ACABAR CON EVOLA

 

Cuando el premier israelí Ariel Sharon, en los inicios de este nuevo milenio, recibía en Jerusalén al post fascista italiano Gianfranco Fini, como paso imprescindible para apuntalar su ascendente carrera política a fin de que se convirtiese en el seguro sucesor de Berlusconi, con suma claridad y sin ningún subterfugio le dio a entender que, como colaboración principal hacia la causa moderna que ambos compartían, no era suficiente con endosar el kipá, tampoco lo era obtener que el nuevo fascismo europeo que él representaba declarara a Israel como el bastión de los valores de la raza blanca en el Oriente. Había que hacer algo mucho más importante, había que terminar con la herencia de Evola en el seno de tal movimiento. Esa figura tan molesta de la cual Israel venía ocupándose desde hace tanto tiempo.
En 1998, es decir once años atrás y algunos antes de que Fini recibiera estas perentorias indicaciones por parte del líder hebreo, gracias al internet que estaba comenzando a imponerse como modalidad de debate, un grupo judío ortodoxo con sede en Buenos Aires aunque en un foro de la ciudad española de Valencia (1) y fanáticamente guénoniano, si bien perteneciente a lo que Evola calificara en vida como la 'escolástica' de tal sector, así argumentaba respecto de quienes objetábamos el dominio de Israel tomándolo al pensador  italiano como nuestro principal mentor.
"Existen figuras 'voluntaristas' e 'historicistas' como Evola y su seguidor argentino Marcos Ghio quienes, incurriendo en un 'satanismo'(2), consideran que la historia posee una realidad de la que carece por completo, al igual que toda manifestación en su conjunto que es nada más que ilusión en tanto producto de un acto de apartamiento respecto de Dios...
Jehová,  que creó el mundo, tuvo que hacer frente a la rebeldía de Adán que consistió en apartarse de la verdad y generar un universo de ilusiones y temporalidades por el cual el hombre pasa de su condición de 'Rey del mundo' para el que había sido generado a 'Polvo de la tierra'...
Es indispensable pues, para salir de tal situación que, en vez de revolcarse en el polvo de la historia y la temporalidad, tal como hacen los aludidos, se trate de 'retornar al Paraíso del que Adán fue expulsado'. En el mismo es Jehová y no el hombre el que gobierna; lo cual en el fondo no deja de ser una ilusión, tal como lo dice la Biblia, en la que, en tanto transmuta la naturaleza más íntima de Abram y Sarai convirtiéndolos en Abraham y Sarah, demuestra de tal manera la imprescindible mediación de una influencia supra-humana (la de Jehová)."
Y frente a los que 'satánicamente' nos oponíamos a tal 'mediación' ésta era la sabia respuesta de los ortodoxos guénonianos:
"Hasta que algo similar ocurra (es decir la aludida acción suprahumana) pretender que nuestra vieja época 'engendre' (es decir que la humanidad intente liberarse de Israel) es tan ridículo como suponer que una anciana pueda parir... La dignidad del viejo (es decir de todos nosotros) consiste en cambio en prepararse (más bien resignarse) para la muerte inevitable." Es decir que, a través de una verdadera falsificación y acomodamiento a los propios intereses de la obra de Guénon, el argumento del grupo judío ortodoxo resulta el siguiente. "No es verdad que Israel pretende gobernar el mundo, porque se trata todo de una ilusión como el tiempo mismo. Frente a la misma debemos mantenernos en un estado de pasividad, sin hacer nada ni protestar contra sus pretendidos atropellos pues ello sería satanismo, voluntarismo, historicismo, es decir querer revolcarse en un polvo de ilusiones".
Por último, y para hacer frente a nuestras 'preocupaciones morales' por querer evitar la aludida esclavitud, reputan oportuno recurrir al pensamiento de su filósofo Maimónides para el cual, siempre interpretando la Biblia, el bien y el mal son categorías que existen solamente cuando el hombre se aparta de Jehová. Antes de la rebeldía, en el Paraíso solamente se conocía el árbol de la Verdad, pero cuando Adán se aleja de Dios pasa a conocer solamente el 'árbol del bien y del mal', lo cual es el producto de una imperfección. Pues lo que el hombre deja de ver tras la caída es que todo lo que existe es en el fondo querido por Jehová y producto de su voluntad, aun los mismos desórdenes que son en el fondo necesarios en tanto forman parte del orden total. Él no comprende que, a pesar de su rebeldía, Dios, que es absoluto, sigue rigiendo el mundo haciéndolo incluso a través de esos desórdenes que hacen a su sabio gobierno de las cosas. Por ejemplo, protestar porque Israel masacra al pueblo palestino y decir que por ello mismo es malo, es el producto de 'la incapacidad de considerar las cosas desde un punto de vista más elevado', el del orden universal para el cual todo es querido por Jehová aun lo que se nos aparece como malo.
Pero no nos creamos que, a pesar de haber sucedido esto en 1998, el grupo haya dejado de actuar y se haya llamado a silencio; la máxima de acabar con Evola sigue más vigente que nunca. Tiempo atrás, siempre en Buenos Aires, y hasta con la colaboración de algún 'neofascista' del estilo de Fini, se ha comenzado a publicar una Revista de Estudios Tradicionales que no es otra cosa que una traducción de la que se editara en la ciudad de Turín, Italia, entre las décadas de 1960 y 1970. Esta revista resulta difícil de conseguir pues no se halla en librerías, aunque sí se la puede encontrar en la sede central de la Masonería argentina de la calle Cangallo (hoy Perón). La misma reproduce frecuentemente artículos que llevan la firma de un guénoniano masón y sufí que utiliza entre otros los pseudónimos de Giovanni Ponte y Pietro Nutrizio (3). El contenido de sus artículos es muy similar a los sustentados por el grupo judío ortodoxo antes aludido. De acuerdo a sus escritos, Evola se trataría de un mago negro, titánico, satanista, voluntarista y falsificador del concepto de tradición que según él solamente Guénon habría sustentado de manera correcta. Lo que sí es notorio en todos estos artículos es la profunda mala fe que campea en los mismos por la cual se le atribuyen a nuestro autor cosas que jamás dijo e intenciones que nunca ha tenido. Como las que aparecen en la nota firmada por Nutrizio, Guénon contra Evola, en donde se acusa a este último de querer utilizar a la figura del francés con finalidades políticas que en ningún momento sustentó en tanto que en la totalidad de sus obras ha manifestado expresamente la apolieia, es decir la prescindencia absoluta de participar en cualquier tipo de actividad partidista. Lo que sí es que en ningún caso, utilizando los argumentos antes mentados, el hecho de sostener tal prescindencia debe implicar el silencio y la renuncia a efectuar una tarea rectificatoria de los acontecimientos, tal como sugieren aquellos que, al querer acabar con Evola, como sostenía Sharon, desean tener las manos libres para seguir cometiendo sus tropelías por el mundo sin que haya personas que se le opongan.

