ROSAS Y EL FUNDAMENTALISMO ISLÁMICO

 

La picardía de Don Juan Manuel De Rosas. - Apuntes y mo...

El tratamiento dado al tema del fundamentalismo islámico por parte del gobierno inglés quien ha brindado asilo a muchos dirigentes de tal sector, nos hace recordar al que tal alicaído “imperio” brindara hace 150 años al gran caudillo tradicionalista argentino, Juan Manuel de Rosas. Es de recordar que tal gobernante, a pesar de haber combatido militarmente a la rubia Albión e incluso haber llegado a derrotarla en su época de mayor apogeo histórico, luego de haber caído en desgracia en el propio país, fue generosamente hospedado por el gobierno británico habiendo transcurrido en su territorio los últimos 25 años de su existencia sin haber sido molestado en ningún momento. No han faltado quienes, lo mismo que ahora en relación al tema de los distintos dirigentes fundamentalistas hospedados en Inglaterra, han llegado a decir que Rosas en el fondo era un agente británico y que por lo tanto la hospitalidad brindada era algo así como un premio o jubilación de por vida regalada luego de los servicios prestados con tanta eficiencia. Aunque no se pueda entender nunca cómo puedan haber sido “servicios” las batallas de Obligado, Tonelero y demás combates incondicionales gestados en contra de los ingleses imperialistas a los que se les impidió una y otra vez su ingreso a estas tierras del sur. Del mismo modo ahora no ha faltado una abundante bibliografía y exposiciones de personeros del sistema que nos tratan de convencer, en razón de tal presencia de “terroristas” en el propio territorio, de que el fundamentalismo islámico es en el fondo un instrumento del imperialismo británico para dominar al mundo (1), de la misma manera que según la misma lógica también lo habría sido en su momento el régimen rosista en nuestro país.
Reconozco que por mucho tiempo me costó hallar una explicación respecto del por qué el régimen británico aceptó brindarle hospitalidad en su territorio a un enemigo declarado de sus intereses, como el caso del tan recordado Rosas. Hasta que recuerdo que un día recibí una explicación satisfactoria de parte de un gran escritor revisionista argentino, hijo de otro de su misma talla que escribiera la mejor biografía sobre el Restaurador. Me refiero a Federico Ibarguren, a quien tuviera el gusto de conocer en vida. Recuerdo siempre que lo primero que hice cuando nos presentaron fue preguntarle sobre el tema del exilio de Rosas y lo paradojal que significaba su estancia en Gran Bretaña. Su respuesta fue realmente esclarecedora en muchos aspectos. De acuerdo a don Peco con Rosas Inglaterra habría aplicado el mismo procedimiento que con Napoleón Bonaparte. A tales líderes carismáticos era necesario tenerlos cerca y bajo control, no suprimirlos pues se los convertiría en mártires debido a la gran popularidad conquistada. Luego, una vez de mantenerlos un tiempo bajo su influencia, lentamente en una cárcel con barrotes dorados se los hacía sucumbir hasta que sus efectos se disolviesen para siempre. Cosa que resultó sumamente efectiva en los dos casos aludidos. Posiblemente si Rosas se hubiese hospedado en otro país a lo mejor hubiera tenido un contacto mayor con la Argentina y hasta podría haber hallado un momento oportuno para volver a su propio suelo. Pero no sucedió así y murió sin pena ni gloria en territorio británico hasta que sus restos hace apenas unos quince años fueron repatriados, pero, tal como hemos resaltado en otra oportunidad, ello fue hecho bajo el gobierno de Menem y con la colaboración activa de diferentes “revisionistas” reduciendo la dimensión de su figura fraguándola al nivel de un aspecto realmente caricaturesco. Por supuesto que en tal reflexión de ninguna manera nuestro interlocutor pensaba que Rosas era un equivalente de Napoleón, pues para él resultaba sumamente claro que mientras que el primero era un caudillo tradicionalista, Napoleón, quien daría nacimiento con su política al término “bonapartismo”, era en cambio un líder moderno quien con astucia y habilidad, utilizando ciertos instrumentos de la Tradición, logró hacer perdurar los principios subversivos de la Revolución Francesa. Lo único que quería destacar con su ejemplo era la identidad en el procedimiento adoptado con ambos.
Podemos decir que también aquí en relación al tema de los terroristas islámicos hospedados en territorio británico y a los cuales se les negó la extradición hacia sus países árabes originarios puede haber sucedido algo parecido. Si se los extraditaba no era algo seguro de que no volvieran a activarse allí donde se los enviara, lugares en los cuales contaban con muchos adeptos, hasta pudiendo acontecer también que tal hecho se convirtiese en una suerte de catalizador de un movimiento revolucionario. En cambio en el territorio británico se encontraban cobijados y bajo estricto control de los servicios de inteligencia. Claro que lo que no se alcanzaría a explicar, en especial por parte de los que sostienen que el fundamentalismo es un instrumento inglés, es cuáles pueden haber sido las razones por las que dicho país haya decidido atentar en contra de sí mismo. O también por qué ha cobijado a las serpientes que luego lo han mordido. ¿Es ello producto de una incompetencia o en realidad los que atentaron no eran exactamente los terroristas que cobijaban, sino otros que estaban afuera de su alcance? Seria entonces la primera vez que tal procedimiento les habría resultado contraproducente. Aunque reconozcamos que tal atentado de Londres los ha tomado de sorpresa, pues siempre nos afirmaban que tales hechos violentos, al tener su base en Inglaterra, acontecían sólo en los demás países. Pero no nos desalentemos demasiado, con seguridad en muy corto tiempo tales “poetas” de la política nos van a inventar, es decir “explicar”, algo nuevo e ingenioso. Tengámosle tan sólo un poco de paciencia pues las Musas no siempre se encuentran activas.

  1. Soslayando las poco serias reflexiones del psicodélico autor yanqui Lyndon Larouche, especialista en condenar a Inglaterra para eximir a los Estados Unidos, queremos hacer alusión a dos significativos exponentes vernáculos. Entre los pregoneros de la teoría del enlace británico del terrorismo islámico se encuentra por un lado un ex militar carapintada, el Tcnel. Ricciardelli, quien hace poco publicara un muy grueso libro encargado de explicarnos que los terroristas islámicos son en realidad agentes británicos. De la misma manera que a nivel mediático contamos con la presencia en la televisión kirchnerista de un operador autotitulado “nacionalista y católico”, de nombre Horacio Calderón, quien luego de haber manifestado tiempo atrás que el 11S había sido gestado por el gobierno alemán (¡!) en razón de la contundente prueba de que uno de los terroristas muertos había vivido un tiempo en tal país, ahora insiste en sembrar dudas respecto del atentado de Londres en razón del argumento de que Inglaterra ha negado la extradición a Jordania de un terrorista. Claro, lo que el operador hace de cuenta que no entiende es que a aquel país le interesa que tal régimen títere siga existiendo y no poner en juego su seguridad “extraditándole” un peligroso “terrorista” de gran popularidad entre su población. En todos los casos sería interesante saber qué medidas nos proponen, si es que las tienen y si es que están en contra, para hacer frente a tales “imperios”.

 

Marcos Ghio

Buenos Aires, 10-7-05