SITUACIÓN NACIONAL

PRESERVATIVOS Y MERCOSUR

 

Se podría pensar que la empresa de “educación sexual” de nuestros días, coronada con el reparto gratuito de preservativos en las escuelas, lo que suscitara el vasto repudio de la Iglesia católica y de un sector importante de la sociedad, no tiene vinculación alguna con lo acontecido en la misma semana en la Reunión Cumbre de Mar del Plata en la cual la Argentina, junto a otros cuatro países se resistió a ingresar al ALCA, privilegiando en cambio los intereses del MERCOSUR. Es de destacar en primer término que dicha postura, a pesar de toda la alharaca que se ha hecho al respecto, resulta totalmente irrelevante en relación al problema principal cual es la profundización de una mentalidad profundamente mercantil y consumista propia del mundo moderno en el cual la economía y de ésta su sector menos importante, la finanza, resulta ser el destino principal de las personas. La diferencia que existe entre los dos bloques enfrentados se reduce tan sólo a una cuestión secundaria relativa al proteccionismo que los Estados Unidos aplican a la propia agricultura, a través del otorgamiento de subsidios. El día que tal actitud inesencial desaparezca, lo cual es muy posible, entonces tales países no tendrán problema alguno en integrarse al ALCA, el cual en su filosofía no es sustancialmente diferente del MERCOSUR. En tanto que en los dos casos se trata de distintos “mercados” en los mismos las economías de las diferentes naciones se encontrarán estructuradas de acuerdo los principios de tales artificiales organismos. No será la necesidad del consumo de las personas la que determinará la producción de un país, sino a la inversa serán las necesidades de esta última las que determinarán aquello que los hombres deberán consumir. Y a su vez, como la subsistencia del capitalismo depende del incremento de la producción hasta límites incesantes, será en función de ello que se incrementarán hasta niveles patológicos las necesidades de consumo. Por otro lado no será el valor y la cantidad de productos existentes en un país, aquello que compone lo que se conoce como el mercado interno, lo que determinará el precio de un producto, sino inversamente será el “mercado externo” lo que lo dispondrá. Por ejemplo hoy aumenta la carne no porque haya disminuido la hacienda, sino a la inversa porque han aumentado las exportaciones gracias a una circunstancia económica exitosa. Es decir, lo que tendría que ser un beneficio originado en el ingreso de mayores divisas, significa inversamente un empobrecimiento de la mayoría de la población que debe pagar más por un determinado producto aunque éste exista en abundancia. Y finalmente no serán las naciones las que determinarán el valor y la cantidad a emitir de sus propias monedas, sino los organismos internacionales superpuestos aun a los diferentes “Mercados” (sea el ALCA como el MERCOSUR), los que lo dispondrán. En modo tal que la riqueza de un país así como el funcionamiento de su economía estará determinada siempre por la cantidad de un tipo de divisa, de valor puramente fiduciario, es decir basado en la confianza y el prestigio del país que la produce, en este caso el dólar, que se posea en sus arcas. El mundo está saturado de tal papel pintado de color verde, cuya cantidad exacta se ignora y un organismo privado, el Federal Reserve Bank, situado geográficamente en los Estados Unidos, es el que dispone la cantidad a emitir y la consecuente regulación de todas las políticas financieras del planeta.
Días pasados, cuando el jefe de tal organismo, don Alan Greenspan, exponía ante el parlamento norteamericano la política financiera de su banco, al manifestarle un diputado haberla comprendido, recibió esta curiosa respuesta. “Es que entonces no me debo haber expresado correctamente”.
Pero no nos hemos olvidado de los preservativos. Para que el absurdo nos gobierne sin impedimento y con facilidad y para que los hombres se conviertan en máquinas que no reflexionan, es indispensable un verdadero lavado de cerebro, una verdadera lobotomía mental a fin de que lo secundario se convierta en esencial y lo que es verdadero sea suplantado por el error y lo ridículo. Para ello es imprescindible la “educación”. Educación asistemática, principalmente a través de los medios masivos de comunicación, en especial de la televisión, que además de banalizar las mentes sembrando la ordinariez y el mal gusto, genere en las personas una verdadera obsesión sea por el sexo como por el consumo. Pero alguien dijo, cuando se reinstaló la democracia en 1983, que ésta jamás triunfaría si no abarcaba absolutamente a todas las manifestaciones sociales, por lo tanto también y principalmente la de la educación sistemática, la escuela.
El ministerio de Educación a través de su revista El Monitor (n.º 3, mayo de 2005) indica a los docentes todos aquellos procedimientos a utilizar a fin de que puedan reblandecer “democráticamente” a los jóvenes para convertirlos en marionetas dóciles a los planes de tales “Mercados”. Diferentes “pedagogos”, comenzando por el ministro Filmus, atacan todos los contenidos educativos “tradicionales” tratando así de desarticular la escuela. La lengua, se dice, es un sistema arbitrario de signos. Existen tantas como personas. El maestro no debe enseñar su lengua, sino interactuar con los lenguajes de todos sus alumnos. ¿Quién ha dicho que debe corregirse? Reconocer la existencia de una sola gramática es fachista, autoritario, respetar en cambio la gramática y el léxico de los otros es en cambio democracia. Babel ya puede consumarse. ¿Y la mala palabra? ¿Quién nos ha dicho que es tal? Es preferible que se digan antes que suscitar con su represión el silencio de los alumnos. Nuevamente corregir y educar es fachismo. ¿Y quien ha dicho que existe una música seria contrapuesta a otra que no lo es? La “cumbia villera” por ejemplo, al exaltar al delincuente y al delito, expresa más “autenticidad” que la novena sinfonía de Beethoven. Pues en razón de la miseria que ha vivido nuestro país el delincuente es un rebelde que se hace escuchar con más dignidad que aquel pobre que acepta resignado su condición. Lo mismo que el joven que se subleva ante el autoritarismo. El maestro no debe pues enseñar sino escuchar. La escuela no debe ser un arquetipo, ni proponer un modelo ideal de hombre ni de sociedad, sino que debe adaptarse a lo que el medio es, más aun desplegar las energías que en el mismo se encuentran latentes, a través del “diálogo” y el “debate”. Si gracias a la tele y a los ciber el sexo libre se ha convertido en una idea fija para los jóvenes (y en los no tan jóvenes), no se trata de corregir tal realidad sino de encarrilar lo que ya es, a través de un “sexo responsable”, con preservativo para poder fornicar libremente sin Sida ni embarazo. Del mismo modo que no se trata de salir del imperio del Mercado (del MERCOSUR o del ALCA) y del consumo, sino de obtener las mejores condiciones y  beneficios del mismo cuando se saquen los subsidios.
Ante las asnerías de Filmus, Kirchner, Maradona, Chávez y Greenspan, recordémoslo a Borges. “Un idioma es una tradición, no un modo de sentir la realidad, no un arbitrario repertorio de símbolos”.

Buenos Aires, 9-11-05

 

Lucas Baffi