LA EMISIÓN DE DINERO

(Extractamos partes significativas del importante texto sobre el  tema elaborado por un investigados del Instituto Mariano Fragueiro) 
                                                                                                                   por Héctor Bardi
 

 

PRIMERA PARTE :  Entre 1694 y 1971, con vigencia del patrón oro

 

A partir del año 1694 en que se creò el Banco de Inglaterra, considerado hoy el primer Banco Central del planeta, y específicamente desde 1844 en que la llamada  Peel Act impulsada en el Parlamento británico por el Canciller Robert Peel adjudicara exclusividad al Banco de Inglaterra para emitir la libra esterlina, el Sistema de emisión y creación de dinero es tan sencillo e infantil que cuesta creer que sea aceptado por Estados Soberanos, serios catedràticos de prestigiosas Universidades, profesionales de todas las disciplinas del saber, importantes industrias nacionales y transnacionales, poderosos hombres de negocios  y por el pùblico en general. Un detalle de la secuencia “standarizada” de emisiòn  es:

1) El Gobierno de un país anglosajón líder solicita un “préstamo” a un  banco emisor de capitales privados de su propio país, banco que cumple funciones de Banco Central y que es controlado por personas fìsicas particulares anònimas.  Esta solicitud no es verbal sino que se escribe en un papel (título de deuda, bono, pagaré,  etc.) que cumple las funciones de obligaciòn dineraria, reconocimiento de deuda y promesa de pago oficial del Gobierno.

2) El Banco emisor privado recibe la “solicitud” (el papel escrito por el Gobierno), la “aprueba”, la guarda como “garantía” y ordena una impresión y emisión de moneda, también de papel (billetes de banco), apta para cancelar deudas, por una cantidad generalmente idéntica a la escrita en el papel del Gobierno, cantidad supuestamente representativa de una fracción del oro (la emisiòn se efectùa dentro del sistema del patròn oro) que supuestamente el banco posee en sus bóvedas (supuestamente significa una total inexistencia de controles y auditorías gubernamentales al respecto).

3) El papel escrito y emitido por el Gobierno es un instrumento financiero (título de deuda, bono, pagaré, etc) que cotiza en Bolsa y cuya aceptaciòn como inversiòn es optativa segùn convenga. O sea es dinero. Toda emisión de deuda es siempre una emisión clandestina de dinero. Al cotizar en Bolsa sufre los vaivenes de la misma y su cotización inicial siempre es menor que su valor nominal. Recién a la fecha de vencimiento se acerca al valor nominal. Habitualmente nunca esta cotización es mayor que el valor nominal  (salvo, actualmente, con Bonos del Tesoro de los EEUU muy antiguos).
 
4) El papel escrito y emitido por el Banco privado emisor no es un instrumento financiero sino que es moneda de papel (billetes de banco) de curso forzoso legal (su aceptaciòn es obligatoria por ley) apto para efectuar pagos, comprar y vender y apto para cancelar deudas. Por no cotizar en Bolsa este papel no se deprecia (dentro del ámbito geográfico econòmico  soberano de ese Gobierno), y siempre mantiene constante su valor nominal.

5) O sea que de ambos papeles escritos y emitidos por el Gobierno y por el Banco privado emisor, uno, el del Gobierno, disminuye inmediatamente su valor (se deprecia) y el otro, emitido por el Banco privado emisor, se mantiene siempre en su valor y no se deprecia salvo por inflación, que actualmente también controla el Banco privado emisor.
El sistema actual de Metas de Inflaciòn, diseñado por el BPI, Banco de Pagos Internacionales de Basilea (privado), el Banco Central de todos los Bancos Centrales de los 190 paìses de la ONU,  al que adhiriò el BCRA de Argentina (la Reserva Federal de EEUU, privado, no adhiriò)  es exclusivamente  para “evitar la inflaciòn” del dinero emitido por los Bancos Centrales. No existe un sistema de Metas de Depreciaciòn  anàlogo para evitar la depreciaciòn de los bonos de deuda emitidos por los Gobiernos.

6) El papel escrito y emitido por el Gobierno, por ser un  reconocimiento de deuda y  una promesa de pago (título de deuda, bono, pagaré, etc.) con fecha de vencimiento  escrita en èl,  paga interés e indica claramente que el Gobierno le debe al Banco.

