A propósito de una nueva nota del Sr. Vinciguerra


UN MITO Y UNA FUERZA PARA LA DERECHA


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Vinciguerra en una de sus tantas delaciones judiciales

Ya en su momento nos hemos ocupado del Sr. Vinciguerra en ocasión de haber escrito un texto lamentable y crítico de la figura de Evola al que calificara de antifascista en tanto que a él se le tendría que haber dado la patente de tal ideología. Se hizo notar en su momento de qué modo deshonesto el aludido distorsionaba tal concepción política haciéndola pasar como una forma más de la diversa fauna de formaciones de extrema izquierda. 

Sin embargo por alguna razón que luego analizaremos no ha quedado reducida a tal texto la demonización de la figura de Evola, sino que ha estado acompañada luego por otro en donde el aludido critica una nota en la cual el maestro italiano, al hacer notar cómo en Italia hay una verdadera crisis en el seno de la Derecha en el sentido tradicional y no moderno del término, hace ver cómo en el ámbito de lo que se reivindica como heredero del espíritu legionario fascista se realiza una exaltación encendida de diferentes figuras del comunismo, en especial del chino de Mao Tse tung. El estilo grosero e insultante empleado por Vinciguerra en este caso en contra de Evola, quien al haber fallecido años atrás no está en condiciones de defenderse, hacen que nosotros en su homenaje y desagravio publiquemos para el público hispano el artículo de marras criticado por el aquí aludido y que simultáneamente a ello expliquemos quién es este señor y qué intenciones tiene en sus ataques.

Antes de transcribir nuestra traducción hagamos algunas breves referencias a la situación y el momento en el que el artículo fue escrito. Era febrero de 1971, es decir hace exactamente 46 años. En ese entonces nos hallábamos en plena guerra fría y en sus aristas filosas y virulentas entre EEUU y la URSS, es decir las dos grandes potencias en que se dividía el mundo. En relación a ambas el pensamiento de Evola era muy preciso: se trataba de dos fuerzas modernas por igual condenables y más aun la cultura norteamericana era más corrosiva socialmente que la soviética pues aniquilaba el alma de las personas, mientras que esta última agredía principalmente los cuerpos. En tanto que la decadencia norteamericana no afectaba a los integrantes de un movimiento de Derecha en el sentido estricto del término era indispensable sin embargo dar prioridad a la lucha contra el comunismo. La razón de ello fue dada muchas veces por Evola. El comunismo a diferencia del sistema liberal, si bien podía dejar intacta el alma del común las personas, era sin embargo letal para los cuadros de una fuerza tradicional pues una vez en el poder éstos eran eliminados o enviados a campos de concentración. Recordemos al respecto cómo a las 24 horas del estallido de la Revolución Rusa comandos especiales se dirigieron a eliminar físicamente a figuras tradicionales a fin de decapitar toda futura élite. Por tal razón tal lucha era prioritaria a fin de evitar el colapso de una fuerza de tal tipo. En ese entonces se notaba cómo las democracias europeas y del resto del mundo eran impotentes para hacer frente a tal flagelo, por ello Evola alentaba la constitución de cuerpos militares de élite (fuerzas en disposición) capaces de ocupar el lugar vacío dejado por los diferentes Estados los que, en su impotencia, le allanaban el camino al comunismo, tal como hiciera en Rusia el social demócrata Kerensky. Esto que se viviera en la Alemania posterior a la primera guerra mundial, con los Freikorps que cortaron de cuajo la subversión comunista en la república de Weimar, también es asimilable a lo acontecido con los diferentes golpes militares dados en nuestro continente. Por ejemplo el de Chile contra Salvador Allende o en la Argentina en contra de la guerrilla montonera y marxista. Si bien tales gobiernos distaban de tener una postura tradicional y de Derecha, evitaban con sus acciones que las fuerzas de la subversión eliminaran a las élites tradicionales. 

Lo paradojal del caso que hace notar Evola es que el poder de la subversión ha sido tan vasto que ha logrado infiltrar aun a aquella fuerza que tendría que haber actuado como elemento esencial para hacerle frente, en este caso el mismo fascismo italiano el cual, a través de ciertas figuras, una de ellas el aludido Vinciguerra, levanta consignas abiertamente marxistas y se suma a tal movimiento de disolución. 

