VENUS Y MARTE, O LA FASCINACIÓN POR PUTIN

 

a) La fascinación europea por Rusia

Robert Kagan, quien fuera uno de los cerebros de los halcones de Bush, nos da la clave para entender ese extraño fenómeno que hoy existe en Europa entre varios de sus dirigentes respecto de la idealización que se ha hecho de la figura del líder ruso Putin y de Rusia como potencia redimida por éste. En tanto que la nación europea se ha constituido bajo el signo del Mercado, habiendo sido éste su verdadero nombre previo antes de rebautizarse como una Unión continental de Estados, para ella la guerra ha sido siempre una cosa insoportable de la cual ha tratado de prescindir y, cuando no ha tenido más remedio que hacerla, su actitud ha sido la de otorgar a otros su responsabilidad principal, en tanto que la concibiera como un impedimento en el logro de la meta mercantil para la que fuera engendrada. Y ha sido justamente esto lo que Kagan ha calificado como una característica distintiva respecto de dicho conglomerado en relación a su similar de los EEUU, a pesar de que ambos se hayan constituido a través de la paulatina agregación de distintos territorios. Mientras que la Unión Norteamericana, que en sus orígenes fuera solamente de 13 Estados, se fue agigantando por lo general bélicamente al incorporar a otros con el uso de la fuerza hasta acercarse finalmente a los 50, la Unión Europea en cambio lo ha hecho a través del procedimiento de la seducción relativa a la conveniencia que les significaría a otras naciones del mismo continente poder participar de las ventajas propias de un poderoso mercado. Y esto es lo que ha hecho decir a Kagan que, mientras que la primera se ha constituido bajo el signo de Marte, la segunda en cambio lo ha hecho bajo el de Venus. Lo cual es una verdad que se percibe a simple vista en forma cotidiana. Cuando Europa ha tenido que participar, en su función de aliado o miembro de la Otan, de distintas guerras, como el caso de la de Irak o de Afganistán, las diferencias de conductas entre ambas 'Uniones' han sido realmente significativas. Mientras que la europea ha buscado siempre ser derivada hacia zonas no conflictivas y de escaso valor bélico, el peso principal de todas las contiendas ha sido llevado siempre a cabo por la norteamericana. Basta con hojear los diarios del día para corroborar lo dicho. Cuando un soldado de Italia, Francia, España o Alemania (1) muere en alguna de las batallas -lo cual sucede siempre esporádicamente debido a lo antes mencionado-, los diarios se cansan de brindarnos fotos y datos biográficos de las víctimas que llenan las primera planas en forma plañidera. Lo cual en cambio no sucede en el caso norteamericano en donde diariamente mueren soldados y sus nombres y datos familiares pasan totalmente desapercibidos para la opinión pública. Recordemos también la facilidad con la cual países como España se retiraron de la guerra de Irak luego de haber padecido un simple atentado, lo cual, si no hubiese regido allí el signo de Venus, hubiera por el contrario estimulado a tal nación a multiplicar sus esfuerzos para combatir al enemigo. Pero lo más increíble aun ha sido que cada vez que Europa tuvo que abocarse a resolver sus problemas internos acudiendo a la fuerza, pensemos en Bosnia, Serbia o Kosovo por ejemplo, ha tenido que hacerlo acudiendo también al poder norteamericano para imponer el orden.
Indudablemente esta situación realmente humillante, que ha producido consecuentemente un estado de sumisión a la superpotencia yanqui, ha generado también por reacción, en especial del lado de los sectores más nacionalistas de Europa, quienes se sienten heridos en su orgullo propio, un intento por revertirla tratando de buscar a alguna figura que pudiese erigirse como un modelo alternativo desde dentro del propio continente. Y ésta ha sido la razón por la cual los ojos han sido puestos últimamente en el ex KGB Putin en tanto que se lo ha percibido como un intento de reacción ante esta situación de verdadero aletargamiento en que ha incurrido el continente, aun la misma Rusia que, antes de la llegada al poder de tal dirigente, había aceptado pasivamente su propia disolución imperial con la caída de la ex Unión Soviética. La imagen de Putin mostrando los músculos ante los medios de prensa es toda una señal de esta nueva perspectiva.
Claro que tal romance que han asumido distintos líderes europeos, así como sus sectores nacionalistas más duros (2), producto de esta gran desazón que les produce la percepción de este estado propio, les hace olvidar ciertas circunstancias fundamentales. En primer lugar que el nuevo régimen implantado por el aludido Putin no es sino una readaptación, especialmente por sus métodos tiránicos, del antiguo comunismo de Stalin, pero a su vez con la desfachatada asunción del más crudo capitalismo financiero, repleto de multimillonarios y corruptos, el cual solía disimularse algo antes en épocas de cortina de hierro y de "dictadura proletaria". No casualmente el mismo ha reivindicado a la figura de tal dictador como modelo, el que es vuelto a estudiar en las escuelas, y ha dicho también que la mayor tragedia de los últimos tiempos ha sido la desaparición de la URSS. Y esto contrasta sobremanera con la actitud siempre contraria a tal ideología que sustentara el antiguo continente.
Pero lo principal de todo es que habría que decir que del venusismo, es decir de la actitud de pasiva sumisión a los procesos de la vida material, no se sale simplemente cambiando de amo. Tampoco es una cuestión de tener más músculos o valentía, sino que en realidad sólo se lo hace negando a tal fenómeno en sus raíces, esto es a la misma fuente por la que constituyó tal "Unión", el Mercado, es decir, la economía como destino.

