CAVALLO, EL GENOCIDA

                                                                                                     por Marcos Ghio

Domingo Cavallo: 'Estamos en una crisis muy aguda' - Diario El Sol.  Mendoza, Argentina.

Nuestra “Madre Patria”, a través de su gobierno y  “justicia”, acaba de recordarnos la intrínseca asociación que existe entre el apellido Cavallo y la consecuente idea de violación y conculcación de los derechos humanos, así como la del terrible genocidio padecido por nuestro pueblo  en los últimos años.
En efecto, fue Domingo Felipe Cavallo, en sucesivos cargos, durante distintos gobiernos, sea militares, como peronistas y radicales, quien con sus políticas económicas produjo el verdadero derrumbe y consecuente “genocidio” padecido por el pueblo argentino, el cual, en el par de décadas en que se desarrolló el accionar de tal ministro, vio como las riquezas que nuestra nación acumulara en toda su historia eran rifadas al mejor postor, como su moneda destruida, y hasta presenció el verdadero “milagro” de que el país conocido mundialmente como el granero del planeta no estaba ya en condiciones ni siquiera de alimentar dignamente a sus habitantes. Justamente la tan mencionada actitud “genocida” asociada con el nombre de Cavallo, trajo como consecuencia, junto a la pobreza e indigencia de más de la mitad de la población activa, un porcentaje altísimo de muertes por desnutrición infantil, de jubilados aniquilados en la inanición de un mísero salario que les impedía cubrir sus más mínimas necesidades, etc. Todo esto y mucho más ha sido el verdadero acto de genocidio y conculcación de los derechos humanos producido por el represor Cavallo quien no ha podido ser juzgado por la justicia argentina adicta al mismo régimen que produjo tales demoliciones, la cual por lo tanto ha sido cómplice del mismo, pues ha formado parte de todo un sistema político corrupto que ha sido funcional con el accionar de dicho genocida.
Por tal razón, debido a la gran falencia que expresa nuestro poder judicial, celebraríamos gozosamente que pudiese existir un Estado extranjero que solicitase y obtuviese su extradición a fin de que pague con las culpas por todos los crímenes cometidos.
Agreguemos también a estos hechos relatados que Cavallo no es sinónimo de delincuencia solamente para nuestro país, también lo ha sido para otras naciones en las que ha generado graves desórdenes en las finanzas, como Rusia y Ecuador, en donde oficiara de asesor económico, obligando a tales países a convertirse en verdaderas colonias de los organismos financieros internacionales en razón de la elefantiásica deuda contraída también allí por el accionar del genocida Cavallo.
Por ello una vez más lo decimos: ante la falencia de nuestro Estado para juzgar a semejante delincuente, el cual luego de pasar unos pocos días en prisión, fue rápidamente liberado por una justicia adicta, es bueno que un Estado extranjero lo haga en su lugar, y que recibamos finalmente una muy digna lección en materia de derechos humanos.
Claro que el único inconveniente que habría en tal asunto sería el de determinar si el gobierno español puede tener la neutralidad suficiente para juzgar al genocida Cavallo. Veamos. Cavallo fue ministro de relaciones exteriores y de economía luego, en el momento en el cual se produjo el corrupto proceso de privatización de las empresas públicas argentinas, tales como la industria del petróleo y los teléfonos, curiosamente cedidos a empresas españolas como Telefónica y Repsol entre otras. Durante el período que duró el gran fraude financiero conocido como la convertibilidad, el pueblo argentino abonó tales servicios hasta diez veces más de lo que se lo hacía en el país originario de tales empresas, originando así una ganancia espectacular a las mismas y por extensión al Estado Español. Lo curioso del caso fue que cuando la Argentina, en razón de una necesidad irreversible, a fin de que concluyera la sangría ilimitada de recursos, tuvo que salir de la convertibilidad, el gobierno español envió a un emisario con la finalidad de convencerla de lo contrario, pues se corría el riesgo de reducir sensiblemente las ganancias de tales empresas. Y para ello no tuvo mejor idea que enviarnos a un “progresista” y defensor a ultranza de los “derechos humanos”, el socialista Felipe González. Vino en total dos veces. En la primera no pudo convencer al gobierno pues resultaba a todas luces imposible seguir ya con la convertibilidad; en la segunda se fue al menos con la promesa de que las tarifas iban a aumentar. Quedaron de este modo asegurados los derechos humanos... de las empresas extranjeras, curiosamente del mismo país de origen de nuestro progresista visitante.
Por tal razón el único Cavallo que puede y quiere juzgar hoy en día el gobierno español no es al comandante en jefe gestor del genocidio argentino, sino a un simple capitán de corbeta retirado, ya que el otro, el verdadero genocida, ha sido perfectamente funcional a los intereses españoles y goza de un confortable exilio en los Estados Unidos, el gran aliado de España, dando conferencias y explicando cómo con un buen lavado de cerebro se puede destruir la economía de una nación. Recordemos siempre que los cartoneros argentinos ayudan a explicar el bienestar de Europa.