7) El papel escrito y emitido por el Banco emisor, por ser moneda, no tiene fecha de vencimiento; no sòlo no paga intereses sino que ademàs el Banco cobra los intereses del papel escrito y emitido por el Gobierno e indica claramente que el Banco privado  emisor no le debe nada a nadie. Los intereses a pagar por el Gobierno (la cifra, la cantidad) no están contemplados dentro de la cantidad de billetes de banco impresos y emitidos por el Banco emisor; éste es uno de los grandes secretos del sistema, ya que para pagarlos el Gobierno deberá escribir (emitir)  nuevos papeles de deuda y el Banco privado deberá escribir (emitir) nuevos papeles moneda (billetes de banco). Así, para poder pagar, el Gobierno está atado y condicionado al Banco privado emisor para siempre.

8) Ambas entidades, Gobierno y Banco emisor, escribieron y emitieron papeles, pero los que escribió el Gobierno, sólo por tener distinto nombre y  significado, disminuyen inmediatamente su valor y además exigen, por ser promesas de pago,  escribir otros papeles (interés, más deuda) y además el Gobierno reconoce explícitamente que él le debe al Banco emisor (o sea el Gobierno se reconoce y se condiciona como deudor).

9) En cambio, los papeles que escribió el Banco privado emisor, por llamarse moneda, no sólo mantienen su valor sino que  incrementan el capital del Banco con los intereses de los  papeles escritos  por el Gobierno, ya que para pagar estos intereses es necesario que el Banco emisor escriba más papeles moneda. El Banco emisor es acreedor y el Gobierno lo reconoce como tal. El papel escrito por el Banco emisor es entonces infinitamente mejor y comercialmente más importante que el papel escrito por el Gobierno.

11) El costo (gasto) del Gobierno (papel y tinta) para escribir un papel de emisión de deuda (emisión de dinero) o para escribir un papel de emisión de billetes (emisión de dinero) es el mismo; pero desde sus orìgenes el Sistema funciona escribiendo (emitiendo) el Gobierno sólo papeles de deuda (bonos, pagarès)  y escribiendo (emitiendo) exclusivamente  el Banco privado emisor los papeles moneda (billetes).

10) Supuestamente el Banco emisor posee oro para respaldar la emisión. Pero el Gobierno, que representa a todos los ciudadanos, no supuestamente sino concretamente, posee tierras, ríos, montes, cosechas, árboles, mares, pesca, playas, ciudades, puentes, carreteras, diques, represas, minerales, metales, etc., en cantidad, calidad  y valor infinitamente superior al presunto oro respaldatorio del Banco emisor. El Gobierno está en condiciones mucho más ventajosas materialmente (tiene más Activos Tangibles) para respaldar monetariamente papeles escritos que sean moneda de curso forzoso legal (billetes). Sin embargo, con todo el poderío económico a su favor, además del militar, acepta sumisamente ser deudor en lugar de ser acreedor, acepta escribir papeles que se llaman deuda (que igual son dinero) en lugar de escribir directamente los papeles que se llaman moneda.
12) Las razones psicológicas para que, increìblemente,  hayan sucedido,  sucedan y sigan sucediendo estas cosas durante más de trescientos años, desde 1694 hasta el siglo XX (1971) y hasta hoy mismo en el siglo XXI, habiendo el hombre viajado a la Luna hace más de treinta y cinco años y viviendo la Humanidad en la Era del Conocimiento es un misterio insondable que resulta de imposible comprensión.

 “El vivo vive del zonzo y el zonzo de su trabajo”. Quizás sea esta la única explicación lógica, la razón de la sinrazón, ya que durante más de trescientos años  menos de trescientas personas han representado el papel de Cristóbal Colón comprando cosas útiles y valiosas  a los aborígenes del Nuevo Mundo (materias primas)  pagando con chucherìas y baratijas de colores (billetes, papeles impresos y asientos electrònicos) y los seis mil quinientos millones de personas que habitamos el planeta Tierra hemos hecho el triste papel de ignorantes y crédulos aborígenes aceptando las chucherìas y las baratijas (billetes, papeles impresos y asientos electrònicos) y entregando crèdulamente a cambio de ellas nuestros trabajos, nuestros desvelos, nuestras privaciones,  nuestros sufrimientos y angustias, nuestras riquezas, nuestra educación, nuestros recursos naturales y materias primas por creernos reales deudores de la Banca privada creadora y emisora de dinero.

