La Clava

 

 

A partir de este número de El Fortín recrearemos la columna que Julius Evola desarrollara en su trascendental revista La Torre en la que dedicaba un espacio especial a combatir todas aquellas desviaciones y ataques contra la doctrina tradicional que acontecían en su tiempo. El arco era para abatir a aquellos enemigos que la atacaban desde lejos, es decir desde una perspectiva moderna, y la clava era en cambio para dedicarse a aquellos que, declarándose a sí mismos como tradicionales y empleando un lenguaje similar al propio, sembraban confusión respecto de los puntos de vista de tal escuela de pensamiento, diluyendo en múltiples casos su sustancia esencial y convirtiéndola así en una cosa inofensiva.
Los tiempos actuales son muy diferentes de la época en que Evola escribía, pues, en tanto la decadencia se ha agudizado notoriamente, ya no existen autores abiertamente modernos y de relieve que se ocupen de criticar el pensamiento evoliano con seriedad, salvo la notoria excepción del gran pensador francés Alain de Benoist, de quien habláramos en una conferencia reciente. En los restantes casos nos hallamos simplemente con alguna demonización carente de cualquier seriedad hecha por la prensa habitualmente sin fundamento serio alguno, lo que no merece ni siquiera ocuparse. En la actualidad, a diferencia de lo que acontecía en los tiempos en que nuestro autor escribía, tal doctrina es olímpicamente ignorada por el sistema. Sin embargo lo que ha pululado en cambio en los últimos tiempos ha sido la existencia de una serie de autores que, calificándose a sí mismos como evolianos o cercanos al pensamiento de Julius Evola, se han encargado sistemáticamente de deformarlo convirtiéndolo así, a sabiendas o de manera inconciente, en un integrante más del sistema moderno contra el cual Evola ha dedicado la totalidad de su existencia. Dicha maniobra ha sido puesta al descubierto en nuestra conferencia titulada Evolómanos y Evolíticos. Allí hicimos notar cómo el intento por hacer de Evola un pensador moderno y consecuentemente antimetafísico había quedado desbaratado en el mundo de habla hispana luego de la publicación al castellano de sus principales obras. No obstante ello la mala fe siempre existente hizo que igualmente existiesen casos aislados de personas que, aprovechando la escasa difusión de los textos de nuestro autor, insistieran en el pretendido carácter moderno del mismo, como los casos de Jorge Lastarria quien nos manifestaba que cuando aquel hablaba de metafísica "lo hacía poéticamente" y la revista Ciudad de los Césares que, sin el más mínimo fundamento racional y científico, nos decía que se trataba de un autor "muy moderno" (todo esto en forma detallada puede verse en el texto antes aludido en el que nos encargamos de demoler sus pretendidas argumentaciones. Lo cual, como era de esperar, no fue contestado).
Nosotros, continuando con aquella tesitura, y adaptándonos a las circunstancias actuales reduciremos esta columna a este segundo campo, el de la clava, a fin de rebatir puntualmente a todas aquellas personas que de manera conciente o inconciente continúen con su labor corrosiva de falsificar el pensamiento tradicional alternativo, doctrina milenaria que en nuestra civilización puede tomar como antecedentes principales a Platón y a Plotino, y que en el siglo XX lo tuviera a Julius Evola como a su principal exponente.
Repitámoslo una vez más: lo singular de dicho autor no estriba en haber inventado una forma de pensar original, su doctrina no es una "novedad", sino simplemente una traducción a los léxicos actuales de un saber milenario que siempre ha sido y que tan sólo la decadencia y anomalía moderna ha podido dejar a un lado y silenciar tal como acontece de manera exasperada en nuestros días.

