LA CLAVA VII

EL NUEVO "IMPERIALISMO EUROPEO" Y LA INMIGRACIÓN
A propósito de unos textos de la revista Tierra y Pueblo

 

Cuando inauguráramos esta columna manifestamos en su momento que nos íbamos a dedicar a utilizar la clava para abatir a aquellos enemigos que teníamos cerca en tanto que podían sembrar confusión en cuanto a sus metas con puntos de vista y posturas similares a las nuestras. Hoy por la temática que desarrollaremos y las personas a las que nos habremos de referir nos sentimos tentados de volver a bautizarla, tal como lo hiciera Evola, con el nombre de "Arco" a raíz de los profundos abismos que nos separan de cierta "derecha" europea, que los tiene como mentores principales a Berlusconi, Bossi y Sarkozy, y que ha hecho del fenómeno inmigratorio uno de sus principales caballitos de batalla, con la cual afortunadamente no tenemos absolutamente nada que ver en tanto que pertenece al campo de aquellos enemigos que tenemos lejos.

Pero antes de entrar directamente en el tema y referirnos precisamente a las personas que criticaremos digamos, a la manera de una introducción, que dicho fenómeno de la inmigración no es para nada novedoso en nuestro país pues durante una buena parte del siglo pasado la Argentina ha sido un territorio que ha recibido en su seno un gran flujo inmigratorio en manera multitudinaria y casi exclusiva por parte de personas de nacionalidad italiana y española cuya cifra en ambos casos superó con holgura el millón de almas. Hoy las cosas en cambio han variado de manera notoria, la Argentina ha dejado de ser un país receptor de inmigración europea para convertirse en cambio en un expulsor de sus compatriotas hacia ese mismo continente desde el cual antes afluyeran sus contingentes hacia el nuestro. Digamos al respecto que las razones de tales inmigraciones fueron muy diferentes en los dos casos así como lo fueron también las actitudes que se asumieran por parte de los países receptores. La Argentina recibió con los brazos abiertos tal inmigración en tanto se atuvo al lema alberdiano de que "gobernar es poblar" y que se trataba de ocupar con personas los grandes espacios vacíos que aquí existían y a su vez en ese entonces Europa no había padecido aun las consecuencias de la revolución moderna que estimula los controles de la natalidad y la sexualidad libre y concebida en función del mero placer, y poseía por lo tanto un importante exceso poblacional en condiciones de derivar hacia otros espacios.
Hoy las cosas han cambiado en por lo menos 180 º en diferentes aspectos. Ahora es nuestro país el que expulsa habitantes, Pero ello no sucede porque nos hayamos superpoblado, tal como se encontraba Europa en el siglo pasado, y que por lo tanto se encuentre en la necesidad de colocar en otras partes sus excesos poblacionales, sino que las razones de tal migración hay que encontrarlas en las políticas económicas de empobrecimiento masivo del país que han sobrevenido luego de nuestra derrota en la guerra de Malvinas las que han hecho que se produjera el cierre de incalculables fuentes de trabajo y que muchas personas se hallasen obligadas a emigrar hacia el viejo continente en busca de un destino mejor. A su vez, tal como dijéramos, la revolución moderna y democrática que le ha quitado a la sexualidad su función principal reproductiva para reducirla casi exclusivamente a la búsqueda del placer, ha producido un verdadero retraimiento en los nacimientos en los países europeos originarios por lo que éstos, a fin de no extinguirse como nación, han estimulado el ingreso de inmigrantes a su suelo.
