El nuevo tratado comercial de México y EUA: ¿Cuál es su significado?

 


Hace unos pocos días se anunció tanto por parte del Pdte de EUA, D. Trump, como de México, Enrique Peña, que finalmente ambos países llegaron a un acuerdo para un nuevo tratado comercial, quedando pendiente si Canadá se sumará o no al mismo. En cualquier caso, y como ya se anticipaba desde hace varios meses, el simple hecho de que Trump considere una “gran noticia” este nuevo tratado con México, es por tanto un mal acuerdo para nuestro país. Y no esperábamos menos con el gobierno incompetente (excepto para robar) y servil que tenemos, al cual solo le interesa expoliar al país lo más posible.
La intención no es escribir un artículo como se han escrito tantos sobre si conviene o no el tratado, por qué, ventajas, desventajas, etc., todo filtrado a través del único lente que tiene el hombre postmoderno para valorar las cosas: el económico financiero.
En lugar de eso, queremos poner el acento en algo muy distinto. Qué significan estos tratados comerciales más allá de su impacto monetario comercial. Desde nuestro punto de vista, que no es otro que el tradicional, y procuramos apoyarnos para ello en los grandes autores del S. XX, un tratado comercial como el anterior o el nuevo, es una expresión clara de la unidimensionalidad interior del hombre contemporáneo. Todo es traducible e intercambiable por dinero, no importa qué, con tal de alcanzar ese sueño ficticio de una vida material cómoda. México, tanto gobierno como sociedad, ni siquiera consideraron como un ejercicio hipotético, el no firmar ningún tratado, eso no se le ocurrió a nadie. No se fuera a poner en peligro la sacrosanta estabilidad macroeconómica. Se dejó pasar una prueba de carácter, que revela mucho de lo mal que estamos.
Aunque México, gracias a su herencia cultural y tradicional, ha logrado parcialmente resistir pasivamente el embate del gigante del norte con su subcultura consumista-hedonista, no hay punto de comparación entre el México que firmó el primer tratado comercial en 1994 (gran error de entonces) y el México que llega a este nuevo acuerdo.  De mas está decir, que a nuestro país al menos desde aquellos años, se le olvidó convenientemente que EUA no es solo nuestro vecino, sino nuestro enemigo cultural, y con esa reserva habría que tratarlos siempre, con mayor o menor diplomacia, pero ese hecho no va a cambiar, no importa cuánto se le quiera eludir, es una realidad que tiene 200 años. Y si hay algo que distingue a nuestros vecinos, es que son altamente intolerantes a cualquier cultura distinta a la suya. Eso nunca debe olvidarse.
Todo ese desenfreno por el culto al rendimiento y hacer de la vida solo un continuo acto de consumir y gozar el momento, que era y es la fuerza directriz de EUA, se ha instalado en buena medida en nuestro país, al igual que en Canadá, impulsado decididamente por EUA, ocasionando que los otros dos países traten de acomodarse lo mejor posible, ¿o será lo menos peor posible?
México, al igual que muchos otros países, está inmerso en ese espejismo llamado “progresar” El problema es que el hombre contemporáneo nunca se detiene a considerar algo fundamental: siempre es mas valioso lo que se pierde que lo que se gana con el progreso. Se pierden cualidades y se ganan cantidades. Todos a su modo disfrutan o padecen de las “bondades del comercio internacional”, con su efecto más dañino: ahogar cada vez mas lo que queda de espíritu en la burda materialidad.

Los tratados comerciales modernos, como este nuevo TLC o el del Mercosur o el de la Unión Europea, entre muchos otros., son excelentes herramientas para depredar las culturas propias de cada país, para lograr un mayor nivelamiento hacia lo bajo, adormeciendo o destruyendo lo que quede de lo mas importante que puede atesorar una civilización, su herencia religiosa; sin mencionar por supuesto, que estos tratados comerciales, son un medio excelente para que la postmodernidad exporte e imponga su subcultura y sus antivalores principales: “democracia”, “progreso”, “igualdad” y “evolución”.
En resumen, México acordó, no un nuevo tratado comercial, sino una nueva capitulación espiritual, que le hará alcanzar nuevos niveles de degradación junto con su vecino del norte, y posiblemente su otro socio Canadá, en poco tiempo. A la miseria y la perdición no les gusta ir solas, y EUA quiere ir con sus vecinos en la misma dirección en que va todo el mundo postmoderno, con EUA a la cabeza, en una nueva fase de mayor descomposición. Acuerdo al que, por cierto, nuestro flamante presidente electo, está de acuerdo, demostrando que su gobierno será más de lo mismo, pero peor. Definitivamente la Era del Paria llegó a México.

Francisco Galarza
30 de agosto de 2018.