Haber transformado en  tontos a los seis mil quinientos millones de habitantes del planeta, burlarse de ellos por màs de trescientos años  y continuar hacièndolo en el siglo XXI ha sido y es, sin duda, un logro  magistral de la Alta Finanza Internacional.

El profesor John K. Galbraith, Premio Nobel de Economía, indica con absoluta precisiòn y meridiana claridad  en su libro “El Dinero” que: “El proceso de creación del dinero por los bancos es tan simple que repugna a la mente”.

 Más claro, agua.

 

 

SEGUNDA PARTE : desde 1971, fin del patrón oro,  hasta hoy

(...)
De tal manera suceden las cosas en la “Alta Finanza”  que el CPU (Control Process Unit), el “cerebro” del Computador Central del Sistema, funcionando como todos los CPU en base a lenguaje absoluto de máquina, sistema de numeración binaria, bits, bytes y caracteres, ceros (0) y unos (1) expresados por el paso de la corriente eléctrica en microscópicos elementos semi conductores, en los hechos es aceptado mundialmente como el cofre del Tesoro de Alí Babá, la cueva donde simultáneamente se almacenan los “capitales” (el “dinero” virtual, intangible, irreal, sólo psicológico, invisible, sin existencia física o sea inexistente) y la informaciòn sobre los capitales de todo el planeta Tierra. Dejamos a cargo del lector imaginar quiènes puedan ser los 40 ladrones.

Los propietarios del Computador Central, direccionan las acciones del resto de las personas del planeta con las cifras que “fabrican” sin costo alguno en los archivos y en las memorias electrònicas del mismo,  cifras que “liberan al circulante” tan pronto  como consiguen obtener algún gobierno imbécil que acepte ser deudor por ellas, que nadie controla en calidad ni en cantidad màs que ellos mismos. Las reglas del juego indican que todo gobiernos “soberano” que  permita ser tomado por tonto, que acepte ser ignorante y que tecnológicamente se deje humillar gratuitamente, no será tratado con respeto.

El público debe creer obligatoriamente  que la información leída según la posición de los bits, bytes y caracteres es  dinero contante y sonante (si los “gobiernos soberanos” lo creen, los ciudadanos también deberán creerlo) a pesar de que en realidad no es nada parecido al dinero de ningún tipo en ningún tiempo de la Historia sino que tan sólo son millones y millones de alambrecitos con corriente elèctrica para un lado o para el otro, prendidos (1) o apagados (0),. Para que lo crean (y para que no se atrevan a dudar) es que se impone compulsivamente la bancarización, o sea anotar y transferir cifras por tarjetas plásticas, de tal manera que una persona no podrá dar sumas de dinero a otra persona, ni propina siquiera, sin que esté la Banca  metida de por medio con una anotación de cifras.

En el pasado a esta situación se la llamaba (por lògica) burocracia de intermediación parasitaria y se trataba de evitarla, para bajar costos  superfluos de  intermediación.  En el presente se  la  llama bancarización y se trata de promoverla, aunque aumente los costos de intermediación (*). El proceso de estupidización colectiva, necesario para lograr semejante alienación del público (lograr no sòlo que no cuestionen sino que ni siquiera pregunten), a fin de mantener en una perpetua ignorancia a la ciudadanía se lleva a cabo desde las cúspides de las pirámides sociales y gubernamentales de cada paìs  por medio de la complicidad de las élites bancarias y de la “influencia” de las mismas sobre los funcionarios de gobierno y sobre los políticos, que conseguirán por este trabajo y por este “servicio” más anotaciones de cifras a su favor, o sea más señales eléctricas microscópicas prendidas (1) que apagadas (0) en sus cuentas del futuro Computador Central del Sistema.

La fabricación o emisión del producto dinero se efectuaba hasta hace poco tiempo en los EEUU tal como fue ideada en 1694 al fundarse el Banco de Inglaterra, cuando el dinero estaba siempre respaldado por lo menos en un  10% en oro  (sistema del patròn oro). Este mecanismo de emisión fue efectuado por la Reserva Federal, banco privado como el Banco de Inglaterra, desde 1922 (dado que la divisa internacional ya no fue la esterlina sino el dólar), según un ritual solemne que consistìa en llevar con pompa, boato y seriedad Bonos de Tesoro de los EE.UU. para que la Reserva Federal emitiera dólares contra la tenencia en resguardo de dichos Bonos. Según cuentan, una ceremonia impactante.
 
