MORALES Y KIRCHNER: DE SANTA CRUZ DE LA SIERRA A SANTA CRUZ DE LA PATAGONIA

Evo Morales Ayma al Twitter: 'Como hoy, 1950, nace en Argentina, un  revolucionario antiimperialista, el hermano Néstor Kirchner, un amigo  solidario con Bolivia. Un gran patriota que impulsó la integración de  Latinoamérica

En el reciente acto de asunción a la presidencia de Bolivia el líder indigenista y marxista Evo Morales ha manifestado haber aprendido mucho del ejemplo dado por el presidente Kirchner. Ello posiblemente sea por ciertas semejanzas de situación que existen entre los dos países en los cuales ambos gobernantes han tenido un especial protagonismo. En efecto, Morales acaba de manifestar que el objetivo principal de su gobierno es el de obtener que los recursos naturales de su país pertenezcan a la nación boliviana y sean por lo tanto administrados por su Estado y, en concordancia con ello, se ha declarado en contra de los objetivos formulados por los movimientos autonomistas o “federalistas” originados en la muy rica y gasífera provincia Santa Cruz de la Sierra la cual sostiene que, como tales recursos se encuentran en su subsuelo, deben ser propiedad de la misma y no del conjunto de la nación boliviana. Con mucha seguridad el ejemplo que le ha dado Kirchner a Morales consista en la corroboración del hecho de que él también pertenece a una provincia denominada Santa Cruz, pero de la Argentina, y que cuando era su gobernador, en sintonía con las restantes provincias patagónicas como Neuquén, Río Negro y Chubut, del mismo modo que su par boliviana, promovió un movimiento por la provincialización de un subsuelo también muy rico en gas y en petróleo, movimiento que, en función de tal objetivo, amenazó durante muchos años con constituir una federación y parlamento como camino previo a la segregación de la Argentina en caso de no aceptarse sus reclamos. Fue en consonancia con tal siniestro plan que el ex gobernador Massacessi de la provincia de Río Negro, luego de un viaje efectuado por Kuwait manifestó textualmente que, si las riquezas de la Patagonia fuesen usufructuadas en exclusividad por sus escasísimos habitantes, se alcanzaría una situación de bonanza parecida a la de tal emirato árabe. Dicho planteo abiertamente antiargentino, que no fue nunca denunciado por nadie, salvo por la publicación El Fortín en la que colaboramos desde su misma fundación, estuvo acompañado por una incesante plañidera efectuada por los diferentes gobiernos patagónicos que reclamaron durante años en contra del “centralismo porteño”, eufemismo utilizado para referirse al conjunto de la nación argentina y al grueso de su pueblo, que los “expoliaba” de sus recursos, los cuales según ellos no eran argentinos, sino patagónicos. Esta incesante presión, acompañada del oportunismo de los gobiernos nacionales de turno que en ningún momento le pusieron coto, se resolvió abruptamente con el pacto que establecieran los dos siniestros partidos que han “gobernado” a la Argentina en los últimos 22 años. Los mismos, en aras del logro de objetivos menores y mezquinos tales como la reelección de Menem o el logro de un tercer senador por provincia, modificaron la Constitución nacional estableciendo lo que la de 1853 no decía, entre otras cosas porque en dicha época no existían los hidrocarburos. Es decir que se estableció taxativamente que dichos recursos no eran más propiedad directa de la nación argentina, sino de las provincias que los poseían en su subsuelo. De este modo, gracias a tal increíble reforma, Santa Cruz de la Patagonia con apenas 180.000 habitantes se convertía en dueña del 35% de nuestro petróleo, que Neuquén con 365.000 habitantes del 80% de nuestro gas, y así sucesivamente. Es decir que lo que Santa Cruz de Bolivia promueve ahora en disonancia con los objetivos de Morales, Kirchner lo obtenía pacíficamente en 1994 gracias a una incisiva campaña y presión acompañada del aporte de una convención constituyente servil y cipaya, cuyos integrantes en algún momento deberán ser enjuiciados por traición a la patria. Sea el gobernante Morales como otros presidentes de la Argentina hasta la reforma constitucional de 1994 consideraron siempre, de acuerdo al sentido común, que el petróleo y el gas, en tanto bienes sumamente rentables y estratégicamente indispensables para cualquier nación debían ser de la comunidad en su conjunto y administrados por su Estado y no de un sector de la misma, aunque se tratase de una provincia, la cual representa siempre un grupo de particulares. Fue el presidente Frondizi quien manifestara en consonancia con tal razonamiento que la riqueza petrolífera argentina administrada por su Estado estaba en condiciones de financiar la salud y la educación, cosa que no sucedería en cambio si el petróleo dejaba de ser argentino, como ahora. Acotemos que, luego de tal reforma, gracias a que la Argentina se quedó sin su petróleo, por arte de magia desaparecieron los reclamos en contra del “centralismo porteño” así como el consecuente peligro de secesión insinuado por sectores de la Patagonia. Simultáneamente con la privatización de su principal empresa petrolera, justificada entre otras cosas en el hecho de no ser más los dueños de petróleo alguno, las provincias patagónicas iniciaron un verdadero remate de tales riquezas con contratos contraídos con empresas extranjeras a precios viles y a varios años de duración, hecho insólito en un mundo en el que tal recurso, debido a su carácter volátil, modifica sus precios en forma cotidiana. Las razones de ello se encuentran en el hecho de que los gobernantes patagónicos pudieron disponer así en forma rápida de grandes sumas de dinero para financiar sus emprendimientos. Entre ellos principalmente el de financiar sus costosas campañas electorales, tales los casos sea del actual presidente Kirchner como del neuquino Sobish, lanzado de lleno a una candidatura presidencial. Las cosas han sucedido así en modo tal que a partir de 1994 el peligro de la segregación de la Patagonia pasó a ser sustituido por uno mucho más grave consistente en la patagonización de la Argentina.
En la actualidad se habla de los casi mil millones de dólares que Kirchner ha sacado del país hacia un lugar desconocido, con la excusa de que “son de Santa Cruz”, fondos éstos correspondientes a la época en que la nación le liquidaba aun a las provincias las regalías petroleras, es decir hasta el año 1994. ¿Pero cuánto es lo que desde esa fecha en que las provincias han pasado a ser propietarias del subsuelo han girado hacia el exterior y cuánto es el dinero que han cobrado de las empresas extranjeras? Esto por supuesto nadie lo sabe. Pues ¿por qué hemos de preocuparnos los argentinos por dineros que son de Santa Cruz, de Neuquén o de Río Negro?
Dijimos que Morales, a diferencia de Kirchner, es además de marxista, indigenista. Es por lo tanto un político ambiguo. Es de esperar que su mitad indigenista prime sobre la otra marxista y que cumpla así con el juramento aymará efectuado en Tihuanaku: “No robarás, no mentirás”.

Lucas Baffi

Buenos Aires, 24-1-06