FRANCISCO  MENTIROSO



    
    En su alocución del domingo último el papa Francisco dijo una gran mentira. Expresó que “no se hace la guerra en nombre de Dios” refiriéndose al Califato del Estado Islámico en particular y a las guerras del fundamentalismo islámico en general.
     Por su calidad de sacerdote y de obispo Francisco no puede ignorar la historia de la iglesia y los textos sagrados, En el Antiguo Testamento, primera parte de la Biblia, leemos cómo el pueblo judío conquistó la tierra prometida a sangre y fuego exterminando a sus enemigos incluyendo mujeres, niños y animales, e invocando al Señor Rey de los Ejércitos. La actividad guerrera estaba presidida por Dios, cosa muy distinta a la que hoy día hacen los judíos sionistas que guerrean por motivaciones puramente materiales. A éstos el Papa los incluye entre nuestros “hermanos mayores”, frase esta última ya expresada por papas anteriores.
     Francisco tampoco puede ignorar que la iglesia sostuvo la guerra santa en numerosas ocasiones. Recordemos sin más la prédica a favor de las Cruzadas, una de cuyas consignas era “Dios lo quiere y el Papa lo manda”.
     Citemos también a las órdenes de caballería medievales aprobadas por la iglesia y que sostenían un catolicismo heroico, viril y guerrero
     El inspirador de la orden de los Templarios, institución aprobada por la iglesia, San Bernardo de Claraval, escribía: “La muerte de los santos será siempre preciosa delante de Dios; mas la que ocurre en la guerra es tanto más preciosa cuanto mayor es la gloria que la acompaña.”
     Esto ocurría durante los tiempos en que el catolicismo gibelino, heroico, viril y guerrero ejercía influencia en el occidente cristiano, pero desde entonces la iglesia cayó paulatinamente en la degradación güelfa por causas muy profundas que no podemos ahora analizar “in extenso”. Pero lo cierto es que el Papa no puede ignorar todo esto y mucho más, por lo cual no vacilamos en calificarlo de mentiroso e hipócrita por no decir canalla.
     Está totalmente aliado con las fuerzas que mandan en el mundo moderno y se muestra “consternado” porque hay quienes hacen la guerra en nombre de Dios, en una guerra santa que es la mejor de las guerras.
     Por todo esto, contradiciendo a Francisco, es necesario que la guerra santa se extienda a otras religiones. Rescatando lo mejor de nuestras tradiciones católicas se podría avanzar en el derrumbe del mundo moderno, y esto es muy  importante en nuestro continente hispano-luso-americano en donde el catolicismo forma parte de nuestra herencia cultural.
     El pacifismo de Francisco está al servicio de lo peor de la modernidad y su verdadero objetivo es desarmar toda rebeldía para así someternos a la degradación en todo sentido que hay manda en el mundo occidental.

San Carlos de Bariloche, 12 de agosto del 2014, en el 208ªº aniversario de la Reconquista de Buenos Aires de manos de los invasores ingleses.

JULIÁN  RAMÍREZ