Pero el caso de esta persona resulta ser aun más sugestivo. Vinciguerra a pesar de sus declaradas simpatías comunistas participó activamente de una campaña terrorista en la misma época en que Evola escribía tal escrito bajo su participación en grupos de inspiración abiertamente fascistas. Al parecer según sus dichos posteriores la misma habría sido instrumentada para favorecer un golpe de Estado en Italia, cosa en la cual nunca fue incriminado el maestro italiano. Pero lo curioso del caso es que el aludido se presentó a la justicia incriminándose por un hecho acontecido en 1972 recién en 1979 atribuyéndose la responsabilidad por la muerte de tres policías y recibiendo por ello una condena a perpetua que según sus dichos, no corroborados por cierto pues muchas fuentes nos lo dan como gozando de una cierta libertad, estaría descontando aun ahora. Lo curioso del caso es que tal presentación y autoincriminación haya acontecido justo en el momento en que comenzaba el colapso del comunismo y tal pretendido golpe de estado ya había desaparecido totalmente de escena como posibilidad por lo cual su gesto sólo sirvió para incriminar a sus propios camaradas de ruta. Resulta sugestivo además constatar que, a pesar de tal arrepentimiento y confesión, la prensa sigue calificando a Vinciguerra como un hombre de extrema derecha sin tener para nada en cuenta que éste no hace más que calificarse a sí mismo como un militante de izquierda afín con el marxismo. Pero acotemos que sus servicios no concluyeron allí. En 1995 fue testigo de cargo en el juicio que se entablara contra militares chilenos pinochetistas a raíz de la muerte del General Prats en la Argentina, un militar favorable al comunista Salvador Allende y que desde ese país preparaba una contrarrevolución en Chile. El testimonio de Vinciguerra fue decisivo, aprovechando nuevamente su credencial de derechista y terrorista nunca arrepentido, en modo tal que gracias al mismo pudieron ser condenados a perpetuidad varios de esos militares.

No es de extrañar entonces el ensañamiento que Vinciguerra asuma en contra de la figura de Evola. Como buen operador del sistema cumple a la perfección con el mandato sionista. Recordemos que fue el ex premier Sharon quien al recibirlo a Gianfranco Fini, un ex fascista también arrepentido, le dijo textualmente que si quería hacer carrera en el seno del nuevo orden en el cual se quería insertar (cosa que logró ocupando cargos significativos con el gobierno de Berlusconi) debía sin más terminar con la herencia de Evola en su movimiento. Vinciguerra, tal como vemos en los casos aquí mentados, hace lo mismo. Si bien sus exegetas nos dicen que sigue estando preso, varios textos nos dicen que está en libertad o que al menos goza de ciertos privilegios especiales de los que se brindan especialmente a los operadores del sistema.


M.G.


En la Italia actual debe lamentablemente señalarse la falta de una idea unitaria capaz de operar como un centro superior de referencia y de cristalización para todas aquellas fuerzas que se oponen a la subversión marxista y comunista, habiendo constatado la incapacidad de aquello a lo cual se ha reducido el Estado italiano para hacer frente a la misma. A tal respecto, pensamos en una concepción política de conjunto que ofrezca un sistema de principios y que sea al mismo tiempo susceptible de tener el valor de un “mito” en el sentido soreliano, es decir que tenga un poder sugestivo y dador de sentido: tal como aconteciera con las ideologías que actuaron en el período anterior. En el plano práctico se debería ir más allá de todo lo que es propio del nivel de las tácticas, impuestas por las circunstancias o por los fines particulares, para considerar en vez el de la estrategia, de los fines últimos.

No viene al caso aquí examinar cuáles sean las razones de tal carencia. Sin embargo debe lamentablemente resaltarse la existencia de una inferioridad respecto de las fuerzas de Izquierda las cuales, en especial con el comunismo, saben lo que quieren, poseen un mito y conocen una disciplina sumamente estricta, ello en oposición con el fraccionamiento, muchas veces debido a ambiciones desmedidas y a un individualismo irresponsable, de aquellos elementos que podrían formar parte activa de un verdadero encuadramiento de Derecha.

La situación actual es tal de hacer aparecer como importante también otra tarea, es decir la relativa a la formación de aquella que podría denominarse como una “fuerza en disposición” en caso de necesidad y de emergencia: siempre sobre la base de la constatación de la inexistencia entre nosotros de un Estado digno de tal nombre. En una cierta medida tal cosa debería acontecer más que en el seno de un determinado partido (lugar éste demasiado expuesto), en lo interior de alguna de las mismas fuerzas de las cuales dispone el Estado y que son mortificadas por éste, reagrupando y uniendo a elementos capaces de reconocer y defender principios superiores. Naturalmente la mejor condición sería la fusión de las dos exigencias: la definición de un punto de vista unitario y superior en el campo de la doctrina política y se podría agregar también de la concepción del mundo, paralela a esta preparación seria y silenciosa de una “fuerza en disposición”.

