ACERCA DE LA UNIDAD TRASCENDENTE DE LAS RELIGIONES



En un debate con un integrista para el cual sólo el catolicismo es la religión verdadera, éstas son las palabras de Evola:
“En el plano de las religiones tiene valor tan sólo la unidad trascendente, efectuada desde lo alto: la unidad que puede resultar del reconocimiento de la Tradición Una existente más allá de sus varias formas particulares e históricas, de los contenidos metafísicos constantes que se presentan según diferentes vestimentas – casi como en la traducción de diferentes “lenguas” – en las distintas religiones y tradiciones sagradas del mundo. El presupuesto imprescindible aquí es pues la asunción “esotérica” de aquello que se presenta según la opaca y a veces incluso contrastante variedad de las formas exotéricas, exteriores e históricas, de las religiones y de las tradiciones. El encuentro, por lo tanto, podrá acontecer únicamente en el vértice, al nivel de las elites capaces de comprender la dimensión interna y trascendente de las correspondientes tradiciones, en función de la cual la unidad resultaría por sí misma y podrían desarrollarse “diálogos” sin perturbar los límites propios de cada una de ellas en el nivel de la “base” y de la doctrina externa. (pg. 214)
El fundamento del “tradicionalismo” es la idea… de una unidad trascendente de todas las religiones (para decirlo mejor, de todas las grandes tradiciones espirituales, puesto que nosotros insistimos en indicar la oportunidad de limitar la designación de “religión” a ciertas formas particulares de tales tradiciones). Desde el punto de vista tradicional, éstas se presentan como “homologables”, como formas varias, más o menos completas, de un conocimiento único, de una sapientia perennis, emanaciones de una tradición primordial atemporal: toda diferencia refiriéndose al aspecto contingente, condicionado y caduco, y ninguna de éstas pudiendo pretender, en cuanto tal, de representar como un monopolio a la verdad absoluta”. (El arco y la clava, pgs. 228 y sig. Ediciones Heracles)
Pero además de los exclusivistas católicos los hay también los 'indoeuropeos' para los cuales solamente los arios, es decir su raza propia, estarían en la verdad y los demás en cambio, en razón de su inferioridad ontológica, no podrían en cambio formar parte de tal contexto. Lo grave del caso es que algunos de ellos llegan a incluir al maestro Evola en tal forma de particularismo y nacionalismo cuando el mismo ha sido contundente en negar y rechazar abiertamente tal postura. Así pues son sus palabras:
“Cuanto más puede decirse que los indoeuropeos fueron los pueblos que más que cualquier otro han sabido RECONOCER y aplicar un ideal de jerarquía orgánico funcional… PERO ESTE IDEAL SIN EMBARGO MANTIENE UN VALOR OBJETIVO Y NORMATIVO QUE DE NINGUNA MANERA PUEDE CONSIDERARSE COMO LA CREACIÓN DE UN DETERMINADO GRUPO HUMANO” (La Tradición romana, pg. 82).
Lo que hay en común pues entre los indoeuropeístas y los integristas católicos es que en ambos caso se niega la unidad trascendente de las religiones y así como unos manifiestan la superioridad del cristianismo respecto de las restantes religiones, otros en cambio sostienen la superioridad de la raza aria sobre las demás. .