EL CARTONERO PUTIN Y LOS MIÉRCOLES DEL PLACER





La Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires se ha hecho famosa por lo que suele acontecer en sus días miércoles en los cuales, de acuerdo a lo que reseñáramos en otra oportunidad, suelen efectuarse jornadas calificadas como del placer en donde grupos de lesbianas suelen introducirse en público determinados elementos físicos productores de tal circunstancia aquí aludida generando así un espectáculo realmente lamentable. Quizás no tan placentera en cambio haya sido la presencia del nacional bolchevique Dugin efectuando un homenaje, del mismo modo que nuestro Centro, pero en sentido opuesto, a la famosa revolución rusa de 1917.

Y a tal efecto hemos tomado conocimiento a través de un forista que dicha presentación fue precedida por una nota publicada por un tal Esteban (aparece en la foto a la derecha de Dugin), ex integrante de un grupo neonazi y que expresara en algún momento ciertas afinidades con la obra de Julius Evola aunque se resistiera a aceptar las diferencias con el racismo del autor Rosenberg que él aparentemente compartía. Ahora nos enteramos de que ha dado un gran vuelco en sus convicciones y que se ha convertido en un defensor incondicional de la obra de Dugin al cual llega a comparar con Aristóteles (?) y a su promovido, el multimillonario Putin, nada menos que con Alejandro Magno. Señal indubitable de que para algunos los tiempos cambian aunque lamentablemente para peor ingresando de lleno en el campo de la patología. Luego de proferir en un escrito una serie de disparates inverosímiles, posiblemente con la finalidad de ganarse alguna beca para Moscú, llega a hacernos una exaltación fanática del alma rusa llegando a límites extremos de comparar a Dostoievsky con Gengis Khan no haciendo las pertinentes precisiones y depuraciones, tal como las efectuara en su momento de mayor grandeza el zarismo quien supo discriminar y descartar en lo ruso y eslavo lo bueno de lo malo. Es de destacar también que en tal colección de afinidades electivas y desvíos no escapan unas fervorosas adhesiones a las figuras de Lenin y Stalin que habrían hecho lo que se tenía que hacer, en especial en sus muy justificables (para él) matanzas y genocidios de 100 millones de personas. El aval a tales figuras se funda en el que hiciera tiempo atrás el pensador maoísta, promotor del Heidegger de Ser y Tiempo y de Marx en nuestro medio académico, el argentino Carlos Astrada. Recordemos que el mismo rescató de tales pensadores su actitud claramente materialista consistente en la aceptación dogmática de todo lo que captan nuestros sentidos externos y el repudio fanático por cualquier tipo de realidad metafísica a la que reputaba como el producto de una abstracción enfermiza que había que combatir. Al respecto Astrada se sentía sumamente emocionado por los grandes progresos y éxitos políticos y militares alcanzados por la gloriosa Unión Soviética, país de su devoción hasta la aparición de la China de Mao, la que recogió luego sus preferencias. Se recuerdan del mismo varias gratificaciones por los servicios prestados por parte del Partido Comunista Argentino quien lo honró con su medalla al mérito, así como en su momento por la Academia de Ciencias de la URSS que lo promoviera como uno de sus más calificados miembros junto a su compatriota Norberto Ceresole. Pero Astrada tenía de qué admirarse pues indudablemente Stalin era un triunfador exitoso cosa que en cambio no se puede decir de Putin al que ante la ya no existencia de Astrada y en su exacta proporción debemos acotarnos a la figura de su nuevo exaltador argentino el aludido joven Esteban. Y al respecto digamos que Putin es en relación a Stalin lo que un cartonero a un empresario. Si Stalin podía constituir un imperio y acrecentarlo, Putin se conforma en cambio, como los cartoneros, con los desperdicios del sistema capitalista. Así pues si Stalin pudo crear el COMECON compuesto por la mitad de Europa y constituir distintas colonias por el mundo, Putin se remite a enviar hackers a Cataluña, comprarle bonos a Maduro para evitar que se hunda, recuperar Crimea luego de haber perdido Ucrania y acá en la Argentina enviarlo a Dugin, es decir el Aristóteles según Esteban, para que el sindicalista Moyano no termine en prisión por corrupto. Lo más gracioso es que, luego de sus exaltaciones del comunismo, tomando en auxilio algunos inverosímiles textos de Heidegger se la tome con Evola y con aquellos que según él seríamos sus dogmáticos seguidores. Veamos lo que nos dice:

“¿Qué tenemos para oponernos al tradicionalismo integral de Guenón y Evola? No otra cosa sino el hecho de que “describieron la sociedad tradicional como un ideal atemporal (Dugin 4TP, 114). Nosotros consideramos que la Idea siempre es histórica y se nutre de jugos telúricos y la tracción que le aporta la sangre y la energía de los hombres.”

Al respecto digámosle sencillamente que no tenemos la culpa de si él por impotencia sea un simple materialista que tenga la incapacidad de captar Ideas universales, es decir entes metafísicos que se perciben con otros ojos que no son los que se tienen en la cara. Que lo sagrado y trascendente no tiene por qué reducirse a lo temporal e histórico, del mismo modo que Dios no lo es a categorías y dimensiones espaciales. Queda claro entonces que en su involución ha pasado de un materialismo zoológico de corte nazista a uno histórico de carácter bolchevique.