b) La fascinación sudamericana por Rusia

Tampoco nuestro continente ha permanecido ajeno a esta verdadera sugestión y expectativa despertada en algunos por la figura de Putin. Empezando por gobernantes populistas del estilo de Chávez quienes, tal como hemos señalado en otra oportunidad, del mismo modo que sus colegas europeos, no desean modificar el sentido economicista propio del mundo moderno, sino simplemente ser parte integrante del mismo, aunque en un rol que no sea el de un subordinado, sino de un par. Por ello no resulta una casualidad que hasta por los nombres se imite el mismo modelo aplicado en el viejo continente. Primero ha sido el Mercosur, esto es una copia de lo que fuera el Mercado Común Europeo, y ahora, como un desarrollo natural del mismo, se habla ya de la Unión Sudamericana como un paso posterior asequible luego de la consumación de un gran universo de competencias. Y en tal contexto es que se habla aquí también, como en Europa, de mundo multipolar, es decir de un ámbito en el cual las decisiones sean tomadas 'democráticamente' por las partes sin haber una sola que imponga su voluntad. Por lo tanto aquí también nos encontramos con un contexto materialista como el que rige en los EEUU, pero con la diferencia de que se pretende ser un socio y no un subordinado, o un 'patio trasero', tal como habitualmente ha sido nuestro continente. Es en tal nivel que adquiere aquí significado la figura de Putin y de Rusia en tanto que por su poder militar pudiese convertirse nuevamente en un 'contrapeso' del norteamericano, aunque en ningún momento representando una antítesis respecto del mismo.
Son varias las figuras que han efectuado el panegírico de este tipo de postura presumiendo presentarla como si se tratara de una 'alternativa' al modelo hoy vigente, cuando en realidad nos hallamos con una de sus tantas variables. Frente a la idea de una modernidad globalizada y con el poder concentrado en una sola de sus partes, en este caso los EEUU, los pretendidos 'alternativistas' proponen en cambio un poder repartido, compuesto de 'mercados' autónomos, pero sustentado en los mismos principios en tanto que en ningún caso lo que se postula es la desaparición y destrucción de los valores de la modernidad en donde es la economía el destino, para lo cual Rusia sería el instrumento adecuado.
Queremos remitirnos especialmente aquí a dos revistas que han asumido tal perspectiva de abierta apologética de Rusia, representando así en nuestro continente esta misma fascinación que existe en Europa; una de ellas la chilena Ciudad de los Césares (en lo sucesivo CC) y otra argentina, aunque de un grado menor en difusión, El Pampero Americano (en lo sucesivo PA), de las cuales ya nos ocupáramos en otras oportunidades por otras razones, y que ahora en su último número han coincidido en una inverosímil exaltación de la Rusia de Putin a partir de un hecho relativamente reciente cual fuera la invasión que tal país efectuara de la república de Georgia, el cual es resaltado por parte de ambas publicaciones como si se hubiese tratado de una verdadera proeza y de un auténtico acto revolucionario en la historia del mundo. CC llega a poner una foto de la misma en la tapa de su último número, que sale trimestralmente, y PA lo sitúa como titular principal, insistiendo ambas en el carácter trascendente que tendría para ellos tal hecho.
Nosotros en lo que sigue expondremos sobre el tema primeramente la postura de ambas publicaciones las que, en función de esta aludida exaltación, realizan verdaderas distorsiones de los acontecimientos, aunque en grados diferentes. Luego explicaremos lo que realmente sucedió que, tal como se verá, es exactamente al revés de lo que nos dicen en tanto que se encuentran abocadas a una tarea más apologética que científica.