Una vez resaltados estos dos hechos digamos que causa verdadero estupor hoy en día comprobar la diferencia de conducta asumida por los europeos hacia nuestra inmigración, totalmente antagónica respecto de la que tuviéramos nosotros en su momento en relación a ellos. Si la Argentina para favorecer al inmigrante modificó sus leyes, incluso la misma Constitución, a fin de permitirles acceder prácticamente a cualquier cargo público una vez naturalizados, para lo cual no se ponía ningún obstáculo, en Europa en cambio la conducta fue exactamente la contraria. Se ha asumido una actitud de franca discriminación respecto de nuestros inmigrantes como también de los de otros países a los que se trata como ciudadanos de segunda y hasta de tercera o cuarta clase negándoseles una pluralidad de derechos elementales como no lo hiciéramos nosotros en ningún momento cuando los hospedamos a ellos. El europeo –y esto se agudiza aun más en especial el perteneciente a una cierta autoproclamada "derecha", la que en verdad no es tal en tanto es burda y groseramente materialista–  se ubica en una actitud de franca soberbia la que consiste en considerar que al recibirnos en su suelo estuviese efectuando un acto de verdadera beneficencia a nuestro respecto ya que ellos en el fondo opinan que su progreso económico ha sido el producto de su superioridad racial respecto de la inferioridad ocasionada por nuestro carácter mestizo y de Tercer Mundo, y en relación a lo cual, debido a sus crisis incesantes, opinan que habría que terminar con las actitudes de "compasión" que nos habrían prodigado durante tantos años "ayudándonos". E incluso, en un arranque casi demencial originado en el aludido complejo de superioridad, llegan a considerar que los inmigrantes que acuden a su territorio, en vez de haberlo hecho por haber sido expulsados del propio en contra de su voluntad, debido al grado de profunda miseria al que han sido llevados sus países, en realidad obedecerían a un plan secreto de verdadera invasión y de mutación étnica de sus propias raíces. Cuando la verdad es exactamente la opuesta. Los inmigrantes que acuden a Europa no lo hacen como en el caso de lo que aconteciera con los habitantes de tal continente hacia el nuestro en el siglo pasado debido a sus excesos poblacionales, sino porque sus países han sido saqueados entre otros por los mismos capitales europeos que hoy protestan porque se les estaría modificando la etnía originaria. Yendo precisamente al caso argentino que nos ocupa podemos recordar que el gran flujo inmigratorio hacia Europa coincidió "casualmente" con la política de privatización de la empresa pública asociada a un plan de convertibilidad que congelaba artificialmente nuestra moneda al mismo valor que el dólar. Las empresas que ganaron las licitaciones fueron en su mayoría europeas y obtuvieron en nuestro país ganancias fabulosas gracias a los grandes beneficios que pudieron luego derivar a sus países de origen sin prácticamente ningún tipo de limitación. Podemos recordar, como uno de los tantos ejemplos que se podrían multiplicar varias veces, que en aquella década hablar por teléfono desde la Argentina a España salía siete veces más que si se lo hiciera desde este último país hacia el nuestro. Si a ello le asociamos que una de las principales empresas telefónicas era española, la que a su vez podía girar libremente sus ganancias a su sede central, ya tenemos una de las razones del empobrecimiento argentino. Es de destacar que hoy, luego de la salida de la convertibilidad, por lo que se ha multiplicado por más de tres el valor del dólar, dichas empresas extranjeras siguen teniendo altísimas ganancias, aunque por supuesto que no tanta como antes. Por lo tanto, sin disminuir en nada nuestra responsabilidad por habernos hecho derrotar en Malvinas y por haber podido tolerar por casi 25 años a una clase política saqueadora de nuestras riquezas en complicidad con el capital extranjero, queremos decir que resulta sumamente hipócrita y deleznable que los mismos países que nos han saqueado y que utilizan a nuestros inmigrantes como mano de obra barata para realizar las tareas serviles que ellos ya no quieren llevar a cabo, se rasguen las vestiduras diciéndonos que nos están haciendo beneficencia. Cuando es exactamente lo contrario lo verdadero.

Luego de haber señalado este contexto de auténtico estado de náusea que nos produce dicha actitud hipócrita pedimos disculpas al lector si intentamos seguir torturándolo con una suma mayor de disparates propalados por una revista que se califica a sí misma como "indoeuropea" o "blanca", titulada Tierra y Pueblo, inscripta en manera multiplicada en tal actitud de "protesta" y encargada junto a otras de denostar a nuestra inmigración y que, para colmo de asombro, cuenta con la colaboración en su staff de algunos argentinos que, en el mejor de los casos, escriben en la misma como verdaderos mentecatos, preocupándose por el destino de “la raza aria europea en peligro de extinción” por el ingreso masivo de inmigrantes, entre los cuales en un número muy nutrido, se encuentran también los del propio país al que se encargan de denigrar.
