Comunicado n.º2

ANTE EL ATENTADO

 Atentados del 11 de septiembre: por qué la CIA no detectó los ataques  contra las Torres Gemelas de Nueva York (pese a las señales que tuvo) - BBC  News Mundo

El Centro de Estudios Evolianos ante la suma trascendencia que han tenido en el mundo los recientes atentados acontecidos en los Estados Unidos declara:

  1. Que repudia la forma que ha adquirido la guerra moderna en la cual, en vez de ser ejércitos que luchan entre sí en campos de batalla especialmente determinados, tal como aconteciera en la antigüedad clásica y aun en la “oscura” Edad Media, las víctimas principalmente sean civiles inocentes.

  2. Pero sería hipócrita y absurdo querer achacar dicho procedimiento exclusivamente al terrorismo que demoliera las Torres Gemelas y dañara seriamente el Pentágono. Tal como se ha hecho notar en sucesivas ocasiones, los Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial (Hiroschima y Nagasacki) y en todas las expediciones punitivas de los últimos años (Vietnam, Irak, Kosovo, etc.) han demostrado con creces haber sido pioneros en el procedimiento de atacar y exterminar a la población civil con finalidades militares.

  3. Que dejando a un lado dicha circunstancia sumamente dolorosa no podemos menos que sacar ciertas conclusiones respecto de estos hechos:

    1. Tales acontecimientos han servido para manifestar una vez más lo que algunos describieron como el carácter infantil de la civilización norteamericana. Es al respecto una de las características del niño la de carecer del sentido de las proporciones. En efecto, tal como los mismos norteamericanos lo han testimoniado en su prensa, mientras que por un lado Estados Unidos ha pergeñado sofisticados métodos de defensa satelital, nuclear, soldados biónicos, etc., ha descuidado en cambio elementales normas de seguridad aeronáutica, por lo cual con medios sumamente rudimentarios, como cortaplumas, navajas, paquetes simuladores de bombas, etc., se lograron destruir o dañar los principales símbolos del régimen, como el referido al poder financiero y al militar.

    2. También es de niño no medir con corrección la relación entre las causas y los efectos. Las desmedidas reacciones de Bush ante el atentado incriminando al mundo entero como terrorista, chantajeándolo a fin de que se declare a su favor, en vez de reconocer con humildad culpas propias; declarar guerras sin tener pruebas de culpabilidad no a un país, sino a personas. Todo ello es una clara muestra del anteriormente señalado temperamento infantil del norteamericano.

    3. Estos atentados han servido además para romper con el mito referido al carácter invulnerable que presenta la civilización yanqui con su avanzada tecnología, pero, además de ello, han permitido retornar a un concepto clásico y tradicional de la guerra, el relativo a la superioridad del hombre y de su valor respecto de la máquina.

    4. Que por lo tanto, por todo lo dicho y con independencia de la situación dolorosa antes apuntada, resaltamos el valor heroico de quienes se inmolaron en tales actos de ataque a los principales símbolos de la civilización norteamericana, vanguardia arquetípica de la modernidad. Y ello lo sostenemos con independencia plena de quienes puedan haber sido los ejecutores de los mismos, juzgando en exclusividad el hecho objetivo.

    5. Por último, ante quienes, en un exceso de suspicacia, opinan acerca de la posibilidad de que estos atentados hayan podido ser inducidos por los mismos Estados Unidos para justificar una intervención militar en el Oriente Medio, juzgamos que en proporción ha sido mucho peor para tal gobierno la puesta en evidencia de la vulnerabilidad del sistema que las ventajas que le podría haber brindado el hallazgo de un justificativo. Puesto que para ello hubiera podido acudir a medios más sencillos, pues bien sabemos que no es necesario usar un rayo láser para matar una mosca.

 

                                                                                                              Buenos Aires, 22/09/01