A partir de 1971 en que el dòlar se “desenganchò” del oro y quedò como moneda y divisa fiduciaria, o sea sin respaldo, virtual, intangible, sólo psicológica, sólo papel pintado y/o etiquetas de botella (como dijera despectivamente León Trotsky del rublo soviético poco antes de ser asesinado el 20-08-1940 en Coyoacán, México), dependiendo exclusivamente su valor de la confianza que en ella tengan sus usuarios, esta impactante ceremonia  ya no se hace màs dado que tampoco los Bonos del Tesoro de los EEUU tienen existencia física sino que  sòlo son  anotaciones de cifras en “resguardo” de otras cifras que se “emiten” (y se anotan) y que dan como “interés” otras cifras adicionales anuales, que también se emiten y se anotan y que se pagan por medio de “cupones” de renta periódicos, que también son sólo nuevas cifras que se anotan y viejas cifras que se borran (desanotan).

Todas las cifras anotadas y desanotadas y las que se anotarán en el futuro, ya sean en carácter de “resguardo” (bonos) o en carácter de “dinero” (dólares) son dinero inexistente, sólo el significado abstracto de la interpretación de las posiciones de microscópicos elementos semi conductores prendidos o apagados, con corriente en un sentido o en el otro, según el sistema de numeración binario, ceros (0) y unos (1) en infinitas secuencias lineales. Como una burla adicional a la inteligencia (o a la falta de inteligencia) de los seres humanos y de los ciudadanos de los 190 países del planeta nucleados en la ONU, a las largas secuencias de chips con conductores prendidos y apagados, de abstractos  (0) ceros  y  (1) unos  cuyas infinitas combinaciones se interpretan como cifras le han sido adjudicadas increíbles facultades de “respaldarse “ unas con otras  segùn  la  “paridad” del significado de chips prendidos y apagados que fije el “mercado”.

De tal modo suceden las cosas que una larga secuencia de bits prendidos y apagados  en el computador del Banco Central de la República Argentina (BCRA), secuencia llamada pesos, debe “respaldarse”  en  otra larga secuencia de bits prendidos y apagados del computador del Banco de Pagos Internacionales de Basilea (BPI), secuencia llamada “canasta de dòlares, euros, yens, etc” que figuran allí como “reservas” en divisas de la Argentina  a efectos de recibir un “interès” (señoreaje), una secuencia adicional de bits que el BPI le “paga” al BCRA por “depositar” en èl sus “monedas de pagos internacionales” .  
O sea que el monto (en sistema numèrico decimal) del significado (cifras en binario) de bits prendidos y apagados en los chips de la computadora del BPI a nombre  del BCRA (reservas de Argentina en dòlares) debe “respaldar”, segùn la “paridad cambiaria” del momento, al monto (en sistema numèrico decimal) del significado (cifras en binario)  de bits prendidos y apagados  en los chips de la computadora del BCRA equivalentes al volumen del circulante (en pesos) de la Repùblica Argentina. ¡Què atropello a la razòn !

Toda la Humanidad debe creer alienadamente que estas abstracciones psicológicas virtuales e  intangibles sean moneda  nacional (con los cuatro atributos básicos de toda moneda nacional: ser medio de pago, ser común denominador de los valores, ser patrón de pagos diferidos y ser reserva de valor) si las configuraciones de cadenas de bits prendidos y apagados estàn en los microchips de la computadora de un Banco Central, y/o divisas internacionales si los bits están en los  microchips de la computadora de la Reserva Federal y/o en los microchips de la computadora del Banco de Pagos Internacionales de Basilea, a pesar de que las computadoras fueran iguales o fabricadas por la misma empresa..
 
Toda la Humanidad  debe creer alienadamente que estas abstracciones psicológicas sean dinero contante y sonante y/o deudas y/o intereses, y/o promesas de pago, y/o títulos de deuda soberanos que además  se pueden “canjear” (con o sin “quitas”) unos con otros (se “canjean” las cifras, el significado de la secuencia de posiciones de los bits  prendidos y apagados) en canjes, blindajes y megacanjes de ciencia ficción, que no de realidad.

El grado de abstracción llega a tales extremos de irrealidad que incluso se generan iniciativas tendientes a  que con el significado (las cifras) de la posición de los chips y  microchips  existentes en las memorias y en los archivos de estas computadoras se puedan eventualmente “comprar” territorios soberanos de paìses también “endeudados” en secuencias de microchips, y el que no lo acepte,  una prenda (o varias) tendrá.