c) La guerra de Georgia según CC y PA y de acuerdo a la realidad

Según CC esta guerra tendría que ver con un plan de los EEUU para evitar que en 'Eurasia' (una unidad ideal que abarcaría a Europa y a los territorios que constituyeran la ex Unión Soviética) exista un único poder tal como aconteciera desde la época de los zares y luego con la URSS. La disolución de tal organismo en la década del 90 del pasado siglo habría sido una cosa altamente negativa, tal como manifestara también Putin, en tanto que aquel era un contrapeso efectivo al poder universal de los norteamericanos, el cual, a fin de expandirse, intenta dividir a las partes para mejor gobernarlas. Así pues, del mismo modo que lograra que varias repúblicas se separaran de la Federación Rusa, entre ellas la aludida Georgia, intentaría ahora ahondar aun más el secesionismo impulsando la constitución de nuevos territorios independientes, como el caso de Chechenia entre otros. Lo cual logró ser detenido por Putin (aunque no nos indique cómo lo hiciera) quien pretende evitar la profundización de tal proceso. Pero a su vez nos hallaríamos con la paradoja de que las mismas repúblicas que se han separado también padecen en su seno procesos similares con sus propias minorías, como el caso de Georgia, lo cual antes no sucedía en tanto que en "la organización federal de la antigua URSS la particularidad de Abjasia y de Osetia del Sur, dentro de la república socialista soviética de Georgia era reconocida, constituyendo la primera una república autónoma"(3). Pero, en tanto que tal país sería en realidad un instrumento de los norteamericanos e israelíes, resolvió no reconocer tal democrática organización social que permitía el comunismo staliniano, y por lo tanto intentó destruirla, cosa que Rusia se lo impidió con la prodigiosa invasión que en muy pocos días logró restaurar el orden y poner las cosas en su lugar. PA llega todavía más lejos en el fantaseo: nos dice que con suma habilidad Putin impidió la intervención norteamericana o de la ONU en tanto que Rusia "evitó caer en la trampa en la medida que no invadió Georgia", sino que solo se remitió a restablecer la 'libertad' en Osetia del Sur. Más allá de que habría habido argumentos legales suficientes como para intervenir militarmente pues dicha nueva república secesionista no estaba reconocida por la ONU, la realidad es que Rusia también ocupó ciudades que eran exclusivamente de Georgia y aun así EEUU no intervino por las razones que luego se verán. Pero lo más increíble es que llegue a decir también que la participación norteamericana en el hecho se probaría por la circunstancia de que "Georgia no fue barrida enseguida por los rusos". Cuando bien sabemos por una mera lectura de los diarios que, debido a la inmensa desproporción de fuerzas existentes, la guerra se resolvió en pocas horas (4). Por lo cual celebrar, tal como hacen las aludidas publicaciones, la 'victoria' rusa en tal invasión sería equivalente a festejar cómo un elefante aplasta a una hormiga.
Pero vayamos a la réplica puntual.
1) En su enfoque moderno, que solamente juzga las cosas por su carácter exterior y superficial, independientemente de los principios que se sustenten, para CC no sería sustancialmente diferente la unidad imperial de Rusia impuesta por los zares de la comunista que rigiera en tal territorio durante unos 70 años de espantosa tiranía. Es cierto que se trata en los dos casos de unidades, pero las diferencias entre ambas son abismales. La unidad del Imperio ruso se centraba en el carácter sagrado que tenía el zar cuya figura, por tal condición, se encontraba por encima de las partes particulares, las que podían ser diferentes racial, religiosa y culturalmente, pero que estaban unidas todas en la misma fe que generaba el prestigio de una institución trascendente. En cambio la unidad basada en el comunismo tenía como eje la mera fuerza y la opresión y las actitudes psicológicas consecuentes de los subordinados en una tiranía, que no eran la fe, sino el miedo y la resignación. Stalin, con la finalidad de evitar las disidencias internas y perpetuarse, acudió a dos procedimientos subsidiarios a fin de lograr que la carencia de un principio superior no generara en tal vasto territorio un movimiento centrífugo y secesionista como el que sucediera finalmente décadas más tarde cuando tal poder vino a menos. En primer término