A 25 años de la derrota de Malvinas
CRUCERO GENERAL BELGRANO Y ALMIRANTE IRIZAR

 

 Lanchas patrulleras argentinas: Foja Naval: CF (RE) Guillermo Alejandro  Nelson Tarapow

Capitán Tarapow

a) Las teoría de las dos vergüenzas

En relación a la guerra de Malvinas la palabra vergüenza es un término utilizado con mucha frecuencia, aunque a decir verdad ello puede hacérselo desde dos perspectivas diferentes, en relación a la concepción del mundo en que uno se encuadre. Mientras que para los demócratas toda guerra es un hecho vergonzoso y consecuentemente la de las Malvinas lo fue, y a su vez la derrota de Puerto Argentino, en tanto significó el fin de esa guerra, representó en cambio el hecho auspicioso que preanunciara, con el fin de la misma, su retorno al poder, para quienes nos hallamos en las antípodas de tal concepción nuestras valoraciones son exactamente lo opuesto. El hecho más grandioso de la Argentina en el siglo XX fue haber decidido hacerle la guerra a los ingleses un dos de abril de 1982, lo vergonzoso y siniestro fue en cambio habérseles rendido y porque además fue a causa de tal rendición que la Argentina perdió la posibilidad histórica de convertirse en una nación en vez de la aldea del Gran Hermano que es ahora.
Y más aun, la importancia del 14 de junio de 1982 estriba en que tal fecha debe reputarse como el momento en que comenzaron a regir en el país aquellos principios que luego darían lugar al régimen que se instauraría un año y medio más tarde. En este caso se trató de la irrupción victoriosa de la ética burguesa del interés y de la conveniencia, de aquel punto de vista que le otorga primacía a la vida y consecuentemente a la paz y al bienestar por sobre aquella que en cambio se lo asigna al honor, a la dignidad y por lo tanto a la guerra comprendida como un valor en sí mismo. En este último caso el eje de la acción no está centrado propiamente en la recuperación de un territorio y de los valores económicos que tal acto conlleva, sino principalmente en la meta de derrotar a un enemigo histórico.
El punto más álgido de tal decisión en que las dos éticas se entrecruzaron como posibilidades antagónicas se lo tuvo cuando las fuerzas británicas llegaron hasta las proximidades de Puerto Argentino. Allí al mando militar se le presentó la disyuntiva de optar entre estas dos éticas contrapuestas cuando tuvo que resolver entre rendirse o resistir hasta la muerte. Esta disyuntiva abría dos caminos antitéticos, como las dos Argentinas que se vivieron vertiginosamente en 1982, año clave y decisivo de nuestra historia en el que las dos éticas y los dos países que viven simultáneamente en el nuestro salieron por primera vez a la palestra para confrontarse. Si el mando militar hubiese elegido la segunda opción, ante nosotros se habría implantado una acción heroica que habría hablado por sí misma por décadas enteras y a la cual varias generaciones habrían tomado como punto de referencia para sus actos posteriores. Si en cambio, tal como sucediera, se elegía la primera posibilidad entonces la acción tenía que ser suplantada por la explicación pasando así la guerra a convertirse en un medio en función de otra cosa que debería justificarla. Y es justamente ello a lo que asistimos cuando tuvimos que padecer por varios días un concierto de miserias y de mezquindades. Se llegó a decir por ejemplo que si se sabía que el enemigo tenía armas tan poderosas como las que utilizó en el combate no se hubiera hecho la guerra. Por lo cual se sobreentendía que, como se lo había descubierto tarde, era sumamente conveniente no seguir perpetuando el error. Es decir se sustentaba así la idea de que la vida era más importante que la dignidad y que por lo tanto la muerte era el peor de los males. Tal razonamiento no era muy diferente del que dos años más tarde sustentará el poder político para entregar tierras del Beagle a los chilenos con la excusa de que ello no justificaba una guerra porque eran "islas inhóspitas". Fue el triunfo así de la ética burguesa.

b) La acción de los dos capitanes

Pero hubo un acontecimiento que preanunció la caída de Puerto Argentino y que lamentablemente pasó casi desapercibido. Fue cuando unos cuarenta días antes, tras el hundimiento del Crucero General Belgrano, tuvimos que presenciar la vergüenza de que el capitán de tal navío tuviese que explicarnos por los medios de difusión de qué manera un torpedo terminó con su barco. Afortunadamente muchos tripulantes se pudieron salvar en tal circunstancia, no así otros. Pero ¿qué hacía el capitán dándonos unas explicaciones que sustituían a sus acciones? Así como un soldado verdadero no se retira de su puesto de combate y prefiere la muerte antes que la bandera blanca, un capitán jamás abandona su navío. La rendición de Puerto Argentino estaba siendo explicada así anticipadamente por el capitán que salvó su pellejo.
Han tenido que pasar 25 años para que, casi en la misma fecha, otro navío sucumbiera también a un siniestro en los mares australes. Un poderoso incendio lo puso al borde del hundimiento al rompehielos Almirante Irizar. Pero esta vez, si bien los marineros pudieron ponerse a salvo, el capitán Tarapow no abandonó su barco. Hubo varios intentos de los representantes de la ética de la conveniencia que trataron de convencerlo de lo contrario. Posiblemente se le puede haber dicho que, en razón de su inesperado minuto de fama, se le presentaba la posibilidad de una vida exitosa y hasta promoverse como candidato en política, tal como sucediera con un famoso rendido de Puerto Argentino. Sin embargo nada lo pudo convencer de lo contrario. El capitán del barco no lo abandonó en ningún momento y solamente cuando pudo llegar a puerto remolcado a salvo milagrosamente, pisó tierra firme. Se supo después que, en razón de haber padecido presiones de su superioridad que lo instaba a "privilegiar la vida", decidió presentar su retiro.
Hoy muchos de los que no cuestionan o hasta reivindican lo sucedido el 14 de junio, en tanto justifican la acción del Papa para "poner paños fríos a la guerra" y la consecuente rendición, actitud que en varios casos llegaron luego a repetir, para dedicarse después a otras funciones, desde la política hasta el periodismo, han menoscabado e incluso repudiado la acción del capitán Tarapow (1). Pero en verdad sin duda alguna la suya ha representado el camino alternativo que hubiera debido aplicarse el 14 de junio.

(1) Por ejemplo. "Esperemos que nadie haga un héroe del capitán del Irizar". (Patria Argentina, n.º 233, mayo 2007)

Marcos Ghio
Buenos Aires, 21-06-07