¿Por qué al hombre moderno le es tan incómodo el confinamiento?



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Tras la ya declarada oficialmente pandemia del COVID-19,muchos gobiernos están adoptando medidas de confinamiento forzoso para evitar la expansión del virus, no obstante aparte de la mortalidad y las cifras de infectados, las "políticas de contención" están teniendo un efecto colateral no esperado que aunque haya pasado desapercibido para los Mass Media, resulta muy interesante analizarlo.


La insoportabilidad de la modernidad sin alienaciones
Suspendidos actos deportivos,y separado el hombre moderno de poder ostentar de logros materiales pasajeros, el confinamiento se convierte en un ejercicio súmamente complicado de supervivencia para el hombre moderno, en primer lugar porque ha de asumir la levedad de su existencia, su fugacidad en este mundo y como el dinero queda relegado a un segundo plano, hecho que es en sí para una persona que ha rendido culto al oro como "modus vivendi" un trauma.

El síndrome del esclavo del trabajo y la obsesión por el hedonismo
Cuando el hombre moderno se enfrenta a una situación pseudo-heremítica comienza a hacer aguas, ya que uno de los peores enemigos del hombre moderno,es este mismo, su vacío interior que antes se ocupaba con ostentosos logros en redes sociales y halardes de logros laborales y viajes se ve truncado y se debe de enfrentar a su propio vacío que permaneció cubierto parcialmente por todo tipo de alienaciones, no es de extrañar que en muchos casos el hombre moderno experimente neurosis y hasta eche de menos volver a su "rutina laboral" de la cual en una situación normal se quejaría y ansiaría las vacaciones.

Otra de las flaquezas del hombre moderno, actualmente es su hedonismo endémico, y es que el deporte que fue antaño un ejercicio noble y con un profundo sentido espiritual, actualmente se ha mercantilizado o convertido directamente en ostentación de hedonismo como consecuencia de la pansexualización masiva del globalismo. El shock pues puede ser traumático por eso vemos a "runners" en situaciones ridículas, intentando correr "clandestinamente" con el fin de seguir saciando su ego. Ya que el sentido de su existencia espiritual es nulo y lo han sustituido por un culto al cuerpo del que han hecho centro de su reputación social. Esta reputación necesita la aprobación constante a modo de limosna.


En definitiva, el hombre moderno occidental ha dado muestras que es un "gigante con pies de barro" en el caso de España han bastado 20 días de confinamiento y con internet y aún sin racionamiento se ven síntomas de personas profundamente desquiciadas, las cuales no tienen inquietud por aprovechar el tiempo aprendiendo y que al menos en algunos casos han experimentado shocks, y es que el peor enemigo del hombre moderno es, él mismo, solo si este se reencuentra con su espiritualidad descubrirá la futilidad de las cosas materiales y por consiguiente podrá valorar la trascendencia espiritual de su existencia, mientras que eso no pase, solo podremos apreciar a un hombre desnudo ante un espejo que se ruboriza e intenta engañar a imagen y semejanza del cuento del "Emperador desnudo"


Lo curioso de este estado de cosas, es que no hemos ni llegado al límite real de lo que puede ser un confinamiento real y calificándolo real refiriéndome con ello al confinamiento en toda su crudeza,sin internet con cortes de agua y luz y sin televisión alienante. Sin embargo las antaño "patas del gigante" son tan frágiles que aún con unas "privaciones" no esenciales, la moral colectiva cae estrepitósamente, ya que el hombre moderno se encuentra en una situación similar a la del famoso "Síndrome de Estocolmo" por lo tanto siente un insano amor a todo aquello que daña su esencia espiritual y hasta una adicción.


Concluyendo este texto, no hay que olvidar que lejos de ser una situación desesperada, el hombre desde tiempos de la edad media ya se enfrentó a asedios prolongados y cercos que duraban meses y años, lejos de venirse abajo o abatirse la moral muchas veces sus fortalezas espirituales reforzaban su capacidad de resistencia, desgraciadamente vemos como en el caso de España 20 días de confinamiento han bastado para dejar al desnudo todas las flaquezas inseguridades e hipocresías del hombre moderno y por consiguiente en desmentir su supuesta fortaleza, la cual solo se manifiesta en guerras lejanas que salen por la televisión con soldados pagados con sus impuestos a modo de mercenarios y como meros espectadores pasivos de un "espectáculo" a modo de producción de Hollywood.


Guillermo Fernández González