FUNDAMENTALISMO O DEMOCRACIA: 


NUESTRA PLATAFORMA DE GOBIERNO



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Una vez más, ante la inminencia de un acto electoral, ritual propio de un sistema al cual la actual colonia de nombre Argentina se ha visto sometido luego de su espectacular derrota histórica de hace 37 años, es bueno recordar aquí cuál es la alternativa posible al desastre que se vive, siendo en realidad esto respecto de lo que debería elegirse aunque no fuese a través de ese fraude institucionalizado que es la democracia, el peor de los sistemas que pudo haber concebido la humanidad en sus fases terminales, lo cual sería una verdadera y propia contradicción.

Y digamos que, si bien en el mismo lo que menos se discuten son ideas, puesto que en razón de la actual decadencia todo queda remitido a los factores meramente animalescos y por ende emocionales, sin embargo de manera ficticia y para cubrir ciertas formas se finge un gran debate entre modalidades en apariencias antitéticas de concebir la política y todo aquello que de ella emane, tales como el liberalismo y el socialismo, ideologías ambas surgidas de la Revolución Francesa, es decir de aquella revuelta efectuada por el populacho ignorante soliviantado en su accionar por la avara burguesía, deseosa tan sólo de enriquecerse hasta límites inauditos. El gran dilema filosófico (pidiendo perdón a una ciencia tan noble como la filosofía) de estas dos expresiones ideológicas, que como decimos fingen un gran e interminable debate entre sí y que han ido conformando lo que hoy tramposamente se conoce como la izquierda y la derecha del sistema, es respecto de quién es el que debe gestionar la economía, tema éste en relación a lo cual lo demás queda reducido en forma absoluta. En un primer caso se postula que todo debe dejarse librado a la iniciativa privada, la cual en su accionar, si bien avarienta e insaciable por naturaleza propia, al ser llevada a una forma generalizada y colectiva daría paradojalmente como resultado el bienestar general y el ‘progreso’, del mismo modo que el narcotráfico practicado por un país de manera legal y compulsiva generaría también una enorme cantidad de riquezas. A lo cual la vertiente opuesta, el socialismo, contesta con razón que un avaro sólo busca su propio bienestar y no el de los demás, más aun cuando de lo que se trata es de un sujeto totalmente bestializado reducido a la dimensión estrecha y excluyente de aquel para el cual la economía representa su destino; por lo cual se contesta que debe ser el Estado el que se ocupe de gestionar la economía para obtener así el bienestar de todos. Pero henos aquí que el Estado socialista, en tanto también como el liberalismo lo ha reducido todo al factor económico sin subordinarlo a una entidad superior de carácter espiritual, tal como lo haría en cambio uno de corte tradicional, termina también y sin quererlo conservando esa misma avaricia y en forma multiplicada implementándola a través de la misma institución que gobierna la cual termina compuesta por una cantidad de sujetos inescrupulosos dispuestos a tomar por asalto los bienes de la sociedad en su conjunto utilizando para ello el instrumento que ejerce el monopolio de la fuerza y que paradojalmente debería haber existido para ejercer la justicia social. De tal modo hemos visto que el Estado socialista, cuando arribara al poder con la revolución rusa, fenómeno subsiguiente de la francesa, no se formuló suplantar el sistema del egoísmo económico institucionalizado inventado por la burguesía, el capitalismo, sino que por el contrario lo tomó como la forma propia de tal institución sustituyendo simplemente al burgués en tal tarea la que fue en cambio llevada a cabo por un conjunto de nuevos ricos que lo integraron. Hemos tenido así con el tiempo la sorpresa de percibir la existencia de ingentes fortunas constituidas en el seno de los Estados socialistas, como el ruso y el chino, las que, una vez que se consumara la parodia de la ‘caída del comunismo’ y del ‘muro de Berlín’, se difundieron por el mundo de manera escandalosa acaparando bienes y fortunas incalculables del mismo occidente capitalista y liberal y ocupando muchos de ellos los primeros lugares entre los más procaces multimillonarios del planeta. Acotemos que tal acumulación primitiva de capital por parte de los Estados socialistas se constituyó justamente a partir de lo formulado por el mismo Marx en El Capital, es decir a través de una explotación del trabajador a niveles que ni siquiera éste conociera en su estancia en la ciudad de Londres, cuna del capitalismo del siglo XIX.

