CUERNO DEL ÁFRICA

SE EXTIENDE LA GUERRA DE CIVILIZACIONES

 

En la semana que comienza se juega una instancia decisiva en la guerra de civilizaciones iniciada el 11S del 2001. Vence en la misma el ultimátum que las Cortes Islámicas de Somalia, calificadas por el Departamento de Estado norteamericano como lo peor de Al Qaeda, le dieran al gobierno de Etiopía para retirarse del territorio somalí pues de lo contrario será atacado. Recordemos, para quienes ignoran tal situación, que en junio de este año el grupo fundamentalista expulsó al gobierno de su país de la capital, la ciudad de Mogadiscio, pasando a ocupar en el transcurso de este tiempo más del 90 por ciento de la totalidad del territorio y quedando reducido el régimen prooccidental a la posesión de la ciudad de Baidoa en un radio de apenas 30 kilómetros de extensión y se hubiera producido su indefectible capitulación de no ser que las tropas del vecino y aliado etíope no hubiesen salido a defenderlo. La eventual caída de tal ciudad y la extensión de la guerra al territorio del país vecino daría lugar a un nuevo conflicto de dimensiones superiores por su importancia incluso al irakí por las circunstancias que aquí enumeraremos.
En una fecha cercana a la caída de Mogadiscio, en una de sus habituales apariciones televisivas, el n° 2 de Al Qaeda, Al Zawahiri manifestó que la estrategia de su organización, a diferencia de aquellos que pretenden competir con Norteamérica en el plano de la economía (1), es en cambio la de destruirle su aparato productivo en el que se cimienta el militar. De este modo se trata  de reducirle al máximo a éste y a su aliados el abastecimiento de combustible de los lugares de donde lo importa, en el caso aquí especifico, del África y del Medio Oriente. Se considera así que es preferible no venderles combustible y de esta manera hacer colapsar su economía antes que “hacer negocios” con ellos. Pero en la medida que los actuales gobiernos del Medio Oriente prefieren esta última posibilidad, de lo que se trata entonces es de destruir las refinerías, los pozos petrolíferos y principalmente sabotear las diferentes vías de abastecimiento. En tal línea es que se inscribe la destrucción de la estructura petrolífera de Irak, país que ha dejado de ser exportador de petróleo y los permanentes sabotajes a las compañías petroleras con secuestros de ejecutivos extranjeros en Nigeria. Pero el Cuerno de África tiene una importancia mayor que todos estos ataques fragmentarios que apenas disminuyen en su capacidad el flujo de combustible hacia el Primer Mundo. Dicho territorio, que incluye a Etiopía, Somalia y a las pequeñas repúblicas de Eritrea y Jibuti, ha sido durante varios siglos el “patio de juego” de las superpotencias. Localizado en la punta oriental del África, al suroeste de la Península Arábiga, el Cuerno del África tiene una importancia geopolítica única. Representa el punto de comunicación entre el Mar Rojo y el Océano Índico, hallándose su parte más estratégica justamente frente al litoral de Somalia. Desde el mismo es posible detener todo el trafico marino entre Europa y Estados Unidos y Asia Oriental al bloquear la entrada al Mar Rojo que conduce hacia el Canal de Suez en el norte. De esta manera quedaría perturbado el curso normal de los superpetroleros que atraviesan en forma obligada por tal región transportando el combustible desde el Medio Oriente. Pero además otro hecho fundamental que otorga un valor sin igual a tal región es que las fuentes del río Nilo, de importancia vital para Egipto, en estos momentos uno de los principales aliados de EEUU en el Medio Oriente, se encuentran justamente en las montañas de Etiopía. Por lo tanto el dominio del Cuerno del África implica una gran influencia no sólo para el comercio mundial y el transporte marítimo, sino sobre la misma estabilidad de Egipto y el Medio Oriente.
Llama al respecto poderosamente la atención el silencio con el cual tal acontecimiento ha sido tratado en el seno de la sociedad norteamericana, obsesionada hoy en día en la resolución de otros conflictos que a nuestro entender no son tan grandes como el que se está por desencadenar. Sin embargo no sería de extrañar que este silencio público sea premeditado. Norteamérica conserva una experiencia traumática respecto de Somalia por lo acontecido hace 13 años cuando, luego de haber intervenido militarmente en tal país, tuvo que retirarse en forma abrupta y de una manera más vergonzosa aun que en Vietnam en la medida que lo hizo luego de que la población celebrara la masacre de 18 marines arrastrados entre la multitud como trofeos de guerra. Pero además el recuerdo de Somalia trae a colación otro mucho más grave. Somalia fue la primera victoria que el fundamentalismo islámico, conducido en ese entonces por Bin Laden, obtuviera sobre las fuerzas norteamericanas.
En vísperas de un conflicto en ciernes desempolvemos al respecto los muy ilustrados pasajes de una obra del analista Yossef Bodansky, ex consejero del Pentágono, titulada Bin Laden, el hombre que le declaró la guerra a EEUU, la que tiene la ventaja de haber sido escrita en 1999, es decir antes de los famosos atentados y en la cual ya en ese entonces alertaba del peligro que se cernía sobre su país.