acudió a una represión sistemática que no ahorró ni siquiera el genocidio de poblaciones enteras, como el haber producido grandes hambrunas como en Ucrania y expulsiones compulsivas de grupos. Y el otro procedimiento fue producir migraciones de otras etnías en territorios diferentes, como el que sucedió justamente en Georgia en donde en dos regiones de la misma, las antes aludidas Osetia y Abjasia, se impulsaron asentamientos de rusos a fin de que se pudiese luego debilitarlas constituyéndoles repúblicas autónomas en su propio seno. Es decir, lo que CC exalta como una virtud de Stalin y el comunismo, no ha sido sino un procedimiento artero para favorecer el debilitamiento de una región ante un posible secesionismo futuro. Por otra parte sostener que un territorio debe decidir su soberanía en función de la nacionalidad que tengan los habitantes que lo ocupan nos llevaría a aceptar entre otras cosas que las Malvinas deben ser inglesas o Palestina judía pues están habitadas por personas de tal nacionalidad. Ha sido curiosa la adhesión de nuestro gobierno a la secesionista Osetia, cuando antes no lo había hecho con Kosovo por una razón similar. En segundo lugar que, a diferencia de tales publicaciones, no consideramos como una cosa negativa que se haya disuelto la URSS, sino todo lo contrario: en la medida que ésta no era un Imperio, sino una verdadera usurpación, ha sido un hecho altamente positivo que desapareciera, del mismo modo que también consideramos como sumamente positivo que en la zona caucásica, en donde se encuentra la aludida república de Chechenia, se constituya un emirato islámico (de hecho, tal como veremos, ya ha comenzado a organizarse) con principios radicalmente opuestos a los modernos de la Rusia de Putin.
2) Resaltada en primer término esta marcada diferencia en los principios con las dos publicaciones antes aludidas, vayamos a los hechos puntuales que distorsionan en función de su labor apologética.
a) No es cierto que la invasión que el presidente Saakashvili hiciera de su región de Osetia del Sur ante el intento de independizarse de su país haya contado "con apoyo logístico norteamericano e israelí". Si hubiera sido así no se entendería por qué se le soltó la mano ante la contra-invasión rusa y todo se remitió a una tímida protesta diplomática en donde hasta se aclaró que no se iba a intervenir militarmente. En todo caso las cosas fueron de esta manera. Es verdad que el gobernante georgiano era amigo de los EEUU, pero dicho país se maneja más que por principios, por intereses. ¿Qué era lo que le interesaba a tal potencia? Acá en su supina ignorancia las dos publicaciones hacen un llamativo silencio respecto de las reuniones previas que sostuvieran antes de tal 'invasión' el presidente Bush con Putin en su dacha de Soci y Gates y Lavrov en Bucarest en la reunión de la Otan con relación a la guerra de Afganistán, en donde Rusia, a pesar del gran antagonismo que nos quieren pintar tales publicaciones, mandó como veedor a su propio ministro de Relaciones Exteriores. En ambas reuniones EEUU y Rusia sellaron diferentes acuerdos. Pero como los pactos entre las potencias son generalmente secretos debemos deducirlos a partir de los acontecimientos. Es cierto que Saakashvili no se hubiera animado nunca a atacar si no hubiera contado con el visto bueno de los EEUU el cual le habría asegurado que Rusia no iba a intervenir. Es indudable que de no haber sido así jamás se hubiera animado a una acción de tal tipo debido a la inmensa desproporción existente entre las dos fuerzas armadas. Por lo cual la conclusión es que el georgiano fue inducido a actuar a propósito con la finalidad de producir una intervención rusa en la región. Los motivos de ello hay que hallarlos justamente en el acuerdo de Bucarest. Rusia y la Otan se reunieron conjuntamente en tanto están luchando contra un mismo enemigo, el fundamentalismo islámico. La primera lo hace en el Cáucaso, en las repúblicas de Chechenia, Ingushetia, Dagestán y Osetia del Norte entre otras, que son vecinas de Georgia. La Otan lo está haciendo principalmente en Afganistán. Debido a que los abastecimientos a tal fuerza no pueden hacerse ahora desde Pakistán en razón de que las fronteras con el vecino están controladas por los talibanes, la Otan precisa de Rusia para que le permita utilizar sus espacios geográficos y los de sus repúblicas aliadas de Uzbekistán, Kirguistán y Kazakistán. El acuerdo habría sido pues el siguiente. Rusia hará lo que se pide, y en la práctica ya ha comenzado a hacerlo, pero a cambio de ello resulta necesario para llevar a mejor desarrollo su guerra en el Cáucaso que en Georgia, país que se encuentra en tal región, exista un régimen afín a ella, como era el que había antes con el destituido Shavernadze.
