RUSIA Y LAS FARC

 

Han sido muy interesantes e instructivas las recientes explicaciones que el líder cubano Fidel Castro nos diera respecto de sus vínculos con las FARC, de las que indudablemente intentaba distanciarse, del mismo modo que su amigo Chávez, debido a sus recientes fracasos. Manifestó que, si bien en ambos casos han aplicado la guerrilla y se han reivindicado por igual como marxistas leninistas, ha habido grandes diferencias entre los dos. Las FARC han mantenido una disciplina mucho más severa y estricta respecto de Moscú (su líder recientemente fallecido fue un antiguo militante del Partido Comunista Colombiano) que lo que aconteciera en cambio con el líder cubano quien en razón de tener que gobernar un país tuviera en cambio que esforzarse por coordinar los intereses del mismo con los muchas veces disímiles de aquel imperio. Todo esto hizo en modo tal que la  guerrilla de Marulanda no estuviera nunca subordinada a su gobierno como aconteciera en cambio con las de corte guevarista del estilo del ERP en Argentina o de los Tupamaros del Uruguay. Además, siempre en función de tal orientación ideológica, la estrategia de ambos ha sido significativamente diferente. Si la guerrilla castrista, en función del apuntalamiento del gobierno cubano, se planteaba como consigna fundamental y excluyente la toma del poder y la instauración de Estados socialistas, la de las FARC en cambio, en tanto subordinadas de manera directa a los intereses del imperialismo ruso, se conformaba con cumplir el papel de factor de presión militar en el seno del continente americano a fin de convertirse, en el “patio trasero” de su par norteamericano, en un foco permanente de desestabilización.
Esta interesante acotación de Fidel Castro nos permite explicar muchas cosas que lamentablemente no han sido tomadas en cuenta en forma adecuada por parte de los operadores políticos sea nacionales como internacionales que han tratado este problema. La primera de ellas es la relativa a la intervención militar en territorio ecuatoriano por parte del gobierno de Colombia cuando, en un operativo fulminante, se eliminara al nº 2 de dicha organización, Raúl Reyes, junto a otros 17 camaradas de ruta. Allí sucedió también que en el espectacular y sofisticado campamento que se allanara se descubrió que, además de contar con todas las mejores innovaciones tecnológicas  mostrando así un grado de impunidad solamente compatible con la complicidad del gobierno del país que los hospedaba, pudieron confiscarse los archivos de la organización y la inteligencia colombiana, que posiblemente no tuviera en cuenta entonces las importantes declaraciones del líder cubano, exhibió unas fotografías en donde aparecía el líder de las Farc reunido en diferentes oportunidades con una persona que en un primer momento se creyó que se trataba del ministro del interior ecuatoriano. Más tarde se supo que el aludido no era otro que el líder del Partido Comunista Argentino, Patricio Etchegaray, quien se encargó personalmente de desmentir la especie con una amplia sonrisa en la boca queriendo así manifestar que al ser su presencia mucho menos importante que la del aludido funcionario que se había confundido salvaba así totalmente la responsabilidad de los ecuatorianos en el entredicho.
Muchas personas que han querido condenar la acción colombiana queriendo asociarla a la política norteamericana han respirado con alivio cuando se develó dicha confusión. Al fin y al cabo se pensó que el Partido Comunista Argentino es una organización muy pequeña y numéricamente insignificante y la presencia de Etchegaray en Ecuador era un acontecimiento muy secundario y meramente periodístico. Sin embargo hay que señalar aquí, recordando una vez más lo dicho por Fidel Castro, que dicha organización ha sido en Latinoamérica y hasta en el mundo entero aquella que más fielmente, a lo largo de toda su historia, ha cumplido con el rol de incondicional defensor de los intereses del imperialismo ruso en el mundo. Las reuniones de Etchegaray con Reyes, tal como el primero lo ha señalado y por la cantidad de fotos encontradas, han sido numerosísimas y escapan totalmente a una mera visita periodística. Por lo cual también resulta llamativo que el gobierno del Ecuador que, del mismo modo que Castro debía saber de la vinculación estrecha entre Rusia y las FARC no hubiese sospechado nunca de la presencia constante de dicha persona en su territorio. Pero acotemos además que la misión periodística y “humanitaria” de Etchegaray con la guerrilla secuestradora no ha sido solamente con el asesino Reyes, sino que también se le conocen múltiples reuniones con Marulanda y últimamente, tal como él mismo ventila en su página web, con el sucesor del mismo, Iván Márquez, esta vez en la selva colombiana a cuyos lugares secretos indudablemente tiene libre acceso.
Tal como bien han demostrado los antiguos socios de Etchegaray, los miembros del escindido Partido Comunista Revolucionario maoísta, cuando cayó el muro de Berlín en 1989, Rusia ya era en ese entonces un país capitalista, lo único que sucedió en esa fecha fue que con la disolución de la antigua URSS perdió su influencia política en el mundo, pero nunca ha renunciado a su vocación imperialista ni antes ni ahora y ha sabido manejarse siempre a través de sus personeros (aunque ahora también los tiene de extrema derecha), tratando de ganar espacios políticos en nuestro continente con independencia de las ideologías que representaran los gobiernos. Hemos visto así como el Partido comunista moscovita de Etchegaray simultáneamente con sus fervientes apoyos a Marulanda también se los brindó al gobierno de Videla porque le vendía trigo a Rusia, lo cual lo convertía sin más en un “régimen progresista”.
Actualmente Etchegaray se encuentra asociado estrechamente a una figura paradigmática en la Argentina como el piquetero Luis D’Elía, de quien se dice que está a punto de hacer pública su afiliación al Partido Comunista y ambos son a su vez grandes pilares de sustentación del régimen de Kristina Kirchner, para el cual organizaron importantes manifestaciones tanto de apoyo a la misma como a Chávez en Venezuela, respecto del cual, siempre obedeciendo a los intereses rusos, son también importantes sostenedores.
Resulta curioso constatar la ignorancia política que hoy prima cuando una figura como Ingrid Betancourt, quien estuviera prisionera de las Farc durante seis años,  a las pocas horas de ser liberada agradeciera a nuestra gobernante por toda la solidaridad manifestada para con su causa. Justamente a un gobierno que tiene entre sus principales colaboradores a manifiestos simpatizantes de la organización que la tenía secuestrada….

Walter Preziosi
Buenos Aires, 21/07/08