A propósito del escritor Kurt Sonnenfeld
EL FRAUDE MONTAJISTA

Tal como anunciáramos en nuestra nota sobre Salbuchi apareció en escena, en uno de las conferencias que suele dar en internet, un tal  Kurt Sonnenfeld quien comparte con éste una misma postura ‘alternativa’ en tanto que ambos sostienen por igual la posición montajista respecto de los atentados de las Torres Gemelas (Salbuchi la extiende también a los atentados de la Amia y la embajada de Israel), teoría que, tal como hemos manifestado en otra oportunidad, ha sido fabricada ex profeso para cubrir a los EEUU y a Israel de un manto de omnipotencia. Pero en tanto que no es nuestra intención aquí profundizar sobre un tema al que nos hemos ya referido en abundancia en otras oportunidades, nos remitiremos a brindar una breve biografía del mismo ya que resulta muy ilustrativa del grado de decadencia moral y estupidez en la que hoy estamos viviendo  especialmente en la Argentina.
Sonnenfeld llegó a nuestro país en 2003 presentándose como un ‘exiliado’ de los EEUU en tanto que habría sido un servicio de inteligencia arrepentido al cual le habían dado el encargo de filmar las ruinas de las torres de Manhattan luego del atentado del 11S y, en tanto habría visto muy comprometedoras evidencias, comenzaron a perseguirlo obligándolo a venirse hasta aquí para buscar una seguridad personal. A los pocos meses de su estadía se casó con una argentina integrante de organismos de derechos humanos y luego de ello, gracias a tal contacto, fue recorriendo distintos medios contándonos una muy interesante saga. Que la CIA, en tanto que se habría negado a entregar todo el material que había filmado, le inventó una cuestión judicial queriendo hacer pasar el trágico suicidio de su primera esposa norteamericana como un asesinato suyo por el cual tuvo que pasar más de un año de prisión, siendo luego liberado, ya que al organismo que fue capaz de inventar el atentado de las Torres Gemelas le resultó en cambio imposible inculparlo de tal hecho debido a las grandes evidencias presentadas. Fue así como se vino exiliado en la Argentina en previsión de futuros acosos no habiendo tenido ningún obstáculo por parte del gobierno de Bush como para hacerlo.
Pero  los yanquis que, a pesar de su gran astucia para otras cosas, como haber pergeñado el famoso atentado, son en el fondo muy tontos, recién cuando vino a nuestro país fueron capaces de fabricarle las pruebas que lo inculpaban del asesinato de su esposa. Ello habría sido en tanto que una vez más muy tontamente habrían confiado en la justicia argentina. Así fue como en 2006 pidieron su extradición del país alegando tener nuevas elementos que lo inculpaban. Fue entonces que para evitar tal ‘injusticia’ entraron en escena los organismos de Derechos Humanos en la Argentina, comenzando por las Madres y Abuelas junto al mismo matrimonio Kirchner, así como el ex premio Nobel Pérez Esquivel, quien apareció posando con éste en varias fotos, quienes se movilizaron, para impedir su extradición y pudiese contarnos su ‘verdad’. Luego de pasar cerca de 4 meses en Villa Devoto por tal causa, el juez Rafecas, conocido defensor de los derechos humanos y por lo tanto enjuiciador de militares represores, terminó liberándolo y rechazando su extradición alegando que la pena que se le podría aplicar al delito cometido en su país, al ser la de muerte, era expresamente rechazada por nuestra legislación, por lo que se hacía inconstitucional su deportación. Digamos al respecto que cualquier penalista mínimamente informado sabe que esa no era una causa plausible a presentar pues el gobierno norteamericano ajustándose a tal impedimento eventualmente lo podía condenar a perpetua. A todo esto el aludido Sonnenfeld ya se había hecho muy famoso en nuestro medio cultural pues la Editorial Planeta le había publicado un libro titulado El perseguido en donde revelaba las grandes pruebas de las que disponía y por las cuales su gobierno lo quería silenciar y alguna de las cuales explicaremos luego. Por si fuera poco el tema tomó relieve internacional en tanto fue entrevistado por la organización Red Voltaire, que como sabemos es la especializada en denunciar el montaje del 11S,  en donde explicó públicamente sus argumentos que, como veremos, son sumamente pueriles e inconsistentes y no agregan absolutamente nada a lo que ya se conocía. Además, por si faltara la cereza para adobar el postre, el pasado mes de septiembre el piquetero Luis D’Elía, aprovechando la gran resonancia internacional obtenida, intentó organizar un gran acto público con la presencia del aludido Sonnenfeld, el director de la mencionada Red, Thierry Meyssan, y otras personas de tal orientación. Sin embargo podemos mencionar aquí que resultó sumamente sugestivo el hecho de que ni Meyssan ni los otros aceptaron concurrir al evento en el cual se habría de develar el gran fraude del 11S que habría sido hecho por el gobierno norteamericano para invadir Afganistán (así le ha ido) por lo que suponemos que el francés se debe haber dado cuenta a tiempo de la poca seriedad del personaje aludido tan sólo conocido en nuestro país en donde los organismos defensores de los guerrilleros pretenden obtener el rédito político de haber ayudado a desmontar un gran fraude mediático elaborado por los norteamericanos.