b) Como Rusia sabía que Saakashvili no era muy popular en el propio país consideró que una guerra con un resultado desastroso para éste iba a determinar su caída y sustitución por otro gobierno afín a ella. El fenómeno tiene pues grandes semejanzas con lo sucedido en Malvinas con Galtieri y en menor medida con Saddam Hussein en la invasión de Kuwait. De la misma manera que con el georgiano, al militar argentino el presidente Reagan le dijo que podía invadir las islas pues contaba con la neutralidad de su país. Pero la realidad era que se lo indujo a hacer tal cosa para terminar con el régimen militar e instaurar la democracia, es decir el régimen servil que ha determinado la ruina de nuestra patria. Pero la gran diferencia de situaciones fue que, mientras que en Inglaterra gobernaba la experta Dama de Hierro, en Rusia en cambio se estaba recién estrenando el nuevo presidente Medvedev quien cometió la tremenda imprudencia de decir que la acción emprendida se tenía que coronar con la caída del régimen de Saakashvili, lo cual terminó favoreciéndolo pues, debido al profundo odio que los georgianos le tienen a los rusos luego de la sanguinaria opresión padecida en el siglo pasado, esta sola afirmación hizo que la balanza se volcara decididamente hacia tal gobernante quien le debe al novato delfín de Putin ese gran favor de seguir estando en el cargo. A los delirantes de PA, que han llegado a decir que Rusia no invadió Georgia, les proponemos hacer el siguiente juego  de imaginación. ¿Qué hubiera sucedido si la señora Thatcher hubiese dicho que invadía las Malvinas para imponernos el régimen radical peronista (del que ellos forman parte) que hemos padecido durante los últimos 25 años? Muy probablemente no habría renunciado Galtieri, ni tampoco la junta militar, por lo menos de la manera abrupta determinada por su derrota bélica. Pero la dama de Hierro era una política avezada, a diferencia del novato Medvedev.
c) No solamente estos hechos esenciales son obviados por los simplificadores de CC y PA. No hay una sola palabra respecto de los talibanes. El mundo que ellos imaginan es idílico en donde sólo actúan EEUU y Rusia en los roles principales y los demás en el mejor de los casos serían simples espectadores que deben encuadrarse con uno u otro bando, cuando no servicios de aquellos si es que pretendiesen salirse de tal contexto de fatalidad. PA por prudencia no nos dice esta vez como en otras que son agentes de los ingleses y que por una curiosa dialéctica éstos luchan en contra de sí mismos, tampoco insiste en decirnos que Al Qaeda es un invento de Bush. Simplemente hacen silencio sobre el tema. No habría guerra en Afganistán, ni en Irak, ni en Somalia o al menos estos hechos no serían tan trascendentes como la parodia acontecida en Georgia en donde afortunadamente todo siguió como antes y los rusos no se salieron con la suya. Por lo tanto ni una palabra respecto del Emirato del Cáucaso, es decir el gobierno paralelo que combate con relativo éxito en contra de las fuerzas rusas. Del mismo modo que ni una palabra respecto de que para poder invadir Osetia del Sur el ejército ruso tuvo que averiguar primero si la situación en Osetia del Norte estaba suficientemente tranquila como para poder hacer pasar las tropas por allí. Ni una palabra tampoco respecto del ofrecimiento que le hiciera a Saakashvili la fuerza militar del Emirato de auxiliarlo en su guerra contra los rusos. El líder georgiano, temeroso de perder el pretendido aval norteamericano, la rechazó, por ello los rusos pudieron circular libremente por el Cáucaso en tanto que las fuerzas del Emirato consideraron que se trataba de una lucha que no era la propia.
Tal como vemos la apologética tiene sus reglas muy precisas, las que exigen entre otras cosas un concierto de silencios. Sería de lamentar que también lo hicieran con esta nota. Aunque quizás sea una vez más porque carecen de argumentos y no es conveniente difundirla por las razones apologéticas mentadas.