Pero hay además una razón complementaria por la cual el Estado Español, el mismo que ha colaborado en la reciente invasión a Irak, conculcando los derechos humanos de sus habitantes de poder disponer y decidir por ellos mismos el gobierno que desean, se ha ensañado con un marino argentino logrando obtener su extradición hasta con la complicidad explícita del “gobierno” de nuestro país. No entraremos a juzgar aquí la culpabilidad o no de dicho capitán por la sencilla razón de que consideramos que no es ésta la razón última que moviliza a España, la gran aliada de Inglaterra y los Estados Unidos, en su acción punitiva en contra de dicho marino. Ello sería lo mismo que aceptar un debate acerca de si era verdad o no que Saddam Hussein tenía armas químicas en sus arsenales o si no era lo suficientemente democrático como para agradar a los norteamericanos. Bien sabemos que las razones de las acciones punitivas emprendidas en su contra estaban determinadas por intereses bien diferentes que la defensa del bienestar y la paz del mundo. Y entrar en un debate acerca de la violación o no de los derechos humanos en nuestro suelo con un país que ha ayudado a violarlos sistemáticamente representa un verdadero acto de hipocresía, cuando no de cobardía moral.
Por lo dicho representa un deber elemental explicar las razones por las cuales hoy en día el régimen español, colaborador y sostenedor estrecho del genocida ministro Cavallo, en cambio la ha emprendido en contra de su homónimo, el capitán Cavallo. La misma se vincula estrechamente con la política “europea” que emprendiera años atrás la Sra. Tatcher en colaboración con el presidente Reagan en contra del gobierno militar argentino en razón de la guerra de Malvinas. En dicha ocasión la Unión Europea, de la que España forma parte, se declaró incondicionalmente a favor de la acción invasora. Dicha guerra, tal como lo hemos manifestado repetidas veces, no fue en contra de un gobierno en particular, ni tampoco por la posesión de un territorio, sino en contra de un estilo determinado de vida. Por ello tuvo estrecha afinidad con la que se emprendió recientemente en contra de Irak. En ambos casos se dijo que se lo hacía para incorporar a tales países invadidos a la “democracia”. Lo cual ha sido estrictamente cierto en los dos casos, aunque con suertes muy diferentes. En la Argentina, debido al asiduo accionar de reblandecimiento dirigido sobre su población y a la inexistencia de un poder espiritual que la contrarrestara, se terminó no sólo aceptando tal régimen de vida, sino en múltiples casos colaborando entusiastamente con el invasor, a pesar de todas las violaciones, sometimientos y “genocidios” padecidos. En Irak en cambio la circunstancia, tal como vemos, ha sido muy distinta.  Allí no ha quedado destruido el espíritu guerrero, sus Fuerzas Armadas no han podido ser aun “profesionalizadas”, es decir, convertidas en mercenarias de los norteamericanos y, a pesar de la dura ocupación, aun resisten con los resultados conocidos. En nuestro país el espíritu de la rendición, en el cual ha colaborado asiduamente nuestro “poder espiritual”, ha paralizado cualquier resistencia en su contra. Sin embargo los duros fracasos padecidos, producto de nuestra incesante sangría de recursos hacia los grandes centros del poder, ha hecho que a veces la población reflexione y empiece a considerar que es factible la posibilidad de que quienes fueron pintados por tales poderes como salvadores, en razón de los catastróficos resultados obtenidos, no sean tales, y que contrario sensu no sean tampoco males o no lo sean tanto los que ellos nos han pintado. Atacar a las Fuerzas Armadas es atacar por elevación al espíritu guerrero, es decir, aquel espíritu que considera la dignidad y el honor más importantes que el bienestar y la “vida”, es decir, lo opuesto exacto de la “democracia” que quiere imponérsenos para obtener así a un pueblo sumiso. Por ello el ataque a la persona del capitán Cavallo trasciende totalmente su circunstancia particular, los errores o aciertos que pueda haber cometido durante sus funciones, para elevarse hacia algo superior, a un principio esencial que vulnera y perturba a esos intereses que hoy nos oprimen.
A través de dicha acción y de otras que le seguirán, dirigida especialmente a la conciencia y memoria de los argentinos, se trata de enviarnos permanentemente el siguiente mensaje: “No violen los derechos humanos, es decir, cumplan puntualmente con sus obligaciones pagando vuestra deuda y respetando los contratos firmados... con las grandes multinacionales con sede en nuestros países. Vean lo que les pasa a los violadores. Nuestra justicia puede llegar a cualquier parte. Ni se les ocurra volver para atrás respecto de la democracia conquistada... por la Royal Navy. ¿Les va muy mal con la democracia? Bueno, la vuestra es aun joven, necesita varios años más para consolidarse. Aprendan de nosotros que con perseverancia obtuvimos con democracia el bienestar, (en lo cual Uds. han colaborado tanto).”
El capitán Cavallo hoy está preso de la justicia española esperando un “juicio oral”, el otro Cavallo, el verdadero genocida, en curiosa concordancia de acciones, acaba de anunciarnos que en un par de meses vuelve al país, luego de cumplir con sus compromisos académicos en los Estados Unidos, para lanzar un nuevo partido. Seguimos siendo pues una colonia vergonzante.

                                                Buenos Aires, 30-06-03