LA LEY TARPEYA: UNA SOLUCIÓN AL PROBLEMA DEL ABORTO


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Como estamos en etapa de aplicar leyes y éstas suelen adquirir el nombre o del que las originó (ley Justina) o del que la elaboró (ley Antidiscriminatoria, De la Rúa), etc. etc. voy a elevar a la oficina parlamentaria un nuevo proyecto de ley que tendrá la profunda ventaja de unir de un buena vez a todos los argentinos, a los abortistas y a los antiabortistas. A los pañuelos verdes con los celestes y los amarillos (los que no terminan nunca de decidirse). Los abortistas ya no tendrán más que lloriquearnos diciendo que no aman el aborto ni lo quieren imponer pero que lo consideran el único procedimiento a aplicar ante los embarazos indeseados. Y los antiaborto por lo tanto tampoco se tendrán que preocupar por la vida del feto pues ya el aborto se habrá convertido en un trasto viejo de la historia. ¿Cuál es la solución a todo esto? Pues bien propongo la ley Tarpeya que consiste en imponer a toda la población masculina una esterilización coercitiva y obligatoria seccionando el conducto que lleva los espermatozoos al líquido seminal y de este modo simplificando así el acto sexual. De aquí en más como todos los varones serán esterilizados no habrá por lo tanto embarazos indeseados. No podrá alegarse más el aborto por violación pues el violador no podrá engendrar. Una avivada no podrá reclamar por la suculenta paternidad de Maradona, pues también éste será esterilizado. Ante la segura objeción que me impondrán los defensores antiabortistas de la vida que de este modo ésta desaparecería en poco tiempo del planeta, la ley Tarpeya tiene una solución oportuna para esto. Antes de procederse a la esterilización el Estado repartirá gratis varias fotos de Kim Kardassian, Sofia Loren, Marilyn, de acuerdo a los gustos de cada uno. Esto producirá en todos aquellos aun en condiciones de procrear una serie de eyaculaciones las que serán conservadas en probetas e ingresadas a un centro general de conservación en donde tales espermas serán congelados y conservados en modo tal de poder utilizarse en el momento que se quiera arribar a la reproducción. Como son miles los espermatozoos que están presentes en una sola eyaculación por lo tanto miles y hasta millones podrán ser los posibles engendrados. La ley recomienda no escatimar tales producciones pues en una de esas la persona puede llegar con los años a adquirir una posición social exitosa que haga por lo tanto a su esperma mucho más valioso que el de otros. Con seguridad que de haber espermas de Borges, de Einstein, de Dante Alighieri u otras genialidades se harían filas para adquirirlos y poder así mejorar la especie de la pareja o de la simple receptora del elemento. 

Se terminó así el problema del aborto y del embarazo indeseado, de la vida del feto y varias cosas más. Y ahora viene el otro elemento indispensable, que es la segunda parte de la ley, la que explica su nombre. Habiendo arribado a la circunstancia de que la persona puede elegir cuándo y qué hijo quiere tener, se me formularon los siguientes casos que exigen soluciones adicionales. Supongamos que una mujer concurre al centro y pide un esperma de Putin porque es una gran admiradora del ruso después del mundial y que el empleado encargado sea un ignorante en geopolítica y que no sepa decirle que si quiere algo semejante tiene que ir a Rusia a pedirlo y que creyendo que se está refiriendo a otra cosa le entrega el esperma del gran homosexual y le sale un hijo marimacho como ella no deseaba. Se siente engañada. Pero pueden darse también estos otros casos. Supongamos a una Miss Universo caída en desgracia por falta de inteligencia financiera que quisiera un esperma de Soros y lo consiguiera efectivamente. Pero luego la hija que le sale tiene su inteligencia y la belleza del financista húngaro. O también esta otra. Una pareja desea tener a un hijo gran escritor y consigue un esperma de Borges, pero le sale algo parecido, con sus balbuceos, sus obsesiones, pero ni un renglón de poesía. Y de estas equivocaciones se pueden producir a borbotones. En este caso tales situaciones no tienen que ver con el embarazo que es deseado sino con los resultados del mismo que pueden significar una defraudación para los participantes. La solución a todo esto viene pues de la antigüedad. En la antigua Esparta había una famosa roca de nombre Tarpeya (de allí el nombre de la ley) desde donde se tiraban a todos estos casos fallidos (tullidos, hijos indeseados, proxenetas) y se formó así una sociedad de guerreros. Se deberá demostrar que lo producido por el embarazo no era lo que realmente se deseaba. La miss mostrará al esperpento de su hija, la admiradora de Putin al marimacho y la admiradora de Borges a un hijo que se le parece pero que en todo este tiempo no ha escrito una sola línea de nada ni piensa hacerlo. Entonces se procederá como corresponde a una sociedad libre y democrática respetuosa de los derechos y expectativas de los ciudadanos.