c) Conclusión

Concluyamos estas líneas con un mensaje simultáneo a los venusianos europeos y sudamericanos. Rusia y EEUU -y podríamos agregar también a China- siguen siendo lo mismo. No son enemigos, sino adversarios partícipes de un mismo sistema materialista y moderno, dispuestos a postergar sus diferencias en función de colaborar conjuntamente en contra de un enemigo común que tienen en sus propios territorios de influencia. EEUU y el 'occidente' lo tienen en Afganistán, Irak, Pakistán y Somalia entre otras zonas, Rusia lo tiene en el Cáucaso y China en la provincia Uighur. Por lo tanto no es una 'alternativa'  la de pasar de ser venusiano a ser marciano, como es el gran anhelo de los autotitulados 'alternativistas', quienes lo más que desean es ser pares y socios, sino la de dejar de ser moderno. Ésta es la verdadera antítesis que hoy existe: entre quienes han puesto como primacía la vida y la economía, sea como venusianos o marcianos, subordinados o pares, y quienes en cambio, como el fundamentalismo, han puesto su eje en una dimensión sagrada y metafísica.

 

(1) El caso más patético está representado ahora por el ejército alemán, el cual, según lo señalado por la misma prensa de tal país, no puede actuar en Afganistán pues sus soldados se encuentran muy obesos y beben demasiada cerveza. Indudablemente los tiempos han cambiado mucho en tal nación.
(2) Varios de estos grupos autotitulados nacionalistas e 'identitarios' han hecho una apologética hasta enfermiza de la figura de Putin, superando en la adhesión ciega a su figura a la que en el pasado siglo tuvieran los comunistas vernáculos respecto de la fenecida URSS. Así pues hemos relatado ya dos ejemplos parecidos de cómo mientras que en un caso se ha llegado a justificar los genocidios de chechenios, en tanto que con tal acción se habría estado con la unidad de 'Eurasia', hasta haber exaltado la intervención rusa en la guerra civil española.
(3) En su sistemática tarea de confundirlo todo, CC continúa también con su oficio consuetudinario de distorsionarlo a Julius Evola (Véase lo dicho en el capítulo que le dedicáramos a tal tema en nuestra obra En la era del Paria, Ed. Heracles 2007). Así pues, comparando el secesionismo de Osetia del Sur respecto de Georgia que le siguiera al que esta última hiciera respecto de la URSS, nos recuerda la frase de tal autor en el sentido de que "una usurpación llama a otra". Habría que recordarle que emanciparse de un pseudo imperio como el soviético, no es de ninguna manera una usurpación, sino lo contrario, una acción restauradora de un principio. La verdadera usurpación fue la misma constitución de la URSS respecto del antiguo Imperio Ruso zarista.
(4) El Pampero Americano se destaca por su tendencia al macaneo y a la distorsión de los hechos y en esto demuestra ser menos serio que CC, a pesar de los elogios recíprocos que se prodigan permanentemente ambas publicaciones. En otras oportunidades hemos hecho notar perlas como las siguientes. Manifestó varias veces que los talibanes son agentes de Inglaterra, sin poder explicarnos nunca por qué ésta los combate en Kandahar y en Helmand. Dentro de la misma tónica de afirmar que Al Qaeda es un instrumento de los EEUU (por supuesto que sin haberlo podido probar nunca) manifestó que también lo sería la agencia de noticias Al Jazeera por la muy convincente prueba de que ambas empiezan con el prefijo 'Al'.