ARGELIA Y PARLAMENTO DE IRAK
LAS RAZONES ÚLTIMAS DE LOS ATENTADOS

 

La semana que ha pasado ha sido pródiga en acontecimientos de carácter internacional en aquello que nuestro Centro califica como guerra de civilizaciones, aclarando siempre que no nos estamos refiriendo en este caso a la terminología puesta en boga por el politólogo norteamericano Samuel Huntington, sino a algo sustancialmente diferente (1).
Los dos atentados acontecidos en la casa de gobierno argelina y en el parlamento iraquí, en plena Zona Verde, nos indican dos cosas. En primer lugar que tal guerra se ha extendido hacia el norte del África abarcando ahora Argelia y Marruecos (2), generando una preocupación creciente entre los países europeos de que la misma arribe hasta su mismo continente.
A su vez, del lado iraquí, el atentado al parlamento en la muy “segura” Zona Verde, así como la destrucción de los dos principales puentes de la ciudad de Bagdad y otros acontecimientos similares han hecho ya evidente el absoluto fracaso del nuevo plan de seguridad implementado por el presidente Bush en el pasado mes de febrero, con la oposición directa de la mayoría del parlamento y de la opinión pública de su propio país. Si a ello le sumamos la cada vez más catastrófica situación de Afganistán en donde una coalición de 26 países no logra detener la ofensiva talibán de primavera, nos enfrentamos ya a una situación de hecho irreversible cual es la total ineficiencia que ha demostrado el operativo implementado por Norteamérica sea en el Oriente Medio y Central así como en el África del Centro (Somalia) y del Norte (Marruecos y Argelia) para terminar con su enemigo principal cual es el fundamentalismo islámico.
En toda esta lucha hoy ha quedado ya definitivamente en claro que el movimiento que se encuentra al frente del combate en contra de los norteamericanos y del “occidente” en general es el mismo que el 11 de septiembre hiciera los atentados contra Manhattan y el Pentágono y que gracias a tal hecho ha tenido la gran habilidad de obligar a tal país a lanzarse a una ofensiva en su contra que, lejos de haberlos debilitado, tal como se pensó en un primer momento luego de los iniciales éxitos en la invasión de Afganistán, lo ha en cambio fortalecido al haber obtenido que en países en donde antes ni siquiera existía, como Irak o Argelia por ejemplo, hoy se encuentre a la cabeza de la resistencia.
Es cierto sin embargo que Norteamérica, a sabiendas de que se enfrentaba con un enemigo inusual y sumamente complejo en tanto no localizable en un lugar geográfico determinado, en razón de su carácter transnacional y además dispuesto a todo, incluso a la inmolación de varios miles de sus integrantes, tal como lo ha venido demostrando hasta ahora, comprendió desde un primer momento que la guerra no podía resolverse exclusivamente en el terreno de las armas, sino que debía acudirse a una serie de  instrumentos propagandísticos, conocidos habitualmente como mecanismos de guerra psicológica, cuya finalidad última consistía en debilitarlo, disminuyendo ante el mundo su entidad verdadera. Así pues desde el primer momento, por medios indirectos, tal gobierno ha intentado menoscabar el valor de tal organización sembrando dudas respecto de la misma al presentarla en algunos casos como un producto de su propia hechura. Así pues, utilizando un mecanismo propio de la guerra oculta consistente en la estereotipación de ciertos hechos a fin de ocultar lo demás, insistió durante mucho tiempo en la circunstancia de que quien dirigía ese movimiento, Osama Bin Laden, era un agente propio que había “trabajado” en la guerra de Afganistán para expulsar de allí a los soviéticos. Se soslayaba en cambio otra que podía refutar tal afirmación: que en 1992, es decir poco después de la expulsión de los rusos de Afganistán, él había dirigido a través del actual n° 2 de su organización, Al Zawahiri, la acción también de expulsión de EEUU de Mogadiscio tras producir la muerte de 18 marines. De la misma manera, con la finalidad de despojar a Bin Laden de cualquier imagen de idealismo, se enfatizó también en que era el heredero de un trust petrolero propiedad de su padre ya fallecido, obviando aquí también la circunstancia de que tal persona había tenido 40 hijos y que los mismos luego eligieron actividades diferentes (3), siendo Osama el único de todos ellos que se volcó hacia la jihad. Es de destacar como un contraste que a nadie por ejemplo se le ocurriría hoy en día decir que porque Guevara era descendiente de una familia de la más rancia oligarquía, su forma de pensar era la de la clase a la que pertenecía.
Por supuesto que, al afirmar tales cosas se tenía que sobrentender también que habían sido entonces los mismos norteamericanos quienes se habían producido los atentados del 11S para encontrar “excusas” a fin de ocupar el mundo entero y varios autores de los calificados “montajistas”, muchos de ellos de muy sospechosas orientaciones ideológicas (4), se encargaron de aportarnos una serie de investigaciones “científicas” y “académicas” que intentaban demostrarnos que tales hechos no habían sido como se decía. Ese argumento ya de entrada hacía agua por todas partes. Aun si se hubiese aceptado el hecho de que EEUU hubiese tenido en algún momento la delicadeza de presentar al mundo “excusas” respecto de sus acciones, no podía comprenderse nunca que hubiese necesitado destruirse símbolos tan importantes como las Torres y el Pentágono, producir un verdadero estado de inseguridad en el propio territorio que aun perdura a cinco años del hecho, nada más que para invadir Afganistán, para lo cual tenía ya “excusas” de sobra para hacerlo (la “represión” a las mujeres, el hecho de no haber sido su gobierno reconocido por ningún Estado del mundo, la destrucción de un monumento histórico protegido por la UNESCO, etc.). Pero hoy en día cuando es esa misma organización que le ha producido los atentados la que también le provoca la inestabilidad y derrota en dos continentes enteros y tiende a hacerlo también en el resto del mundo, tal hipótesis ha resultado ya absolutamente ridícula y nada creíble, pues si se podía aceptar que Al Qaeda cumplía órdenes al destruir el Pentágono y la Torres, hacerle ganar las elecciones a Bush, etc. ¿por cuáles razones le produce ahora las debacles en Afganistán, Irak, le desestabiliza el Cuerno del África, Argelia, Marruecos, etc.?. Por lo cual el procedimiento a implementar ahora, una vez que ha fracasado el montajista, consiste en la utilización de nuevas formas de desprestigio sea entre los musulmanes como con el resto del mundo. Así pues los recientes atentados acontecidos en Irak en donde se utilizó un gas clorídrico que produjo intoxicaciones colectivas y que fuera atribuido incesantemente a Al Qaeda a pesar de haberlo negado tal organización, se vinculan también al hecho de que se haya difundido la noticia de que la misma utiliza a niños con discapacidades mentales que “compra” a sus padres a fin de que se hagan estallar en diferentes atentados (aunque cueste de creer que pueda arriesgarse a tanto). Esto también ha sido negado por los acusados, pero es indudable que forma parte de una misma campaña de desprestigio utilizada en una nueva etapa cuando la hipótesis montajista no puede ser presentada más por lo absurdo que hoy representa (5).
Pero ha habido también un segundo significado que han tenido los dos atentados de Argelia y del parlamento iraquí. El mismo ha sido hecho notar con agudeza por el presidente Bush quien ha dicho con gran indignación que han sido ataques en contra de la democracia. A ello se asocia también su feliz calificación de “fascismo islámico” referida a Al Qaeda.
En efecto ha sido Al Zawahiri en persona quien, polemizando con la organización Hamas, le ha criticado a ésta por participar de elecciones “democráticas”. ¿Cómo puede participarse de un sistema de gobierno puramente laico en el cual lo sagrado, es decir lo que es esencial en el hombre, ha sido dejado a un lado?, se pregunta el número 2 de Al Qaeda. A lo cual Hamas, el otro grupo fundamentalista, le contesta que ello es una táctica con la finalidad de hacerse del poder. Pero Al Zawahiri insiste y sus argumentos, como con agudeza lo hacía notar Bush, quien es mucho menos tonto de lo que se creen varios de sus detractores, son similares a los del fascismo. Recordemos al respecto aquello que Codreanu le contestaba a sus adversarios en la Legión que en algún momento también pretendían participar de elecciones dentro del sistema. Suponer que con una acción desde dentro de un orden que es literalmente aberrante podamos corregir algo del mismo, contestaba el rumano, es como creer que el Mar Negro se puede convertir en dulce por todos los afluentes que confluyen hacia él. Todo lo contrario, serán esas aguas dulces las que terminarán convirtiéndose en saladas.
Ante la democracia profana, laica y cuantitativa la respuesta es en este caso el Emirato, es decir, un régimen sagrado para el cual el hombre no queda reducido meramente a la “vida”, ni el gobierno a la economía. Por lo tanto en vez de elecciones, jihad. Éstas han sido pues las razones últimas de los atentados agudamente comprendidas por el presidente Bush, mucho más inteligente que tantos de sus detractores.

