UNA DERECHA IZQUIERDISTA

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La crisis producida en nuestra historia por el triunfo de la modernidad ha generado, entre las tantas cosas que sería largo enumerar, un verdadero estado de confusión y atontamiento colectivo por el que se tiende a confundir el significado de las palabras, aun de las más simples y elementales, que en cualquier época normal estuvieron siempre al alcance de todo el mundo.

Digamos al respecto que siempre supimos que ser de derecha significa sostener la soberanía de lo espiritual sobre lo material, y por lo tanto en la esfera pública del Estado sobre la nación y de la religión y lo trascendente por sobre lo simplemente secular y profano. A diferencia de la izquierda que sostiene exactamente lo contrario. Sin embargo en los últimos tiempos nos hemos topado con un fenómeno curioso y anacrónico surgido primeramente en el medio jonie, aunque con antecedentes en Europa, conocido como la alt right, es decir una derecha alternativa que pretendería ser la verdadera reputando que en cambio no lo sería la representada por la ideología liberal, en tanto sostenedora de un pensamiento globalizador y universalista (como si acaso el pensamiento tradicional y de derecha no fuese también universal y globalizador) el cual oficiaría de excusa para que ciertos sectores con intereses crematistas incrementen sus propias riquezas.

Tal argumentación es propia por ejemplo de sujetos como Bolsonaro para el cual sostener que el clima ha sido echado a perder por la acción corrosiva del hombre en contra de la naturaleza formaría parte de uno de los argumentos del marxismo cultural para impedir que las naciones prosperen económicamente y poder así sus mandantes, en este caso grupos de intereses multinacionales tales como el remanido Soros, en un mañana disfrutar de dichos recursos mantenidos en la hibernación debido a los sofismas ideológicos empleados. Nosotros queremos decir al respecto que tal teoría conspirativa es propia también de un señor llamado Carlos Marx. Para éste Jesús no habría venido al mundo para redimir al hombre del pecado sino para ocultarle a las grandes masas de explotados su condición de tales mediante un montaje relativo a la narración de la existencia de un paraíso o mundo nuevo por venir que no sería en esta vida sino en una diferente. Al respecto el fariseísmo judaico cuando acusa a Jesús de haber sido un fabulador que desviaba al judío de su lucha por la liberación nacional reputándose como un falso Mesías es el antecedcente claro de lo manifestado por el también judío Marx respecto del proletariado universal. No casualmente Trump y Bolsonaro, exponentes actuales de esta falsa derecha aleternativa, que tiene al Estado de Israel como a su modelo y que en ambos casos han resuelto reconocer a la ocupada Jerusalén como su capital, tienen un razonamiento similar por lo montajista. En este caso el Jesús fabulador y engañoso sería el por ellos llamado ‘marxismo cultural’ que engañaría al mundo respecto del invento del recalentamiento global y del daño ecológico. Trump y Bolsonaro sostienen que el cambio del clima no es producto de la acción del hombre sino que en tanto es Jeovah el encargado de preservar al planeta, lo que su creatura haga no puede impedir que tal cosa suceda. Y a su vez el dios bondadoso y protector nos ha brindado a diferentes mesías que nos advierten del engaño en que se nos quiere someter con la finalidad de que los grandes recursos del planeta permanezcan inexplotados y sean en todo caso otros los que los usufructúen. Del mismo modo que Marx fue el mesías que alertó de su engaño al proletariado universal, sujetos como Trump y Bolsonaro, exponentes de esta grotesca derecha alt, estereotipan tales conceptos, el primero mediante la extracción monumental de energía fósil desoyendo los acuerdos de París, del mismo modo que su discípulo cristiano sionista de Brasil incendia el Amazonas para convertirlo en tierra fértil para el ganado y la agricultura pues hay un dios bueno y  Jeovah que vela por el planeta.

En ambos casos, Marx por un lado y Bolsonaro y Trump por el otro, Jesús y el clima, son grandes relatos que alienan al hombre respecto de su fin esencial que es la economía como destino, es decir lo que resulta lo propio del pensamiento moderno.