Habría que contestarles al respecto que ni nuestros inmigrantes ni los de otros países tienen la culpa del materialismo en que ha incurrido el continente europeo el que, además de esquilmar sin ningún tipo de contemplación a los países del Tercer Mundo, practica el hedonismo de manera desenfrenada, siendo esto último una de las causas principales de su decrecimiento. Si Europa quiere volver a crecer en su etnía tiene que liberarse de una vez por todas del materialismo y la modernidad. Éste el verdadero secreto y la única posible solución al problema inmigratorio. Si se vuelve a tener aunque sea la moral que se tenía antes, si se acaba de una vez por todas con la sexopatía consistente en la promoción de la prostitución, la homosexualidad y el onanismo, Europa con seguridad va a volver a crecer. Además, si junto a ello se termina con los egoísmos materialistas y con el consumismo desaforado que hace que el europeo solamente piense en comprar y vender, con seguridad aquellos países que los "invaden" con sus flujos inmigratorios dejarán de hacerlo pues sus riquezas no pasarán a engrosar más las arcas del capitalista extranjero expoliador y no tendrán entonces necesidad alguna de pasar por el trauma de abandonar su terruño.
Ésta es la verdadera y única solución que tiene el problema inmigratorio. Que es justamente lo opuesto de lo que sostiene el grupo que escribe en la revista Tierra y Pueblo cuyos principales redactores, de los cuales lamentablemente hemos tenido que ocuparnos ya en otras oportunidades, son el director de la misma, el joven Ravello junto al octogenario Guillaume Faye, quien se ha convertido en su maestro, y un conjunto de funcionarios civiles y militares del gobierno ruso del régimen tiránico del ex KGB y comunista Putin que aprovecha ciertas peculiaridades de ambos redactores para fomentar una actitud de franca genuflexión a sus intereses. Para los redactores de la revista Rusia y Putin representan las verdaderas garantías para evitar el caos étnico en que estaría condenado su continente.
Pero vayamos por partes. Hay algo en común que tienen Ravello y su nuevo maestro Faye y es su verdadera obsesión por el sexo. El primero en un escrito que comentáramos oportunamente considera que uno de los grandes males de su país ha sido la moral franquista excesivamente puritana que ahogaba la libertad del hombre, lo que afortunadamente había concluido con el ingreso de España a Europa. No tenía en cuenta que dicha moral, con todas las limitaciones que pudiese tener, era un verdadero antídoto respecto del destape sexópata en que ha incurrido actualmente su sociedad el que representa una de las principales razones del decrecimiento de su población "aria". Faye da un paso más ingresando ya a una esfera patológica cuando, en una novela que escribiera hace algunos años, titulada Arqueofuturismo, expresa sus esperanzas de que, tras haber cesado, según propia confesión, en su oficio de actor pornográfico por razones de edad, con el progreso de la técnica se podría efectuar el prodigio de permitirle llegar con el tiempo a tener más de cien años y seguir disfrutando de jóvenes doncellas. Hoy ya con más de ochenta cumplidos continúa pendiente de sus fantasías por las que promueve un programa "imperial" a la medida del “zar” Putin el que le podría llegar a resolver sus traumáticos problemas, y en el cual, incrementando aun más sus delirios, sugiere además que las nuevas élites europeas, que circundarían al “zar” y de las que él formaría parte, aprendan a hablar su dialecto, el bretón, al que quiere convertir en la lengua oficial del nuevo “Imperio”. Como vemos una fantasía no menos ridícula que su anterior derivada de su enfermizo apetito sexual. Pero ello sería poca cosa y entraría en lo grotesco si no fuera que a estas ridiculeces no le asociara una serie de siniestras consignas entusiastamente compartidas por Ravello y los suyos tales como: 1) Considerar que hay que terminar con la beneficencia que los países europeos hacen con el Tercer Mundo, al cual por supuesto no se lo estaría esquilmando, sino que sería exactamente al revés, serían estas "hordas salvajes", como la nuestra, las que se estarían aprovechando de los europeos abusando de su generosidad, carácter bonachón e ingenuidad para destruirles todo, hasta la propia raza. Sostiene así la necesidad de “limitar” la inmigración a lo “estrictamente necesario”. Posiblemente imponiendo un régimen esclavista para aquellos inmigrantes que queden todavía. 