A todo esto, y yendo específicamente a su trabajo intelectual, digamos que Sonnenfeld no agrega prueba alguna significativa ni en su obra ni en sus reportajes y hasta ahora el mundo entero está esperando que muestre los misteriosos videos que dice tener en su poder. Por ejemplo el aludido repite hasta el cansancio todo lo que han dicho otros aunque con menores fundamentaciones y con pretendidas ‘pruebas’ de gran puerilidad que otras personas evitan en cambio sostener. Para él sería una evidencia muy contundente de que el 11S fue un montaje el hecho de que no hayan podido aparecer las cajas negras de los aviones y sí en cambio las ruedas de caucho de los aviones que él dice haber visto. Aun suponiendo que ello sea cierto digamos que el argumento resulta vulnerable en cualquier sentido que se lo quiera analizar resultando muy parecido al de aquellos que alegan que, a pesar de la gran destrucción acontecida, fue encontrado el pasaporte intacto de Mohamed Atta, el jefe del operativo kamikaze. Contestemos una vez más que si es verdad que la CIA fue capaz de armar un montaje de una envergadura semejante como llegar a destruir una estructura edilicia de gran envergaduira con la finalidad de inculpar al terrorismo internacional ¿por cuáles razones habría dejado al alcance de Sonnenfeld las ruedas de caucho de los aviones así como a los otros montajistas el aludido documento que sirve justamente para demostrar la inconsistencia de las pruebas? Pues en caso de ser ello cierto lo que se podría decir es que justamente el efecto que se buscaba era el contrario del que dicen los montajistas: proporcionar con un argumento infantil y al alcance de muchos un elemento que tuviese la finalidad de darle consistencia a una teoría como la montajista que se encarga de exaltar el poder invulnerable que tienen los EEUU, ya que no existiría en el mundo ninguna organización que pudiese producirle por voluntad propia un daño semejante al del 11S.
Pero no queremos abundar en detalles de argumentaciones que ya hemos refutado vastamente en otras partes cuando rebatimos sea la obra de Meyssan como la de su discípulo argentino Walter Graziano. Lo que nos interesa en cambio es analizar si el aludido Sonnenfeld es realmente un perseguido o si es verdad como se sospecha que se trata de un vulgar asesino al cual están defendiendo organismos de nuestro país siempre dispuestos a aceptar teorías que pretendidamente intentan incriminar al gobierno norteamericano.
Vayamos al hecho puntual que arranca del suicidio de su esposa el primero de enero de 2002. Luego del agotador trabajo efectuado por Sonnenfeld filmando el magnicidio de las Torres Gemelas el aludido no se dedicó precisamente a la difusión de sus ‘descubrimientos’, sino a efectuar con su esposa un reconfortante viaje de placer a Tailandia, posiblemente en razón de haber cobrado una interesante suma por su tarea. Pero henos aquí que, luego de las vacaciones y ya de regreso a su ciudad Denver, se produce el trágico evento del ‘suicidio’ de Nancy, su esposa. Esto sucede, según sus propias declaraciones, mientras el aludido se encontraba trabajando en su computadora en la habitación de al lado debiendo interrumpir abruptamente su tarea luego de escuchar una fuerte explosión. Alegó en ese entonces que se trataba de una joven depresiva que ya había tenido otros intentos de suicidio. Sin embargo las investigaciones realizadas demostraron lo siguiente: 1) que en el aludido viaje a Tailandia surgió un grave conflicto conyugal en tanto que nuestro exiliado habría incurrido en un consumo excesivo de heroína, droga a la cual aparentemente era adepto; 2) que a raíz del hecho ella se fue a otro hotel sola y que 3) al volver a su país inició trámites de divorcio, lo que no pudo concretarse debido a la muerte inesperada y repentina. 4) que se pudo constatar que en tanto ya estaban separados que no era cierto que él hubiese estado usando la computadora y otros detalles significativos que determinaron que los jueces norteamericanos dictaran su prisión preventiva permaneciendo allí por varios meses hasta que, por falta de pruebas suficientes o por desidia o tecnicismos jurídicos, los fiscales no lo terminaron acusando y le permitieron salir en libertad. Resulta una vez más curioso al respecto que el país que fue capaz de organizar, tal como él dice en sus reportajes, el magnicidio del 11S en cambio no tuvo la capacidad suficiente de condenar a muerte a alguien que pudiese poner al descubierto dicha intriga.
Pero el tema no termina aquí. Una vez en libertad, debido a las severas deficiencias del sistema judicial norteamericano, y luego de que Sonnenfeld se viniera a la Argentina apareció una prueba contundente en su contra por la que la justicia de tal país pidió su extradición. Dos compañeros de celda del mismo manifestaron que, en un momento de gran depresión mientras estaba recluido, les confesó que había asesinado a su esposa en un rapto de ira. Nuestro exiliado escritor por supuesto niega que sea verdad todo esto, pero él tendría que explicarnos por qué tal prueba es ‘fabricada’ justo ahora que no se encuentra en su país, sino en uno gobernado por organismos de derechos humanos que suelen defender a parricidas condenados como Schocklender, sabiéndose así de la eventualidad de que la misma sea rechazada, tal como finalmente ha sucedido.
Por último digamos que, en tanto el aludido solamente se ha remitido a escribir un libro en el que repite lo que otros vienen diciendo desde hace al menos ocho años, hagámosle notar también que no se necesita ser un ‘exiliado’ para manifestar las cosas que él ha dicho, que en su mismo país el montajismo tiene medios de prensa con editoriales de la misma magnitud que Planeta y Sudamericana entre otras, encargadas sea aquí como allí de darle cabida a la misma y hasta incluso posee rango académico por lo que el que la sostiene no está obligado a exiliarse. Por lo que nos preguntamos nuevamente ¿es Sonnefeld un exiliado perseguido o se trata de un vulgar asesino?
M.G