(1) Esto se editaba en una página de internet titulada "Difusión Traditio" de Valencia y que dirigía un tal Paco Miñarro, en ese entonces guénoniano y masón, y que manifestara expresamente estar de acuerdo con lo dicho por sus pares judíos. Hoy ya no pensaría exactamente lo mismo en tanto que, posiblemente cansado por la espera de una 'mediación sobrehumana' que nunca habría llegado, habría decidido convertirse sin más al ateísmo. El n.º de nota que aquí citamos es el 64. Ignoramos si se puede todavía encontrar en internet.
(2) Siempre en consonancia con la postura judío-ortodoxa de calificar a Evola como satanista por no querer reconocer el dominio de Jehová en el universo, debe recordarse un calificativo similar emitido por la revista lefevrista Iesuscristus en 1997 simplemente porque el autor no quería que la Italia fascista se sometiese al influjo del Vaticano como ellos en cambio deserían que sucediese en todos los países.
(3) Julius Evola tuvo ocasión de rebatir al aludido grupo a raíz de un artículo malicioso y falsificador que, bajo la firma de Ponte, intentaba malinterpretar su fundamental obra sobre el buddhismo pâli, La doctrina del Despertar. Esta crítica fue luego refutada por otro escrito del mismo tenor, titulado Evola o el rinoceronte en el asfalto. Debido a que en ambos casos se utilizaba un pseudónimo esto hizo confundir a nuestro autor quien creyó que el aludido Ponte se trataba de un juez en actividad. (Véase J. Evola, René Guénon y la escolástica guénoniana, en El Arco y la Clava, Ed. Heracles, 1999, pg. 277).

Marcos Ghio
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