2) Proponer, en función de tales calenturientas utopías, que terminemos con las naciones europeas a fin de que su excesivo poderío no compita con el “imperio” ejercido por Putin. Por tal razón propone lisa y llanamente el separatismo de las distintas regiones si es que éstas así lo disponen y aun la posibilidad de que se constituyan otras nuevas en función de la voluntad de las partes. Resulta curioso al respecto constatar cómo su alumno Ravello se preocupe en otra nota de esa revista porque España pueda perder la soberanía en el deshabitado islote Perejil, de apenas unas cuatro hectáreas, y acepte ligeramente en cambio que su país pueda desprenderse de Cataluña, Galicia, Andalucía, etc. si es que tales regiones u otras decidieran separarse. 3) Más inverosímil todavía es la actitud que asumen hacia los EEUU, lo cual es compartido sea por el caduco ideólogo francés como por la plétora de funcionarios rusos que allí escriben. Se manifiesta que EEUU no es el enemigo sino apenas un rival en competencia, que el verdadero enemigo es en cambio el fundamentalismo islámico al cual aquel no combate como corresponde. Y se agrega que ello es así porque no lo tienen en el propio territorio, como sucede con Rusia en la región caucásica, para acotar que, como "ellos no se van a jugar por nosotros" y suelen retirarse ante el primer obstáculo, se trataría de tomar la iniciativa con más vigor a fin de que no suceda lo mismo que en Afganistán en donde todo va mal porque no se está luchando como corresponde. Queda entonces aclarado algo que no nos contestara en su momento el joven Ravello ante un requerimiento nuestro: está de acuerdo con la intervención española en Afganistán, sólo que desearía un mayor compromiso en la guerra, quizás que sus soldados se dirijan hacia las zonas más conflictivas y no se remitan meramente a "pacificar". El ruso Murros da un paso más adelante, sugiere que "Europa" envíe tropas al Caúcaso para ayudar a su país en su lucha contra el fundamentalismo. Es que si los rusos los ayudan poniéndoles un emperador para resolverles sus acuciantes problemas, ellos a su vez tienen la obligación de retribuirlos. Suponemos el entusiasmo que deben tener al respecto Ravello y Faye. Quizás alguien les podría preguntar: ¿por qué no son ellos los que se van a Afganistán a enrolarse como voluntarios? 4) ¿Dijeron algo de la invasión a Irak? Por supuesto que no hay ninguna condena de tal contienda. Al contrario lamentan que EEUU esté perdiendo la guerra, aunque sí Faye nos dice cosas interesantes respecto del conflicto árabe israelí. Nos sugiere ser neutrales, es decir, lo que quiere Israel, que "Europa" no se meta en sus asuntos pues de los mismos pueden ocuparse libremente ellos y los norteamericanos. 5) No paramos de asombrarnos: el general ruso Rubakov les recuerda a sus serviles interlocutores españoles que durante su Guerra Civil Rusia colaboró “humanitariamente” con su patria, entre otras cosas "salvando la vida de 3.000 niños". Queda así claro en tal apologética que existe una continuidad estrecha entre lo hecho por la URSS de Stalin y lo que su digno sucesor Putin pretende hacer ahora. En los dos casos, por razones de conveniencia estricta, se acudió a un lenguaje nacionalista para engrupir a imbéciles. Sin embargo debería recordar también que, además de "salvarle la vida" a 3000 hijos de ciudadanos republicanos, se la quitó miserablemente a decenas de miles de patriotas españoles que lucharon por su independencia contra la invasión bolchevique en su suelo en la gloriosa gesta del 36 al 39.
Pero el absurdo no tiene límites: el grupo “indoeuropeo” de la revista Tierra y Pueblo, que en otras ocasiones se calificara a sí mismo como seguidor del racismo biológico propio del nazismo, en aras de seguir manteniendo el statu quo zoológico de materialismo en que vive su continente, ha hecho un gran descubrimiento que contradice lo que hasta ahora habían dicho sus principales mentores. Así pues, mientras que Alfred Rosenberg calificaba a los rusos como "Raza impura mezcla de eslavos y asiáticos... verdadero pueblo de esclavos y una de las principales fuentes de contaminación de nuestro continente", haciendo además una analogía entre las palabras eslavo y esclavo, en cambio ahora que creen haber encontrado un verdadero salvavidas ante la impotencia manifestada por la Europa decadente que no puede por sí sola defender su materialismo y sexopatía al pretender que haya otros que combatan por ella, se trataría en cambio de un pueblo "ario". Tal como vemos, el oportunismo, consistente en amoldar las ideas a las propias conveniencias, carece de cualquier límite.
Es increíble constatar al respecto que seamos los únicos que nos indignamos por semejante felonía y que en España no haya aparecido aun nadie que los denuncie como lo que son: verdaderos traidores.

Marcos Ghio