PERONISMO Y AMIA

25 años del atentado contra la AMIA – UMAI

En 1994, en pleno desarrollo de la sangrienta crisis del Medio Oriente, territorio en el cual hoy en día de manera ostensible se desarrolla una verdadera guerra de civilizaciones, aconteció el famoso atentado de la AMIA. Luego de 12 años de idas y venidas, juicios anulados, testigos falsos, denuncias y juicios políticos a jueces, el fiscal hoy a cargo de la causa acaba de pedir el procesamiento de los integrantes del gobierno iraní de ese entonces.
Al respecto digamos lo siguiente. Aun aceptando que ello fuera cierto, la realidad es que lo más probable es que incluso el fiscal sepa que tal pedido termine en la nada pues ni se encontrarán las pruebas suficientes para condenar a los imputados, luego de tantos años de acontecido el hecho sin que se haya podido dar con la famosa pista local, ni tampoco se logrará extraditar o detener alguna autoridad imputada.
Por lo tanto habría que decir que tal pedido efectuado ha tenido como única finalidad dar por sentado un hecho que a todas luces es indubitable. Que ha debido ser un gobierno del Medio Oriente, que puede ser Irán o Siria, la diferencia es secundaria, el que ha estado detrás del atentado, puesto que, por lo que veremos, los mismos han tenido razones de sobra para efectuarlo.
Arribados a este punto y antes de avanzar en nuestro análisis tratemos de contestar a aquellos que durante todo este tiempo han insistido hasta el hartazgo en la absurda hipótesis de que fueron los mismos judíos los que se autoatentaron. Tal conjetura se basa en una serie de argumentos endebles que trataremos de resumir aquí. El primero de ellos consiste en considerar que el movimiento Hezbollah, al que se ha imputado directamente la organización del hecho, no ha reconocido su autoría como en cambio lo ha hecho en otros casos. Acá se soslaya el hecho notorio del vínculo entre esta organización y el gobierno iraní, que son prácticamente una misma cosa. Si ello hubiera sido cierto, es decir si tal organización hubiera hecho el atentado en ningún momento lo habría reconocido públicamente por tratarse de un conflicto entre Estados que no se encuentran en una situación beligerante, tal como podría haber sucedido en cambio en el caso de atentar en contra de Israel.
Más ridículo todavía es considerar que fueron los mismos judíos los que realizaron el atentado. Quienes sostienen tal hipótesis enfatizan en las diferencias que existen entre sectores de derecha y progresistas en la sociedad israelí y toman como ejemplo el atentado que le costara la vida al ministro Rabin. Ambos casos son totalmente diferentes. Si bien pueda entenderse este último como una manera de sacar de circulación a un político molesto para los propios fines, no se entiende cómo esa misma actitud pueda haberse tomado en el exterior con personas pertenecientes a la misma comunidad pero prácticamente ajenas al conflicto que se desencadena entre ambos sectores. Por otro lado encontramos también otra contradicción: si al rechazarse la hipótesis de Hezbollah se dice que ello es porque nunca ha atentado en el exterior (como si no lo pudiera hacer alguna vez), ¿por qué no se alega también que los grupos de derecha no han atentado nunca en el propio país con sus compatriotas de la manera como lo han hecho en AMIA?
La hipótesis de los gobiernos del Medio Oriente como autores del atentado se fortalece además con otra que no menciona el fiscal. Es la hipótesis Menem. La misma brinda argumentos complementarios para explicar las razones del atentado. Es de destacar que en 1989 el peronismo logró volver al poder luego de haberlo perdido en 1976. El jefe de tal partido en ese entonces gestor de tal importante triunfo electoral, el aludido Menem, se mostró como un perfecto discípulo de su maestro Perón, aplicando a rajatablas la doctrina de la doble verdad (aunque en algunos casos podría hablarse de tercera y hasta de cuarta verdad)*. La misma consiste en decir una cosa y luego hacer exactamente lo contrario. Por ejemplo Menem prometió reconquistar las islas Malvinas a sangre y fuego, pero cuando accedió al gobierno les regaló ositos peluches a sus usurpadores. Manifestó que se iba a oponer al imperialismo norteamericano, pero una vez en el gobierno manifestó querer tener “relaciones carnales” con el mismo y llevó a la práctica tal meta enviando tropas militares a Irak en la invasión que hiciera EEUU a tal país. A su vez, para crear esa imagen falsa de nacionalismo que le hubiera podido hacer ganar las elecciones, se rodeó de varios incautos y funcionales militares carapintadas del estilo de Rico y Seineldín a quienes sedujo con cargos que luego nunca otorgó.
Se ha sabido de fuentes muy confiables que, en razón de su discurso antisionista anterior a las elecciones (luego se supo que su apellido originario era Menehem y que había tenido una nodriza judía en su infancia), hubo un gobierno árabe que financió su campaña electoral.
No resulta entonces descabellado pensar que tales regímenes, para los cuales un traidor y un mentiroso es lo peor que puede existir, hayan pensado en propinarle una represalia que además sirviera para que en lo sucesivo la Argentina no se metiera más en una guerra en el Medio Oriente del lado del opresor. Sería bueno en cambio tener un gobierno que envíe voluntarios a luchar en contra de la ocupación norteamericana en Irak, pero eso obviamente nunca sucederá con un régimen peronista. Al respecto es dable pensar también que el atentado a la AMIA se enmarca en la muerte misteriosa padecida por el hijo de Menem, tema en el cual ha insistido notoriamente su ex mujer.
Nosotros consideramos que el atentado de la AMIA fue un acto de guerra en contra de un país beligerante que obtuvo como resultado que nunca más se inmiscuyera en contiendas punitivas junto a los norteamericanos. Lamentamos enormemente que la guerra contemporánea no sea como las que se desarrollaban en la antigüedad y aun en épocas no tan lejanas, en campos de batalla y con ejércitos profesionales. Repudiamos que los ataques se hagan contra civiles. Pero hay que destacar también que tal procedimiento no solamente es aplicado por los regímenes fundamentalistas islámicos, sino también y principalmente por los civilizados y “cristianos” gobiernos occidentales, así como por sus “hermanos mayores” que han institucionalizado la tortura.
Es por tales razones que en ningún momento hemos hecho público repudio alguno por tal acontecimiento bélico.
Y queremos resaltar también que, a pesar de no habérselo achacado a los judíos como han hecho algunos autoproclamados y aun fanáticos antijudíos confesos, tan sólo nosotros hemos sido procesados por el juez Urso ante una denuncia en nuestra contra por parte del embajador de Israel en 1995.

 

Marcos Ghio
Buenos Aires, 3-11-06