Un sector que a tal respecto habría podido tener un rol importante, pero que lamentablemente no se encuentra prácticamente representado en los escenarios políticos, es el del legionarismo, de los voluntarios, de los veteranos de guerra y de las asociaciones de combatientes, como un foco de acción que eventualmente vaya más lejos y se dirija a la nación y a sus estructuras. Además de los elementos que participan del Movimiento Social Italiano, no se nota aquí ninguna iniciativa positiva. En la Italia posterior a la derrota no se encuentra nada comparable a aquello que se tuviera por ejemplo en la Alemania posterior al derrumbe de 1918: el mantenimiento en una forma diferente de los Freikorps, de los cuerpos de voluntarios que también luego del final de la guerra se batieron en las provincias bálticas en contra de los bolcheviques rusos y que tuvieron un papel en la represión del comunismo que se asomara en la primera república de Weimar, o del Stahlhelm, la organización de ex combatientes que se presentó también como la exponente de una idea política nacional y que, sin el advenimiento de la aventura hitleriana, habría constituido una fuerza de primaria importancia para llevar a cabo aquella que en la Alemania de entonces se denominaba como la “revolución conservadora”.

Nada semejante es lo que existe en la Italia actual y ni siquiera algo que se le asemeje aun en lo que en un plano fáctico y sin precisas implicancias ideológicas pudieron ser los paramilitares. Es más, existe un caso que merece ser señalado puesto que indica todo aquello a lo que puedan llevar las más insólitas desviaciones ideológicas que puedan influir justamente en ambientes que por el contrario deberían reivindicar una herencia legionaria y de combate.

Tenemos entre manos un reciente boletín del FNCRSI, es decir la Federación Nacional de Combatientes de la República Social Italiana. No sabemos hasta qué punto esta organización agrupe efectivamente a tales combatientes y represente a su vocero (parece que existe una organización paralela). Creemos que la misma lo tuvo anteriormente como jefe al comandante Valerio Borghese, lo cual le podía conferir un particular prestigio y que luego el mismo se alejó de tal cargo. Ahora por el aludido boletín nos enteramos que como presidente de tal asociación ha sido elegido Giorgio Pini, el cual allí mismo ha hecho conocer sus ideas y directivas. Ya el mero hecho de poner al frente de una asociación de combatientes a un simple periodista nos parece una cosa que desentona totalmente. Pero hay algo más. Durante el período del Ventenio Pini era notorio como un elemento “izquierdoso” y no se entendía bien por qué Mussolini lo utilizara, salvo quizás para contrabalancear con fuerzas opuestas presentes en el mismo movimiento. Pero luego del fascismo del Ventenio todo aquello que en Pini se mantenía escondido se ha manifestado sin equívoco de ningún tipo, tal como enseguida veremos, en un decidido acercamiento con las más desfachatadas ideologías marxistas, comunistas y maoístas: representando un caso análogo al de Ugo Spirito, en su momento un fascista gentiliano sostenedor de un “pancorporativismo” izquierdista y que hoy se declara abiertamente como un comunista maoísta.

Para poner las cosas en su lugar debemos precisar aquello que, desde el punto de vista de la Derecha, se debe pensar respecto de la República Social de Saló. Su significado positivo debe ser buscado esencialmente en el plano existencial, en su aspecto legionario. Lo importante en ella fue el hecho, casi único en toda la historia italiana, de que decenas de miles de combatientes se batieron por posiciones perdidas, por un superior principio, como el del honor y de la fidelidad militar, bajo las banderas del Eje. La ideología del Manifiesto de Verona y todo lo demás pasan totalmente a un segundo plano; la realidad es que la mayor parte de aquellos combatientes ignoraba el contenido, ideológicamente muy discutible, de aquel Manifiesto y no lo considerase como una revelación por la cual valiese la pena derramar la propia sangre. Por lo tanto, quien hoy quisiera hacer valer como consigna no inactual la herencia del “segundo fascismo”, es justamente sobre el elemento legionario y combativo, por decirlo así, en estado puro, que debería apuntar y preocuparse de una continuidad de formación interior, vocacional y existencial, del lado externo considerando eventualmente una línea no disímil respecto de la de los paramilitares e incluso de la OAS del día de ayer. Y que la contrapartida ideológica, entonces, no podría ser sino la de una Derecha en el sentido más amplio y superior, dejando a un lado toda exaltación peregrina de la ideas socializantes del fascismo de Saló, influidas por tantos factores contingentes no maduradas, que acusan una especie de involución (no sin error se ha hablado a tal respecto de un análogo de las “regresiones debidas a un trauma”: siendo aquí el trauma la crisis del 25 de julio y la traición del rey, correspondiendo la regresión a las tendencias socializantes y republicanas superadas por el sucesivo desarrollo del fascismo y retomadas por el “segundo fascismo”, según algunos como un “retorno a los orígenes”).