Insistiendo en tal fastidioso dogmatismo y ceguera metafísica el joven critica la obra “Rebelión contra el mundo moderno, por haber legado a la posteridad trazos muy fáciles de convertir en dogma. Allí entiende en una mala repetición de Platón que la tradición es el mundo del Ser opuesto al mundo del Devenir, que al primero… lo espiritual, y al otro….lo material. Sin embargo esta es una descripción abstracta que ninguna Tradición histórica precisó ni precisará realizar…”. El émulo del Astrada neobolchevique no puede concebir no solamente que existan seres con capacidad de captar dimensiones metafísicas sino que tampoco hayan existido sociedades en las cuales lo material pueda haber sido una cosa subordinada tal como sucediera específicamente en la Edad Media cristiana y gibelina o en la India brahamánica o aun buddhista. Para Marx por supuesto era la materia, la economía lo que determinaba el destino de los hombres. Por último nos agrega tales perlas:

“Tenemos que decir, de todos modos, que dicha obra fue un fracaso genial, como todos los naufragios de la metafísica, pero un fracaso al fin, pues la Tradición no tiene otro lugar que el de la tierra y la comunidad que la habita ... Cuando ellos afirman que todo lo manifiesto es un mero símbolo de una realidad trascendente, espiritual, quedan por detrás de Hegel, quien … en el capítulo tres de la Fenomenología del Espíritu, mostró que la verdad de la manifestación, del mero fenómeno es ser mero fenómeno y nada más. Fenómeno e Idea no son dos cosas distintas sino para el que no tiene más remedio que divorciar la realidad en categorías lógicas abstractas por falta de arraigo real. Contra las supersticiones teoréticas ya se levantaba el gesto sarcástico de Heráclito, cuando ante otros dos fetichistas, pero de su tiempo, les espetó en la cara la dura y cruda realidad: aquí también habitan los Dioses, junto al fuego donde se cuecen las tiras asadas del festín y se chocan las copas del vino más embriagante, en el fragor de la batalla y en el taller del artesano, en los sueños del poeta y en la decisión del político. En boca de Tales: todo está lleno de dioses. El Espíritu no es patrimonio exclusivo de la casta sapiencial que los tradicionalistas creen encarnar.” Está claro entonces que el aludido no por nada hace apología de Perón y también exalta al Heráclito vulgar para el cual no nos podemos bañar dos veces en un mismo río pues todo cambia ya que ‘la realidad es la única verdad’. Suponemos que por extensión también debe reivindicar a los sindicalistas delincuentes. Es en el pueblo en donde según él se encuentra el depósito de la verdad y no en los que saben, tal como predica el populismo democrático que él ahora comparte. Se entiende entonces por cuál sustanciosa razón según él no puede separarse el espíritu de la materia o más bien cómo lo primero se resuelve en esto último. Y finaliza.

“Era esperable que su cerrazón redundara en un fracaso histórico, pues la recepción de Guenón y Evola no ha arrojado ningún saldo revolucionario, con una excepción, que viene -no casualmente- de Rusia. Se trata del neo-eurasianismo encabezado por Aleksandr Dugin, que se ha erigido como la más digna y original puesta en obra del tradicionalismo radical. Su recepción de todo lo valioso que contienen los aportes de los autores mencionados, se da imbuída de afectos caológicos, de espaldas a las pretensiones edificantes de la metafísica occidental, pues se articula en una tradición real y no en una configuración conceptual abstracta. Los dogmáticos que solo gravitan en torno a la letra muerta sin sacar las debidas consecuencias y decisiones de lo que el espíritu de la misma conlleva, asisten con asombro a las contorsiones conceptuales de Alexandr Dugin, quien enreda la pureza etérea de los tradicionalistas con la fe ortodoxa, el eurasismo, el nacional-bolchevismo, la filosofía heideggeriana y posmoderna, y otros plurales aportes.”

Por lo que vemos una contradicción absoluta explicable solamente dentro del marco de una facultad que realiza habitualmente espectáculos como los antes aludidos de las lesbianas que exteriorizan sus goces. En primer lugar que es falso que el tradicionalismo de Evola haya fracasado, sino al revés exacto. Hoy en día el resurgir del fundamentalismo islámico, aplicando procedimientos promovidos por Evola en su obra Cabalgar el tigre consistentes en destruir el mundo moderno utilizando los procedimientos por éste implementados, es una clara demostración de su importante éxito y vigencia. En cambio tal cosa no sucede con el propagandista de Putin que representa el crepúsculo del comunismo que cada día que pasa pierde alguna nueva posición y territorio como la reciente salida de Ucrania del imperio ruso. Por otro lado insistimos que solamente en el contexto de una facultad atolondrada por los miércoles del placer puede hacerle decir a alguien que ha recuperado la herencia de Evola dando la espalda a la metafísica. No sé qué clase de asunción de Evola puede ser ésa.