BIOLCATI Y LOS COMPLEJISTAS

 

 La reciente muerte de nuestro gran amigo y maestro Vicente Biolcati nos remite a una problemática que enfocáramos juntos desde el mismo momento en que nos conociéramos.

Sea a él como al suscripto nos molestaba sobremanera, cuando éramos estudiantes de Filosofía,  ese contexto, tan universalizado en dicho medio, sea entre profesores como entre alumnos, de sujetos enamorados de los léxicos difíciles y de argumentos rebuscados, muchas veces ininteligibles, que en algunos casos se repetían de memoria en tanto que no se comprendían ya que su uso permitía a los que los utilizaban poder sobresalir en el medio en el que se desempeñaban presentándose como personas sumamente informadas y 'cultas', cuando en realidad se trataba tan sólo de cáscaras vacías y quienes los escuchaban, muchas veces en razón de un especial autobombo que se habían impuesto los aludidos sujetos, consolidado en múltiples casos a través de medios de prensa encargados de exaltarlos o en simples convenciones impuestas por camarillas, solían no objetarlos por el temor al ridículo que generaban entre su audiencia. Se trataba aquí de una reiteración del famoso cuento de aquel rey que estaba desnudo y al que nadie se lo decía por miedo a pasar por poco informado y listo. Siempre recuerdo que mi amigo, al referirse a aquellas personas, nos recordaba el ejemplo dado por Platón en la alegoría de la caverna oscura. Eran todos ellos como esos prisioneros que intentaban sobresalir y destacarse en disputas sobre cuestiones intrascendentes y que respecto de tal esfera de sombras en la que se encontraban, sin cuestionarse nada esencial respecto de la misma, trataban de competir para ver quién era el más listo y aquel del que se pudiese hablar más para poder señalarlo con el dedo entre el conjunto. Todos ellos tenían una característica común: negaban la existencia de otra realidad, más profunda que la de las meras apariencias en la que se desenvolvían y por la que se burlaban de aquellos que 'dogmáticamente' sostuviesen la posibilidad de acceder a una dimensión metafísica inasible a través de los sentidos externos. Este rechazo por tal esfera superior habría de profundizarse muy prontamente cuando la otra 'realidad' en la que creían a fe ciega los urgiera a definirse en el momento en el cual el medio ambiente, del que ellos en el fondo dependían sin darse cuenta como simples marionetas, se los reclamara. Fue así que, cuando comenzamos a ingresar en la famosa década del 70' y mientras que de a poco empezaba a desencadenarse la violencia guerrillera peronista y comunista en el país, la que ya se había insinuado un par de años antes con el famoso 'Cordobazo', esas mismas personas se olvidaron con rapidez de todo el palabrerío al que se habían entregado con tanta pasión para comenzar a pedir una 'filosofía concreta'. Recuerdo hasta un gesto de uno de estos personajes acompañando tal reclamo con el frotamiento de los dedos de una de sus manos, como significando que quería ocuparse de cosas que se pudiesen tocar y no de vacuas abstracciones, tal como se había hecho hasta entonces.  Lo que había sucedido era que el verbalismo, en tanto vaciaba a la filosofía al convertirla en una mera retórica, era la consecuencia necesaria y contracara de un realismo vulgar como el reseñado; el mismo en el fondo representaba nada más que una pausa de esparcimiento para otros menesteres no tan superiores. En ambos casos lo que se negaba por ignorancia era la existencia de una experiencia metafísica y se reducía la realidad tan sólo a lo que captaban los sentidos externos. La consecuencia final de tal vacuidad fue que en los cursos se empezaron a estudiar textos muy 'concretos' como el del general vietnamita Giap sobre estrategia revolucionaria y un pintoresco folleto de unas pocas páginas titulado A propósito de la contradicciones de Mao tse Tung, el que, además de estar señalando una situación de hecho, se había impuesto en forma obligada en varias cátedras. Nos preguntábamos entonces: ¿Tanto lío y tantos léxicos complicados para terminar frotándose los dedos de la mano?