El antiguo apotegma bancario de que “un préstamo genera un depósito” y/o de que “una deuda legitima una emisión” desde 1971 se expresa como “toda cifra digital positiva en el Computador Central del Sistema  se legitima por una cifra digital negativa idéntica en la computadora del  Banco Central de un país ignorante que acepte ser deudor por ella”  

 Tanto las èlites de los 190 paìses de la ONU como los “economistas” tecnócratas de las escuelas económicas de Chicago, de Harvard, de Yale  (y de otras) están listos en stock en las Fundaciones (financiadas tambièn con cifras correspondientes a largas secuencias de chips prendidos y apagados) para anatematizar al atrevido que intente criticar los “beneficios” y “bondades” del “Sistema de Cablecitos Conductores”, como si fueran los Torquemada versión siglo XXI de la antigua Inquisición española.

Llegados a este punto del desarrollo psicològico del “Sistema del Patròn Chip”, y/o “Sistema del Patrón Cifra” y/o “Sistema del Patròn Bit”,  sistema intangible que desde 1971 ha reemplazado al antiguo sistema tangible del patròn oro, la “moneda”  del paìs en el que està radicado el Computador Central (antes Inglaterra y hoy los EEUU) es sòlo el nombre propio de la posición de bits prendidos y apagados de los chips y microchips que configuran las cifras que increìblemente son aceptadas como “respaldo” de otros nombres propios (otras monedas) de otras cifras configuradas por los chips y microchips de los archivos de las computadoras de los Bancos Centrales de los 190 paìses de la ONU.

 

Esas cifras del Computador Central (propiedad de ciudadanos privados) pueden  ser “inventadas”, acumuladas y  creadas de la nada sin lìmites ni restricciones (sòlo es necesario digitar una cifra en el teclado, ponerle delante el signo màgico $, apretar la tecla “enter” y ¡Bingo! ¡ya hay divisas!) y  por  ser  aceptadas sumisamente como dinero real y como las ùnicas divisas válidas para Comercio Internacional por gobiernos “soberanos” y por Naciones “soberanas” esas intangibles cifras sorprendentemente se transforman, por la ignorancia, por la complicidad y/o por el abyecto servilismo de  los gobernantes de esos 190 paìses  en un  instrumento estratègico de poder y entonces  esas virtuales, inexistentes  y abstractas cifras son,  increíblemente para el siglo XXI,  poder acumulado.

Haber transformado en  tontos a los seis mil quinientos millones de habitantes del planeta, burlarse de ellos por màs de trescientos años  y continuar hacièndolo en el siglo XXI ha sido y es, sin duda, un logro  magistral de la Alta Finanza Internacional.

 

 

(*)En Argentina el presidente del BCRA Martín Redrado  se reunió el 6 de marzo del 2006  con los integrantes de la Asociación de Bancos de Argentina (ADEBA) con quienes analizó la posibilidad de crear una comisión para incrementar la bancarización de la población y  estimular el consumo de productos financieros. Los banqueros presentes , encabezados por el presidente de ADEBA Jorge Brito (Macro-Bansud), le plantearon a Redrado su urgencia para encontrar vías de acción que les permitan “profundizar el uso del débito directo”,  “el pago electrónico de servicios”, la “intensidad del uso de dinero bancario”, el “estímulo a la cultura del ahorro bancario”  y la “confianza en el sistema financiero”. Ni Maquiavelo podría expresarlo mejor.

Como si el “corralito” y el “corralón” no hubieran existido. Dados el rechazo y  la lógica y bien fundamentada desconfianza del público hacia el dinero secundario y/o bancario, dinero inexistente sobre el que hay que pagar intereses pero que si se lo reclama en efectivo no está (nunca estuvo más que en intangibles anotaciones de “libros contables” digitales) los banqueros pretenden nada más ni nada menos que sea el BCRA (puesto que sus técnicas de marketing no alcanzan para borrar del imaginario colectivo lo sucedido en 2001y atraer nuevamente al pùblico) el que se transforme en su agente gratuito y encubierto de marketing y ventas y obligue compulsivamente por ley a la gente a hacer lo que la gente no desea hacer para no perder su dinero en comisiones, cargos, intereses y toda la parafernalia de ítems con los que los bancos recortan su dinero.  Dinero que si se lo reclama nuevamente en efectivo  puede no estar (y de hecho no está) , tal  como sucediera en  2001.

 

 

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