“En 1992, alegándose razones humanitarias, relativas a la distribución de alimentos, ocasionadas por la incesante hambruna, la ONU resolvió intervenir en Somalia y EEUU, junto a otros países, envió un contingente de tropas”.. Sin embargo al poco tiempo la Organización de Apoyo al Mundo Islámico que agrupaba a diferentes grupos fundamentalistas manifestó su rechazo a tal medida expresando: ‘Sólo las organizaciones islámicas son las que han efectuado trabajos efectivamente humanitarios en Somalia’ y ‘Occidente a través del tal excusa pretende poner en práctica un plan de partición de tal país avivando disensos entre facciones somalíes que luchan por el control del gobierno’. Con el tiempo se fue constituyendo una fuerza rebelde anti ONU y anti EEUU, capitaneada por el general Aidid quien organizó la resistencia contra los contingentes extranjeros. Debido a contactos que el mismo tuviera con grupos fundamentalistas árabes, al poco tiempo fueron afluyendo a tal región en calidad de voluntarios varios combatientes entre los cuales se computaba la presencia de un millar de afganos que habían luchado en contra de los soviéticos en su país. El autor hace alusión expresa a la presencia de varios dirigentes de Al Qaeda en Somalia durante la guerra contra EEUU. Si bien Bin Laden no estuvo durante tal contienda, sí en cambio participaron activamente varios jefes de tal organización como Al Zawahiri y Abdul Rahman entre otros.
Debido a los obstáculos hallados “Entre el 13 y el 15 de junio de 1993 EEUU llevó a cabo varios ataques aéreos. A pesar de los daños padecidos, la milicia somalí ofreció una resistencia fiera. Los milicianos combatieron con las tropas estadounidenses en tierra y con los helicópteros artillados Cobra que intentaron capturar la casa de Aidid”.
“Aidid pidió a los somalíes  que enfrentaran a las fuerzas superiores de la ONU y EEUU a pesar de la desproporción... Sus fuerzas dispararon en contra de la embajada de EEUU y atacaron otras posiciones de la ONU en Mogadiscio”. Su radio manifestó que tales contingentes extranjeros “estaban destruyendo intencionalmente las mezquitas y otros sitios históricos del Islam” Y concluyó su alegato “Si Dios quiere, los norteamericanos serán enviados a un infierno peor que éste (Mogadiscio). Matémoslos a todos, hasta el último de los colonialistas sin moral. Los somalíes deben iniciar una Guerra Santa contra las satánicas tropas norteamericanas... todo musulmán está obligado a participar de esta guerra.”
Fueron múltiples las acciones de guerra emprendidas luego de esta proclama. El 11 de agosto, tras el estallido de una bomba a control remoto, mueren cuatro soldados norteamericanos. El 26 de septiembre una emboscada somalí logró derribar un UH-60 Blackhawk sobre Mogadiscio. En EEUU la televisión transmitió por vez primera imágenes de la multitud que arrastraba jubilosa los cadáveres de los soldados norteamericanos por las calles.” Esta situación de guerra tuvo su punto culminante el 3 de octubre de 1993. “Las fuerzas de EEUU y de la ONU tuvieron conocimiento de la presencia de dos de los principales asesores de Aidid en el Hotel Olimpic. Se organizó entonces un grupo de asalto de 100 soldados norteamericanos transportados por helicópteros para capturarlos.. Lo que parecía un ataque muy exitoso se convirtió de repente en un enfrentamiento de grandes proporciones. Mientras las tropas estadounidenses se preparaban para abandonar el lugar por helicópteros, cayeron en una emboscada bien organizada de la que participaron mil somalíes. Dos UH-60 fueron derribados y un tercero tuvo que aterrizar de emergencia. Las tropas estadounidenses fueron rodeadas y sometidas a un feroz ataque durante once horas.. En el combate murieron 18 soldados estadounidenses, 78 resultaron heridos y un piloto de helicóptero cayó prisionero... Al día siguiente Aidid celebró los hechos como una gran victoria arrastrando los cuerpos de soldados por las calles”. Luego de lo cual EEUU resolvió en forma abrupta su abandono del país tratando de influir sobre su destino a través de otras naciones, hasta llegar a nuestros días en los cuales pareciera consumarse la lucha del fundamentalismo para hacerse definitivamente del poder.
Con respecto a la responsabilidad de Al Qaeda en tal acción, manifiesta el autor: “Todas la fuentes coinciden en que la operación del 3 de octubre fue la primera empresa de gran envergadura de Zawahiri y su equipo de expertos en Mogadiscio”. “En varias entrevistas Bin Laden manifestó que considera su experiencia en Somalia como un hito en su desarrollo.” Según el mismo “Somalia nos ha mostrado que nuestra batalla en contra de EEUU es mucho más sencilla que la guerra contra la Unión Soviética, y esto lo podemos decir porque varios de los mujaidines que lucharon aquí, lo habían hecho antes en Afganistán contra los soviéticos y quedaron sorprendidos por la facilidad con la que se derrumbó la moral de los norteamericanos. Esto fue lo que nos convenció de que EEUU son un tigre de papel”. (pgs. 105-146, Ed. Aguilar).