(1) Tal como lo hemos señalado en diferentes oportunidades, mientras que Huntington con tal denominación se refiere al antagonismo entre conglomerados geográficos o culturales, como podrían ser los países que comparten una determinada religión, con lenguas y culturas similares, dentro del contexto de un irracional colectivo que determinaría las acciones de los hombres que las integran (algo así como la lucha de clases de Marx, pero esta vez entre grupos de naciones), nosotros en cambio por civilización nos estamos refiriendo a concepciones del mundo, dentro de las cuales pueden estar incluidos universos nacionales, religiosos y culturales diferentes.
(2) Si bien ello no ha tenido mucho relieve por parte de nuestra prensa, en los mismos días en que se desencadenaban los hechos de Argel, en la ciudad de Casablanca en Marruecos se sucedían una serie de atentados kamikaze.
(3) Es de destacar por ejemplo que uno de los hermanos de Bin Laden, en vez de dedicarse a la explotación del petróleo y a las finanzas, tiene una muy modesta fábrica de perfumes. Afortunadamente para él y debido a lo inofensivo de su actividad no ha habido nadie hasta ahora que haya dicho que se trata de una cobertura para ocultar negocios más importantes.
(4) Es de recordar que uno de los más importantes montajistas que sembró la idea de que en el Pentágono no se estrelló un avión, Thierry Meyssan, es al mismo tiempo jefe del partido Radical Francés, un nucleamiento de la izquierda progresista, y además miembro destacado del comité de Vigilancia de Actividades Nazis. A su vez en la Argentina contamos con los “estudios” del best seller Walter Graziano, viejo apologista también del proyanqui ex ministro Cavallo.
(5) Sin embargo, aunque cueste de creer, nos enteramos de que tales personas siguen activas reuniéndose, acumulando “pruebas” y que hay todavía ingenuos, o no tanto, que les siguen creyendo.

Walter Preziosi
Buenos Aires, 16-04-07