EL  EJEMPLO  DEL  CALIFATO



     La reciente creación del Califato del Estado Islámico y que abarca partes de Siria y de Irak es un acontecimiento notable que todavía no ha sido bien comprendido en su significado, magnitud y profundidad. Se trata nada menos que de la restauración de la idea del Estado tradicional.
     Conforme a los principios tradicionales el Estado es una sociedad de varones fundada en valores trascendentes, metafísicos  y religiosos, presidido por una idea supranacional y universal. Todo lo contrario son los estados nacionales modernos que se manifestaron plenamente desde la revolución francesa, totalmente vinculados a lo natural, lo material y al romanticismo a través de las ideas de Patria, Nación y Pueblo, usadas indiscriminadamente por los más diversos sectores de la política y por cuanto demagogo aspire a usarlas en su provecho, y de esa manera los principios tradicionales fueron reemplazados por los intereses materiales, territoriales, geopolíticos, financieros y económicos. Sobre estas bases se fundamentaron los nacionalismos de los siglos XIX y XX con los consecuentes conflictos de todo orden.
     Se perdió totalmente la idea imperial, la idea del estado supranacional y fundado en los principios tradicionales. Los grandes imperios tradicionales fueron disueltos y en su lugar aparecieron pequeñas unidades estatales que fácilmente cayeron bajo el dominio de grandes potencias materiales y voraces.
     De esas destrucciones queremos referirnos en esta nota a dos casos, El primero y que nos toca de cerca porque está en nuestra historia y lo sufrimos hasta hoy día, es el de la disolución del Imperio Hispánico y su dispersión en una veintena de republiquetas , todas ellas dominadas por potencias extranjeras; de un imperio decadente gobernado por inútiles pero respetado y en el cual se manifestaban pautas tradicionales se pasó al estado moderno bajo los subversivos influjos de la revolución francesa y los imperialismos británico y yanqui. El fruto del accionar de los llamados próceres de la emancipación, San Martín, Bolívar, Sucre. O’Higgins y otros, consciente o inconscientemente fue una revolución moderna y antitradicional. El último “libertador” fueron los EE.UU. que lograron la independencia de Cuba con las consecuencias conocidas. El revisionismo histórico ignora todo esto y si lo sospecha no se atreve a manifestarlo por falta de valentía intelectual.
     Toda esta falta de cultura histórica nos lleva a otro falso camino, y por no conocer las causas sufrimos los peores efectos. Hoy día es común, ante la crisis del estado-nación invocar la “unidad latinoamericana” cosa que compartimos pero que se la lleva por un camino equivocado. Esa unidad se basa en una proyección meramente material y economicista. Entes como el Mercosur, la Celac,  la Unasur,  la Alba  buscan acuerdos únicamente en el plano económico mientras que los gobiernos hablan únicamente de ello. Frente a un gobierno mundial gobernado por las finanzas tratan de ocupar un pequeño espacio subordinado a ese gobierno y sometido a sus pautas. Para colmo comienzan a mirar con simpatía al nuevo engendro de la economía mundial: nos referimos al BRICS, que pretende formar un nuevo polo mundial económico y financiero.
     Frente a todo esto nos referiremos al segundo caso, al del Califato del Estado Islámico que se ha fundado sobre bases político-religiosas tradicionales y en el cual lo económico está subordinado a lo superior y trascendente y donde el gobierno de los hombres - léase democracia - ha sido reemplazado por el gobierno de Dios. Nos encontramos frente a una total inversión de polaridad, a una verdadera revolución restauradora de la Tradición, un hecho notable en el mundo moderno gobernado por la concepción del estado de derecho liberal burgués.
     Con el Califato comienza a reconstruirse el verdadero estado tradicional recomponiendo el despedazamiento que sufrió el imperio Otomano después de la primera guerra mundial.
     Huelgan las similitudes y diferencias con la situación de hispano-luso-américa.
     El ejemplo del Caiifato debe servirnos como fuente inspiradora buscando las correspondientes analogías a partir de nuestras mejores tradiciones imperiales y de nuestra religión católica.

San Carlos de Bariloche, 15 de julio del 2014.


JULIÁN  RAMÍREZ