(1)    La República Argentina, país que puede mostrar al mundo un verdadero paradigma de decadencia, ya que ha pasado pacíficamente de la guerra de Malvinas a la “guerra de las almohadas” y por el que pueden circular libremente las hijas de Bush, el principito y la hija de Margaret Tatcher,  también es el lugar por donde, en consonancia con ello, circulan gran cantidad de interpretaciones laudatorias hacia Norteamérica concordantes todas ellas en no considerarlo de ninguna manera como un tigre papel, sino un imperio omnipotente, por más que no siempre se lo venere. Ello quizás sea por una circunstancia psicológica: en tanto que no fuimos capaces de derrotarlos en una guerra, reconocer aquella situación implicaría hacerlo también con una condición de inferioridad de nuestra parte. Para ocultar tal trauma es que ha cundido la idea de que, en tanto que en la guerra serían invencibles, habría en cambio mecanismos más astutos y eficaces para derrotarlos,  de carácter no bélico sino “financiero”, los que podrían llevar a hacerle perder su predominio. Así pues, mientras que se celebra la “viveza” de Chávez de haber hecho negocios con los norteamericanos a costa de su necesidad de combustibles, se observa con asombro y expectativa el poder incontenible del euro que habría derrotado al dólar al subir a su respecto en un 50% en los últimos cinco años. Y hasta llega a decirse, ahora que ya no puede más manifestarse que fue por el petróleo, que  a Irak se lo invadió porque hizo ventas en euros. (¿Alguien puede suponer que, de haber sido cierta esta posibilidad, por una minucia como ésta Saddam no hubiera prontamente renunciado a cometer una tal “herejía” y asegurado así su pellejo? ¿Quién puede pensar que alguien arriesgue su vida por el predominio de una moneda?) Por lo que se considera así que con el tiempo el euro se convertirá en el signo monetario principal que sustituirá al dólar en las transacciones internacionales ocasionando ello la caída de Norteamérica, lo que le produciría una terrible desesperación anticipando así su colapso. Como si no fuera en cambio el poder militar lo que determina la hegemonía de un país. En relación a ello digamos que Europa es una gran burbuja que para ser depende exclusivamente de la voluntad de los Norteamericanos hasta en cosas tan elementales como el mantenimiento de su propio orden interno (ej. Kosovo, Bosnia, etc.). Y al respecto formulémonos esta pregunta: ¿Si a aquella potencia lo perturbara tanto el aumento de prestigio y valor del euro en tanto que pondría en peligro su estabilidad, por cuáles razones es que sale a defender la paz interna del Estado europeo evitando así su colapso y consecuentemente también la caída de su moneda toda vez que se hace necesario? Además debe recordarse también que el alto valor del euro con respecto al dólar es inducido hasta por los mismos norteamericanos para poder incrementar sus exportaciones a tal continente.

Buenos Aires, 18-12-06