ARGENTINA:
LA MUERTE DEL CAPITÁN BONZO

 

Quizás los hechos distractivos de estos días, relativos a las cretinizantes campañas electorales que se incrementan siempre más, nos hayan hecho perder otra vez la percepción respecto de la trascendencia de ciertos acontecimientos paradigmáticos que suceden ante la indiferencia colectiva.
Días pasados murió casi en silencio el capitán Bonzo. Bonzo fue un militar famoso por no haber hecho honor al nombre que llevaba consigo. Ante una posibilidad similar que se le presentara hace unos 27 años, prefirió  no tomar la misma decisión del capitán del Graf Spee en el Río de la Plata. Decidió en cambio abandonar el crucero Gral. Belgrano que se hundía bajo su mando, aunque no vacío como el buque del germánico, sino con más de trescientos de sus hombres a bordo, y preservar así su vida para poder dar más tarde conferencias explicando al mundo entero sobre la manera cómo un torpedo británico le hundió el barco brindándonos así detalles significativos respecto de que ello sucediera 'afuera de la zona de exclusión' y violando leyes internacionales muy importantes. De este modo fue que Bonzo, luego de tan intensa actividad, pudo morirse en la cama y su deceso coincide simbólicamente por su cercanía en el tiempo con el de otro significativo político de esa era cual fuera el malhabido ex presidente Alfonsín.
Nosotros en todos estos años nos hemos preguntado varias veces qué hubiera sucedido con la historia argentina si Bonzo hubiese muerto realmente como un bonzo, es decir acompañando a su barco y a sus hombres hacia las profundidades del mar, tal como hiciera -decíamos- el capitán del Graf Spee, cumpliendo así con una antigua tradición de la marina de guerra. Y más todavía qué hubiera pasado si otros oficiales en nuestras Malvinas, imitándolo en ese mismo ejemplo, hubieran renunciado a rendirse y se hubieran entregado muertos con el último aliento antes de tener que desfilar sin armas frente a las cámaras de la televisión enemiga. Claro que estos últimos pueden alegar en su favor el haber sido 'católicos' y por lo tanto haberle hecho caso a su máxima autoridad, el papa Wojtyla, quien les recomendara, en el mismo momento en que se combatía la batalla decisiva, es decir luego de que el Belgrano fuera hundido, privilegiar la 'vida' y la 'paz' antes que el honor y la victoria. En la misma coherencia con el espíritu de Bonzo ha sido el tener que ver luego, e incluso en estos mismos días, el lamentable espectáculo de tantos 'héroes de Malvinas' que 'optaron por la paz' fundando partidos políticos, participando de contiendas electorales nada riesgosas y hasta de las más turbias y corruptas componendas que se recuerden. Todo ello en consonancia natural con la 'vida' que entonces se privilegió.
Pero a pesar del desinterés hoy reinante, habría que recordar aquí que sin héroes no se fraguan las naciones y que una sociedad carente de tales seres se disuelve convirtiéndose como ahora en un simple mercado competitivo de intercambios y de placeres sin límite (no por casualidad luego de Malvinas pasamos a constituir el Mercosur), es decir, en una sociedad burguesa que estalla en 'paz' y en 'vida'. Y al respecto digamos que Bonzo y los hombres que después lo imitaron tuvieron una oportunidad única que no supieron aprovechar, de esas que se presentan una sola vez en la vida, la de poder haber llegado a ser paradigmas y modelos para los demás con su ejemplo, lo cual obviamente que hubiera sido mucho más importante que sus conferencias explicativas y sus reclamos por la observancia de leyes y derechos que tienen por único inconveniente el de que jamás se cumplen. Hubieran podido señalar así a las generaciones posteriores y aun a aquellas que en su momento los acompañaron con grandes expectativas que la vida no es todo, sino apenas un accidente que no tiene por qué ser privilegiado, que hay valores más altos que ella, tales como el honor, la dignidad, el heroísmo, la Patria misma y que para que ésta se perpetúe en el tiempo es indispensable que al menos cada tres generaciones se produzca una camada de héroes. Para tantos jóvenes hoy volcados a la droga, la prostitución y la vida vana y fácil, es decir la más vacía y conflictiva, Bonzo hubiera podido convertirse en un paradigma al poder mostrarles, a través de su ejemplo, que existe una dimensión superior por la cual vivir y más aun morir. Pero lamentablemente lo estaba esperando un lecho muy confortable, el que ahora acaba de dejar.

Marcos Ghio
Buenos Aires, 11/05/09

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