La Iglesia Democrático Humanista Ecuménica

 

La que fuera en el pasado la Santa Iglesia Católica Apostólica Romana perdió definitivamente el rumbo entre 1962 a 1965, con el Concilio Vaticano II, culminando así un largo periodo de enfermedad y descomposición, que de hecho, llevaba siglos. El concilio no tuvo otro objetivo que destruir lo poco que le quedaba de legítimo y funcional a aquella Iglesia, es decir, sus rituales sacramentales, bautismo, eucaristía, confesión, etc. De ese concilio emergió, como señala Rama P. Coomaraswamy en su libro La destrucción de la Tradición Cristiana, “un ente distinto”, una institución que podríamos llamar impostora, pues desde entonces ha pretendido ser la misma Iglesia  de siempre, pero “actualizada”,  agiornada a los tiempos modernos, cuando en realidad es una Anti-Iglesia, que desde Juan XXIII y hasta Bergoglio, ha venido gestando una pseudo religión con pretensiones de alcance mundial  y totalmente alineada con la postmodernidad, de la cual está terminando de afinar las etapas finales el actual papa.
Los Papas post conciliares, traicionaron todos, el juramento que hacia el Papa elegido, al aceptar ser el Vicario de Cristo, no modificando en nada rituales y doctrina, que fue justo lo que se hizo durante el Concilio, cambiando así la naturaleza de los sacramentos, perdiendo su efectividad espiritual. Pero no era suficiente, había que seguir poco a poco con esta labor, que ha tomado medio siglo más, para que ahora, el próximo 14 de mayo, curiosamente en el aniversario de la fundación del estado sionista de Israel, se celebre en el Vaticano la cumbre por el Pacto Educativo Global, de la que podríamos anticipar surgirá ya sin disimulo alguno, la que hemos llamado provisionalmente la Iglesia Democrático Humanista Ecuménica, una especie de ONG de la religión mundial, avocada a la “igualdad de todos frente a dios”, defender los “derechos humanos”, todo en unión “ecuménica” con las “religiones” del mundo, incluyendo sin distinción a protestantes, anglicanos, judíos (nuestros “hermanos mayores” -como los llamó Benedicto XVI-, hindúes, budistas, musulmanes; todos desde luego de mentalidad moderna, esto, es, aquellos que no tienen un entendimiento claro y bien fundamentado de lo que significan sus propias religiones.
Esto es en esencia lo opuesto exacto a la Unidad Trascendente de las Religiones; un sincretismo globalista y vulgarizador de lo espiritual y religioso, llevando el fenómeno -que Oswald Spengler calificó de la segunda religiosidad, y que Julius Evola amplía y explica en su obra Cabalgar el Tigre-, a un nivel de institucionalidad, consolidándolo mayormente en torno al Vaticano.
Los creyentes, en su inmensa mayoría, no se han dado cuenta de nada de ello. Esta pseudo Iglesia falsamente ecuménica y universal, es parte importante del engranaje postmoderno y comparte en todo, sus concepciones, para lograr sus objetivos anti y contra tradicionales, que pretende llevar a sus últimas consecuencias. En lugar de buscar salvar almas, ayudará muy eficientemente a perderlas.

Francisco Galarza
Marzo de 2020.