I) Las persistentes falsificaciones del Sr. Ravello

Este caso puntual merece que le dediquemos un nuevo capítulo. Tiempo atrás nos habíamos ocupado del Sr. Ravello en ocasión de una nota que hizo difundir por distintos medios, incluso traducida en lenguas extranjeras, en la que no solamente falsificaba de manera aviesa el pensamiento de Evola haciéndolo pasar como un "nacionalista europeo", cuando si hay alguien que criticó acérrimamente tal postura fue justamente nuestro autor, sino incluso en lo relativo al suscripto de quien deformó absolutamente todo, desde su historia personal pasando por sus posiciones políticas, hasta arribar a describirlo como un simple empleado suyo que "de su mano" traducía las obras de Julius Evola, posiblemente para que él nos las "interprete".
En un nuevo texto que se nos ha hecho llegar y que sería la conferencia que él diera en ocasión de cumplirse hace tres años los 30 de su fallecimiento nos encontramos con una serie aun mayor de falsificaciones, en su gran mayoría de mucha mala fe, dado que Ravello se nos presenta a sí mismo como un difusor de la obra y pensamiento de Julius Evola en cuya tarea de divulgación se atribuye una gran iniciativa.
Veamos las cosas que nos dice.
Según Ravello 1) Evola habría no solamente sido un autor fascista, sino incluso uno de los principales asesores de Mussolini; 2) del mismo modo que su racismo espiritual no sería sustancialmente diferente del racismo biológico del nacional socialismo y 3) en abono de tal punto de vista nos lo pinta, comentando capciosamente un texto de nuestro autor, como un autor moderno y por lo tanto maquiavelista.
Con respecto a lo primero Ravello considera que "sus opiniones eran siempre consideradas y tenidas muy en cuenta por Mussolini", coincidiendo así con todos los autores críticos que desde la izquierda nos lo pintaron como la eminencia gris del fascismo italiano. De esta manera sucede que como el fascismo fracasó políticamente, Evola tendría parte de responsabilidad en el hecho, cuando es bien sabido que lo que sucedió fue en cambio todo lo contrario. Nunca Mussolini siguió un solo consejo de Evola y además en sus obras Evola nos manifiesta haber tenido muy escaso contacto personal con el Duce sobre el cual no ejerció la más mínima influencia y fue recibido sólo un par de veces en ocasión de un libro que escribiera sobre el racismo, a raíz del cual éste le prometió vanamente impulsar la creación de una revista orientada en tal línea de pensamiento. Pero tal proyecto nunca fue llevado a cabo, debido a que Mussolini escuchó los consejos de otros asesores, que no eran exclusivamente vaticanistas como nos dice Ravello, sino incluso racistas biológicos, tan afines a su línea de pensamiento. Por otro lado nuestro falso panegirista debería recordar, puesto que distribuyó nuestros libros, que el régimen le había clausurado una revista (La Torre) por sus posiciones críticas al fascismo. Pero como evidentemente constatamos una vez más que Ravello no leía lo que distribuía, tal como viéramos en nuestra nota anterior, dejemos una vez más que sea Evola quien le contesta al falsificador. "Para nosotros... el fascismo es demasiado poco... Nosotros no podremos nunca ser considerados como "antifascistas", sino en la medida en que nuestro "suprafascismo" equivalga a "antifascismo". (Más allá del fascismo, 2a ed. Ampliada, pg. 187).
Sigue en esta conferencia que diera junto a Renato del Ponte, quien seguramente se debe haber tapado los oídos escuchando sus aberraciones, diciéndonos que según Evola el racismo espiritual por él sustentado no sería algo muy diferente del racismo biológico del nacional socialismo de un Rosenberg o Günter, silenciando así todo un vasto debate que nuestro autor sostuviera con las doctrinas de ambos, a las que descalificó como modernas, de la misma manera de lo que, en contraposición, los exponentes de tal escuela manifestaron respecto de Evola. Como es algo de lo cual ya hemos hablado en abundancia, remitimos para ello a nuestro aludido texto Evolómanos y Evolíticos y también a Evola y Günther. Sin embargo no podemos dejar de hacer un par de reflexiones sobre lo que Ravello nos dice. Según éste, cuando Evola hablaba de raza del espíritu se refería a los indoeuropeos, el grupo racial al cual él pertenece y que en los demás casos, si se trata de razas inferiores, por ejemplo de tez muy oscura y cráneos braquicéfalos, solamente puede tratarse cuanto más de personas "buenas", pero no de razas divinas como la suya. En esta burda falsificación él no hace sino querer con un forceps incluir a Evola en los delirios de su maestro y amigo G. Faye para el cual, así como las razas biológicamente estarían divididas entre arias euroasiáticas y las otras que no lo serían, el mundo se fragmentaría así en dos hemisferios separados. El norte con tecnologías muy avanzadas, de carácter indoeuropeo y disfrutando de sofisticadas tecnologías y de doncellas eternas y el sur al que perteneceríamos los negritos y "medievales" con la triste desventaja de que les proveeríamos de materias primas a los "euroasiáticos" a fin de que realicen sus experiencias arqueofuturistas.
Pero en donde la mala fe de Ravello alcanza niveles alarmantes es cuando, en su afán por arqueofuturizarlo, pretende hacer de Evola un autor maquiavelista. Recordemos que Maquiavelo fue junto a Hobbes uno de los fundadores del actual Estado moderno. Para ello acude a un procedimiento habitual en los que falsifican, citar fragmentariamente un texto ocultando en cambio lo esencial. Veamos. Dice Ravello: "Evola admiraba a Maquiavelo.. A éste se refiere en uno de sus artículos publicados en la revista Crítica Fascista (1934-1943) en un comentario al libro de Theodor Blahut titulado Staat und Führung in Faschismus (Berlín 1940)... hace notar cómo en éste se manifiesta la idea fascista de la prioridad del Estado. El Estado aparece aquí como un elemento primario, como la fuerza indispensable para la vida de un pueblo, en estrecha relación con un jefe, al que él se refiere como Príncipe."
Más allá del hecho secundario de que el artículo al que alude fue escrito en la revista "Bibliografía fascista" y no en "Crítica Fascista", a renglón seguido en ese mismo artículo nuestro autor agrega una visión crítica de Maquiavelo que es silenciada expresamente por nuestro comentarista a fin de acomodarlo a sus objetivos. Dice Evola: "En el canciller florentino se pone meramente de relieve el aspecto "técnico", el arte del Estado. Sin embargo no resulta claro en él en función de qué el Estado se justifique, cuál sea la relación entre el poder y la idea". (Esplorazioni e Disanime, T. II, pg. 79). Es decir, lo que es esencial en una idea política, el elemento metafísico, el por qué y el para qué de algo, eso es lo que no aparece en Maquiavelo, por lo que su doctrina se convierte en una mera técnica para la conquista del Estado que puede ser utilizada por cualquiera. Por lo cual lejos estaría nuestro autor de ser considerado como un maquiavelista como pretende Ravello.
En fin, repetimos lo que dijéramos en otra oportunidad. Nadie le echa en cara lo que piensa, pero que de una vez por todas abandone su oficio de autotitulado difusor y mentor del pensamiento evoliano que no le cuadra para nada.

Marcos Ghio
Buenos Aires, 8-06-07