LA  DEMOCRACIA : ARMA  DE  LA  GUERRA  OCULTA


     La democracia es tal vez la más notable subversión del mundo moderno. Su campo de acción no deja de crecer y cada vez más ha abarcado sectores más amplios de la modernidad. Incluso personas que por su ecuación personal, creencias, conocimientos y formación deberían rechazar en forma clara a la democracia, han sucumbido a esa sugestión y los vemos vacilando ante esta cuestión. Así los vemos hablando de "democracia buena" o "democracia mala"; de "democracia sana" o "democracia pervertida", olvidando que la democracia en lo esencial es la peor forma de gobierno de todos los tiempos, y su esencia consiste en considerar la cantidad por sobre la calidad, la igualdad por sobre las diferencias de jerarquía, al individuo por sobre la persona.
     En nuestro país, la Argentina, hasta sectores del nacionalismo se han rendido ante la sugestión democrática, y así los vemos esforzase por constituir partidos políticos y aceptar las leyes y reglamentaciones que se imponen para actuar en las elecciones. Esto significa lisa y llanamente una claudicación y una transacción con el enemigo en un vano intento por disputarle los votos de las masas. Éstas están dominadas totalmente por los medios de comunicación y su vida diaria sugestionada por innumerables distracciones de lo más perversas bajo su apariencia inocente. No se entiende entonces como se pretende conquistar a esa masa a través de una prédica democrática. La democracia tiene una profunda raíz demagógica y falaz, consiste en halagar al pueblo con promesas que jamás se cumplirán, prometiendo la felicidad, el bienestar y el consumismo.
     La democracia está gobernada por élites que conscientemente o inconscientemente obedecen a fuerzas caóticas y obscuras que combaten todo orden tradicional y con los medios materiales que controlan vuelcan en el mundo toda una serie de sugestiones para el dominio de los pueblos.No se trata entonces de tratar de convencer al hombre común, tarea ímproba e inútil, sino por el contrario, de crear una élite tradicional que dispute el poder a las oligarquías mundiales en base a la calidad superior de su contenido trascendente.
     Con la subversión no se transa, el conceder algo implica ya una derrota y aceptar la sugestión democrática en caer en la ingenuidad de creer que con instituciones inferiores se puede construir algo superior. La democracia es el reino de la cantidad, lo promiscuo  y la indiferenciación, ¿ cómo entonces puede surgir de ella la calidad, lo superior y lo trascendente ?
     La democracia de forma de gobierno ya de por sí cuestionable, se ha transformado en un dogma casi "religioso", y quien lo cuestione será condenado, excluído y marginado por oponerse al pensamiento único y a lo "politicamente correcto".
     Está también quien dice: "acepto a la democracia en sus formas pero en realidad la utilizo para fines superiores". Esto es un autoengaño y es también oportunismo. Es algo así como ingerir veneno creyendo que así nos curamos, es no saber que el camino al infierno está empedrado con buenas intenciones. Un ejemplo no viene mal. Hace pocos años la Hermandad Musulmana ganó las elecciones en Egipto y llegó al gobierno aceptando la democracia. La respuesta de las fuerzas que dominan el mundo no se hizo esperar: el gobierno fué derrocado y las fuerzas tradicionales sufrieron un duro golpe del que será dificultoso recuperarse.
     Ya se ha jugado bastante en nuestros tiempos buscando atajos y caminos aparentemente fáciles. El único camino será duro, pero en el buen comienzo estará hecha la mitad del trayecto; cuando el árbol nace torcido será difícil enderezarlo cuando ha crecido.
Frente a los cantos de sirena de la democracia será necesaria una actitud totalmente opuesta. Frente a ella solo vale la jerarquía, el discernimiento y la discriminación frente a lo promiscuo y al igualitarismo.
     Hay que restaurar una aristocracia, palabra esta que significa gobierno de los mejores, frente a la deformación que han hecho de ella liberales, marxistas y progresistas, confundiéndola con oligarquía.
     Pero la democracia no viene sola sino mal acompañada. A sus sugestiones se unen otras tales como la de hacer creer que el problema más importante de la época es el económico y que el mundo es gobernado por grupos financieros y usureros imbatibles que hacen lo que quieren inventando guerras, conspiraciones, golpes y dando órdenes a los gobiernos manejando variables geopolíticas. Sin dejar de lado la influencia de estos sectores, que de ningún modo deben ser subestimados, cabe preguntarse si no hay algo más atrás de ellos, que no  son simplemente "agentes" sino que son "actuados". El problema está entonces más allá y entramos en plena dimensión metafísica de la lucha entre las fuerzas del orden y las del caos, por lo cual los hombres de la Tradición deben intuir y presentir lo que esta oculto entre bambalinas.

San Carlos de Bariloche, 15 de agosto del 2016.

JULIÁN  RAMÍREZ