Es de acotar sin embargo que con el tiempo estos dos sistemas trataron de conciliarse, tal como sucede ahora, debido a las tremendas injusticias que generaron y que los convertían en insoportables, demostrando así una vez más sus profundas cercanías y origen común. Fue así como el liberalismo individualista, que sostenía en sus formas extremas y anárquicas la lisa y llana supresión del Estado a fin de que el burgués no tuviese límite alguno en su capacidad de rapiña, fue morigerado por el neoliberalismo el cual aceptó una cierta intervención de éste para subsanar subsidiariamente aquello en lo cual la iniciativa privada no podía hallar una solución, en especial en esferas tales como la salud, la educación y el asistencialismo y a su vez el socialismo, a través de la socialdemocracia o el postcomunismo también moderó su intervencionismo estatal impidiendo un poco, aunque nunca del todo, que multimillonarios se pudiesen enriquecer monumentalmente con la utilización del órgano que rige a la comunidad en provecho propio. Es decir que los dos sistemas han interactuado entre sí y hemos dejado de tener, salvo algún caso aislado y marginal poco relevante, a un liberalismo o a un socialismo puro que confrontaran duramente y sin concesiones. Se ha abierto así la era de los pragmáticos en donde sea liberales como socialistas aplican doctrinas del campo contrario, como el intervencionismo estatal en un caso o la economía de mercado en el otro, sin inmutarse y dando prioridad al éxito sobre la verdad de la idea. Las peleas hoy se resuelven respecto de cuáles son los grados de intervención que debe tener el Estado en la economía y hasta dónde debe llegar la iniciativa privada. Se ha arribado así a un acuerdo en que sea el individuo como el Estado no deben intervenir absolutamente en todo y debe haber esferas propias para el accionar de cada uno.

Hoy vemos cómo estas dos expresiones gemelas de capitalismo moderno y burgués, manifestadas a nivel electoral a través de Macri que expresaría el neoliberalismo y Fernández que en cambio lo haría con la socialdemocracia, concuerdan en su mentado pragmatismo en hechos esenciales que seguidamente detallaremos.


La sumisión de la economía argentina a una moneda extranjera, la cual, además de menoscabar nuestra soberanía, limita la actividad productiva del país generando hambre y desocupación ya que es la que fija el valor de todo lo que existe y su escasez o carencia puede impedir la realización de procesos productivos. Presenciamos de este modo el caso curioso de que un país extranjero, los EEUU, emite dinero a su antojo sin respaldo alguno y, con el aval de los distintos gobiernos del planeta, incluso comunistas, establece el valor de todo lo existente dándose así casos increíbles de que importantes bienes económicos de una nación son livianamente entregados a cambio de un papel pintado carente de cualquier valor intrínseco. Los países comunistas o neocomunistas, a través de sus multimillonarios de origen estatal, a su vez han hecho acopio de tal divisa con la finalidad de producir compras monumentales de bienes en los países ‘capitalistas’ del occidente degenerado actuando de tal manera como cómplices de tal sistema estafador. Un movimiento fundamentalista propondría como primera medida la eliminación de tal moneda de nuestro mercado de bienes reputando como delito altamente penable el tráfico ilegal de la misma así como de otro medio de pago extranjero, siendo el Estado el único organismo de efectuar su acopio en caso de ingreso al país y de establecer su valor respecto de nuestra moneda. Es decir prohibir el mercado cambiario y que solamente el Estado sea el encargado de mercar con la moneda extranjera permitiendo su compra solamente en casos particulares y debidamente fundados.


El desarrollo ilimitado de la tecnología moderna ha abierto paso a procesos de robotización de la actividad económica por los cuales hoy en día varios puestos laborales han sido suplantados por máquinas generándose de este modo un impulso galopante hacia la desocupación. Paradojalmente se presencia un fenómeno que confabula conjuntamente con este desarrollo de desorden laboral producido por la robotización. Nos referimos al avance cada vez mayor del movimiento feminista promovido por ambas ideologías modernas antes mentadas que apuntan cada vez más al igualitarismo de derechos entre el hombre y la mujer, de modo tal que se reputa como una gran conquista que la mujer ingrese aluvionalmente al mundo del trabajo abandonando su función doméstica y de crianza de los hijos siendo también ello suplantado o por máquinas o por organismos masificadores como las guarderías. El retorno de la mujer al hogar, el combate contra el feminismo reputando la necesaria desigualdad entre hombre y mujer, repudiando como antinatural la ideología de género, deben ser consignas esenciales de un movimiento fundamentalista alternativo. Para ello es indispensable acudir a dos medidas concurrentes. La primera de ellas es la de desintoxicar al hombre de necesidades superfluas a fin de que el consumo no sea el factor inducido artificialmente por el capitalismo para no detener su producción alocada, sino reducido a lo estrictamente necesario a fin de que el salario del cónyuge alcance para cubrir las necesidades de la totalidad de la familia. En segundo lugar y en función de ello elevar el salario a fin de que sea suficiente para cubrir las necesidades de la totalidad del grupo familiar. Aceptar el trabajo de la mujer solamente en casos excepcionales al tratarse de talentos, pero en los demás reducirlo a lo mínimo posible e implementar políticas que así lo dispongan.