Una vez precisados estos puntos, todo aquello que Pini nos dice respecto de la orientación y la función por él auspiciados para el reagrupamiento de los ex “combatientes republicanos” para que ellos en Italia no queden afuera de la actual lucha política, nos deja literalmente estupefactos. Vale la pena transcribir textualmente lo manifestado por Pini:

“Los combatientes republicanos sociales rechazan el fanático occidentalismo de derecha que lleva hasta la servil exaltación de Nixon, el bombardeador de Vietnam, el negador del reconocimiento de China finalmente llevado a cabo por Italia. Condenamos toda afinidad con los regímenes militares y liberticidas de los coroneles griegos, de Franco sacrificador de la noble Falange de José Antonio Primo de Rivera, del obtusamente conservador, clasista, colonialista de Lisboa, de los racistas de Sud África y de Rodesia… Absurdas e incivilizadas son las simpatías por los mercenarios de la Legión Extranjera, fallidos instrumentos en contra de la independencia indochina y argelina”.

En verdad parece leerse aquí la prosa de la prensa comunista más escuálida y mistificadora, con sus fórmulas estereotipadas y sin el más mínimo aporte original. Una puesta a punto de todo esto casi ni valdría la pena. El “finalmente” aplicado al reconocimiento de la China de Mao por parte de la Italia marxistizada y anarquizada es una cosa inverosímil. El “fanático occidentlismo de derecha que arriba hasta la exaltación de Nixon, el bombardeador de Vietnam” es algo que causa gracia. Ninguno de nosotros tiene intención de “exaltar” a Nixon. Desde el punto de vista realista, se trata para nosotros de tener en cuenta la condición de necesidad de Europa, la cual hasta tanto se encuentre desunida, hasta tanto no se haya convertido en un “tercer poder” (pero esto lamentablemente no se lo ve ni siquiera en atisbos), no puede hacer a menos de la alianza atlántica, más allá de todas sus limitaciones. En cuanto a bombardear Vietnam (es decir a los viet-cong invasores) en todo caso debe lamentarse el hecho de que desde el comienzo no se haya ido a fondo, tal como cuando Mac Arthur, con un carácter sumamente previsor, en el caso del conflicto coreano exhortó a no perder la ocasión para dar con coraje un golpe mortal al comunismo asiático en la medida que los EEUU aun lo podían hacer en tanto contaban con medios superiores. Y respecto de aquellos que sostienen el santo derecho de los Países comunistas a entrometerse en los asuntos internos de otros Países cuando éstos, completamente o por lo menos en parte, no quieren el comunismo, ¿por cuál razón le niegan un derecho análogo en sentido opuesto a las potencias no-comunistas? Respecto de Primo de Rivera digamos que Pini no lo debe haber leído para nada o en todo caso lo ha interpretado en forma retorcida en tanto lo pone en contraste (y acompañado por figuras de los más ajenas a sus ideas) con Franco.

Respecto de las otras ‘perlas’ de Pini relativas a los “regímenes militares liberticidas” de Grecia y de España de Portugal, sobre el ‘racismo’ de Sud África y Rodesia ni vale la pena detenerse; repitámoslo, se trata de los asiduos lugares comunes de la prensa de estricta observancia comunista, confeccionada para una masa obtusa y a ser fanatizada, prensa que se encarniza en forma venenosa en contra de todas las fuerzas del mundo actual que aun se mantienen de pie y se oponen al colapso definitivo de nuestra civilización y de todas nuestras tradiciones. Una sola acotación: la denuncia respecto de las despreciables simpatías hacia los “mercenarios de la Legión Extranjera, instrumentos fallidos en contra de la independencia indochina y argelina”. Aquí con la habitual jerga no se sabe hablar sino de ‘mercenarios’ y todo esto es dicho por quien ha sido elegido para dirigir una organización la cual debería ser heredera justamente del espíritu legionario: espíritu indivisible, independientemente de los cuadros en los cuales se pueda manifestar, subsistiendo una unidad existencial de estilo.

No queremos dar a este ejemplo de perversión ideológica (respecto del cual se pretende en forma insólita calificar de fascista) más importancia de la que merece, sino mostrarlo como un simple síntoma. Hemos creído correcto señalarlo sólo por su ‘lugar’, remitiéndonos a lo que se ha dicho al comienzo de este escrito. Se hace notar aquí que incluso en el restringido suelo en donde, a nivel de los principios, se debería pensar en razón de sus antecedentes legionarios y combatientes, que podría tomar un proceso de formación ideológica y doctrinaria sobre la base por nosotros mencionada, en contraposición de las fuerzas de la subversión mundial, son posibles tales desviaciones. Tal cosa no es para nada edificante y subraya la dificultad que conlleva hacer frente a tareas que sin embargo día a día se hacen cada vez más urgentes para todo aquel que perciba los signos de los tiempos.



Il Conciliatore, Febrero de 1971.