Pasaron así los años y el amigo Biolcati se mantuvo siempre fiel a su pasión metafísica en un rechazo profundo y sin concesiones hacia el mundo moderno del que esos sujetos eran una fiel expresión y nos entregó al respecto varias obras inigualables sobre el tema hasta que repentinamente, cuando ya estaba en su etapa de octogenario que sería la última, dejó de escribir. Recuerdo que me vino a ver por última vez a mi departamento. Me hizo presente al respecto un viejo pensamiento chino relativo a las tentaciones de las que había que prescindir para poder alcanzar la realización metafísica. No solamente había que desprenderse de los bienes materiales y de los corporales, sino que debíamos vencer la peor tentación de todas, la que es más difícil de abatir, el deseo de fama o de exaltación de sí mismo frente a los demás. Había pues que derrotar al yo inferior para hacer brotar al superior. Recordamos así los viejos tiempos de estudiante en donde estábamos rodeados de tantos sujetos vanidosos y superficiales contra los cuales habíamos luchado y me dio a entender que para destruir definitivamente a ese gran demonio había que comenzar a hacerlo interiormente en uno mismo llamándose a silencio de una buena vez. No coincidí con él pues alegué, tal como Platón en la aludida anécdota, respecto de la necesidad pedagógica de orientar a las nuevas generaciones, a los 'prisioneros' con los medios que se tuviesen al alcance, muy pocos por cierto, a lo que me retrucó con que el silencio era también una forma de comunicación, la superior a todas, a la cual lamentablemente aun no he podido llegar todavía por diferentes razones. Recordé así el impacto que puede causarnos una mirada de desprecio ante tanta imbecilidad y destrucción, como las que el amigo Biolcati solía tener.

Yo lo que quiero significar, en el contexto de mis limitaciones, antes de llamarme a silencio como mi gran amigo, es que seguimos rodeados como nunca de sujetos parecidos a esos mismos estudiantes y profesores de filosofía que querían llamar la atención. Los encontramos especialmente en aquellos que quieren ser muchas cosas al mismo tiempo e incluso de lo más contradictorias para impresionar a su medio por lo originales. Quieren por ejemplo ser simultáneamente fascistas y comunistas, marxistas y católicos, y hasta ha habido un movimiento inverosímil de cristianos ateos que pregona la teología de la muerte de Dios. Estas personas que quieren salir del montón en tanto dicen buscar 'algo más' como para poder exaltarse a sí mismas y destacarse por lo originales, en una exasperada búsqueda de los aplausos y admiraciones de la platea, alegan que todo lo que existe resulta muy complejo como para poder definirse a favor de algo en particular. Que así como los ascetas y santos son nada más que enfermos y reprimidos sexuales, cuando un autor dice una cosa, en realidad está queriendo decirnos otra, que es por otra parte lo que afirman ellos en exclusividad. O también son los que han cubierto con una serie interminable de 'montajes' todos los ataques victoriosos que el movimiento contrario a la modernidad ha efectuado en los últimos tiempos, como por ejemplo un 11S, un 11M, un 7J y las múltiples victorias que el movimiento talibán y Al Qaeda están obteniendo en Afganistán, Irak, Pakistán y Somalia. Estos son los que hemos denominado en su momento como los 'complejistas' o 'montajistas' los cuales, en tanto sostienen que la realidad es muy 'difícil' y 'compleja' y no se deja atrapar por los simplistas y dogmáticos que aceptamos sin más la existencia de una dimensión metafísica y superior, tarde o temprano hacen como aquel estudiante que se frotaba los dedos. Así pues si como 'fascistas' dicen estar en contra del sistema, terminan finalmente apoyando a países pertenecientes al mismo como en el caso de Rusia en su canallesca invasión a Georgia y otras tropelías semejantes, así como también condenan al fundamentalismo islámico que es la única fuerza que combate realmente a la modernidad. Y hasta se han podido constatar casos de algunos de ellos que han terminado respaldando al Estado de Israel.

 

Marcos Ghio

15/03/10