuando el mismo en persona fue a visitarlo a su par israelí Ariel Sharon por las razones que seguidamente relataremos. Aunque primeramente no nos privemos de la diversión de citar las piruetas dialécticas que efectúa el nacional comunista Maurice Blondet para explicar lo inexplicable. Resulta que para él (véase La Nazione Eurasia N.º 5, abril de 2005) Putin habría visitado Israel con la finalidad de “humillarlo” a Sharon con sus sarcasmos y que este último habría quedado muy mal parado y avergonzado, posiblemente con un trauma psicológico que casi lo lleva a renunciar. La realidad en cambio es muy otra. Resulta ser que Putin, tal como lo explica expresamente en sus declaraciones, ha ido a Israel, no solamente para hablar con Sharon, sino para una misión mucho más importante cual es la de venderles armas a las nuevas autoridades palestinas a fin de que sean ellos quienes hagan el trabajo sucio de liquidar a los terroristas que asolan a Israel. El discurso de Putin dirigido a Sharon, y que contara con el tácito asentimiento de éste, resulta sumamente significativo. Según el líder ruso el fundamentalismo islámico solamente será derrotado cuando sean los sectores moderados, es decir modernos, de dicha civilización los que asuman la iniciativa de hacerlo. Si son los judíos los que lo realizan el resultado será contraproducente pues servirá tan sólo para unir a todos los islámicos en contra de Israel y del resto de “Occidente”. Y por otro lado se hace notar también que, en razón del gran resentimiento existente hacia este país no resulta conveniente que sea quien provea de armas a la autoridad palestina. ¿Quien mejor entonces que el nacional comunista Putin para hacerlo? La táctica no es pues distinta de la ensayada por Norteamérica en Irak. Tratar de que sea el sector moderado y democrático del Islam el que derrote al fundamentalismo. Afortunadamente el resultado no les ha sido hasta ahora favorable y esperemos que además el viaje de Putin haya sido también un fracaso.
Pero aparte de sus apoyos a semejante cipayo resulta sumamente llamativo como estos sectores en la mayoría de los casos hayan llamado a votar por el sí a la Constitución europea, a pesar de que a regañadientes deban aceptar que Europa sea hoy gobernada por banqueros pronorteamericanos, pero sin embargo para ellos esto resultaría secundario si la unidad de tal continente y por extensión la doctrina de los espacios plurales llegan a triunfar para contrarrestar al imperio global que según ellos es el que se entromete en la vida de todas las naciones. Aunque resaltemos aquí el doble discurso. Es sabido que tal Constitución sostiene entre otros puntos que nuestras Islas Malvinas son territorio europeo. Entonces nos preguntamos ¿en donde se encuentra la diferencia entre el “imperio” europeo y el norteamericano? ¿No era que este nuevo conglomerado, a diferencia de los USA, no se entrometía en la vida de los otros sosteniendo el pluralismo cultural y la independencia de las naciones? (2)

Notas:
1- Para una visión crítica de las postura de tal autor puede verse nuestro artículo El Quinto Estado: una réplica al nacional comunismo de A. Dugin. (El Fortín N.º 12, julio de 1999)
2- El periódico nacionalista argentino Patria Argentina ha recientemente efectuado elogiosas consideraciones respecto de la tesis relativa al imperio eurasiático. Es de esperar que luego de la publicidad de tal escandalosa inclusión constitucional revise su adhesión a tal “imperialismo”.

Marcos Ghio
Buenos Aires, 10-5-05