CATOLICISMO Y ESOTERISMO


Una de las características propias de la modernidad es el igualitarismo y su sistema propio: la democracia, que bien sabemos es un fraude institucionalizado. Los hombres no son iguales en cuanto a sus cualidades y capacidades, por ello Dios ha creado una humanidad compuesta por razas y culturas diferentes, con lenguas distintas, haciendo así de la humana a la especie más diferenciada de todas. Así como es difícil encontrar desemejanzas físicas en el reino animal, en cambio en el hombre las mismas saltan a simple vista. De este modo Dios no solamente se ha expresado en lenguajes diferentes de acuerdo a las cualidades propias de cada raza y cultura, sino que también en el seno de éstas ha creado distintas jerarquías de conocimiento. Existen tres tipos de hombre. 1) Aquellos que se conforman con creer, los hombres de fe, 2) Los que además de ello solicitan razones, los retóricos. 3) Aquellos otros que, no conformándose con tales posibilidades, quieren también llegar a ver, son los intuitivos. El orden normal es aquel en donde en la cúspide se encuentran los intuitivos, en el centro los retóricos, que son los que traducen en lenguaje vulgar lo que éstos ven, y en la base están los que creen. La democracia, que puede ser también espiritual, y que en nuestra religión se ha expresado a través del güelfismo, en cambio invierte totalmente este orden. En la cúspide se ubica a los que creen en tanto resultan ser más manipulables, los retóricos elaboran discursos para agrado de las multitudes y ya no en la base sino reprimidos por distintos medios, que de acuerdo a los tiempos que corran pueden ser el gulag o la conspiración de silencio, están los que intuyen en tanto que su presencia resulta peligrosa para el orden democrático. 
Es en esta desigualdad esencial que se funda el esoterismo. Dios se ha revelado al hombre a través de los dogmas, pero mientras que la mayoría se conforma con la literalidad de los textos, la minoría en cambio los interpreta en su sentido simbólico. Valgan al respecto algunos ejemplos. La Biblia nos habla de una creación que ha durado seis días, pero el lenguaje simbólico del esoterismo los percibe como etapas cósmicas en donde cada día representa un ciclo que puede llegar a durar, medido temporalmente, millones de años. También se habla de infierno y de paraíso y el lenguaje vulgar al alcance del hombre de fe nos dice que cada uno de estos lugares tiene que ver con la conducta que se ha efectuado en esta vida en relación a la propia religión. Si se la ha aceptado y cumplido con sus preceptos se va al cielo y de lo contrario se ingresa al infierno. Sin embargo el esoterismo considera que no existe proporción alguna entre una falta temporal y un castigo eterno. Más bien la idea es que el infierno es la representación simbólica de aquella muerte en donde no se produce la resurrección, es decir la meta propia de esta vida que es la eternidad, representada simbólicamente por el cielo. Y se puede seguir.
Claro que los demócratas de todas las layas combatirán al esoterismo con una serie de excusas como por ejemplo: ¿Quién le ha dado al intuitivo la capacidad y autoridad para interpretar? Primera norma democrática por la que tiene que ser el pueblo o por sí o por sus representantes el que diga quien es el que sabe. Para concluir luego ¿Quién puede ver a Dios, al espíritu, a la eternidad si tales cosas no están al alcance de todo el mundo? Por lo tanto segunda norma democrática, es decir fe en aquella ciencia que está al alcance de todo el mundo.