Determinada siempre por la economía como destino la sociedad moderna ha implementado lo que se ha venido a conocer como la revolución sexual, complemento y accesorio de otras tantas expresiones de desenfreno instintivo como el consumismo y el materialismo, que son correlatos indispensables para el proceso de la producción alocada. El sexo se ha convertido así en una mercancía que produce inmensas ganancias habiéndose apartado de su fin esencial cual es la reproducción de la especie para convertirse en un simple instrumento productor de placeres y goces inauditos e interminables. Es dentro de esta temática que nosotros combatimos el aborto promovido en forma expresa o implícita por ambas ideologías que bregan por la libertad ilimitada del hombre a través de sus apetitos e instintos. Sin embargo contraponerse al mismo con la consigna de la mera defensa de la vida resulta un hecho contraproducente y contrario al sentido común teniendo en cuenta que el aumento desproporcionado de la población mundial junto a la carencia cada vez mayor de recursos en el planeta pueden conducirnos a una catástrofe ecológica de grandes dimensiones. El aborto tiene que ser combatido como parte de una lucha sin claudicaciones en contra de la revolución sexual. El sexo tiene que ser encuadrado dentro del matrimonio y en función de la reproducción de la especie. Promover a su respecto conductas tales como la virginidad prenupcial, la castidad, la abstinencia. Los antiabortistas hoy combaten en contra del aborto solamente solicitando que no se apruebe una ley a su favor, pero dejan intacto el medio en el cual tal medida se alimenta que es la campaña sexualizadora en donde el desnudo de la mujer y la promiscuidad promovida por los grandes medios son elementos coadyuvantes de embarazos no deseados. Recordemos además que el aborto ilegal hoy existe ampliamente y que sólo no lo practican los sectores de escasos recursos produciéndose de este modo la paradoja de que los que más se reproducen por tal razón son los sectores menos dotados cultural y socialmente y en cambio se limitan los nacimientos de los mejores. Para ello proponemos una estricta censura en los medios de difusión como el cine, la televisión y el Internet, combatiendo sus campañas hacia la liberación sexual así como la promoción expresa y escandalosa de la homosexualidad y otras desviaciones sexuales calificadas cínicamente como pluralidad de géneros. Volver a vestir a la mujer. Debe combatirse el deseo exhibicionista promovido expresamente por el feminismo el cual tiene como correlato el aumento desaforado de los delitos sexuales.


El desorden capitalista en sus dos variantes ideológicas antes mentadas ha significado también como agregado a ello el incremento del daño del planeta. Así como el liberalismo considera que dejando librado al hombre a sus caprichos y apetitos, como resultado se obtiene el bienestar de la humanidad toda, reputa también que no existe posibilidad alguna de que la explotación ilimitada de los recursos naturales pueda producir como consecuencia daños irreparables en el clima y el medio ambiente. Y a pesar de las evidencias en contrario, el capitalismo depredador ha acudido a sofismas científicos, tales como los que se emplearan tiempo atrás para demostrar que el tabaco no sólo no producía cáncer sino incluso era beneficioso para la salud; del mismo modo ahora hacen decir a determinados ‘científicos’ que lo que padecemos actualmente son ciclos cósmicos como existieran en otras épocas pero que de ninguna manera se puede poner límite alguno a la ganancia del capitalista. Impulsar y apoyar al movimiento ecologista debe ser una postura sostenida sin más por un movimiento alternativo. El ecologismo sostiene además como correlato de su lucha en contra de la contaminación, una reducción de la actividad consumista del hombre y un retorno a prácticas de mayor contacto con la naturaleza tales como existieran en épocas anteriores y más normales de nuestra humanidad. Paradojalmente hemos presenciado el absurdo de que este movimiento ha sido asumido hoy por agrupaciones de izquierda las que por su origen deberían ser cerradamente contrarias al mismo y promotoras de la producción industrial. La pretendida derecha alternativa, la que lamentablemente hoy no existe como tal, en cambio lo condena como una conspiración efectuada por movimientos globalizadores que pretenderían quedarse con los recursos a los que se solicita no explotar. Al respecto nos oponemos abiertamente al emprendimiento de Vaca Muerta y su aplicación del fracking para la extracción de combustible fósil tal como proponen en connivencia sea liberales macristas comos socialistas fernandistas.


Por último y como medida esencial que permitiría la realización de este programa proponemos la derogación del actual sistema democrático fraudulento. Terminar con el voto numérico y sin calificación de las personas. Instaurar una dictadura que dure provisoriamente hasta lograr desintoxicar al ciudadano de tanta subversión moderna que en nuestro caso lleva más de 200 años de historia ha producido el lastre que hoy vivimos.


CENTRO EVOLIANO DE AMÉRICA