EL CRISTIANISMO SIONISTA

                     

Hacíamos notar que en los últimos tiempos hemos presenciado una verdadera modificación en los alineamientos ideológicos que siempre se han conocido. Así pues, si por un lado hemos resaltado el hecho significativo de que los sectores fundamentalistas islámicos, que sostienen consignas tales como el retorno de la mujer al hogar, su salida del mundo del trabajo, así como el ocultamiento público de su cuerpo, reciben el apoyo de los sectores de la extrema izquierda progresista; por el otro inversamente grupos caracterizados por ser tradicionalmente antijudíos, nazis y racistas, o simplemente pertenecientes a la “derecha reaccionaria”, hoy están apoyando abierta o implícitamente al Estado de Israel en su lucha en contra del Islam al cual, hacíamos notar, en un reciente “Congreso de la raza blanca” se califica como el peor de todos los enemigos de tal grupo étnico, al cual ellos dicen representar.
De la misma manera ha sido hasta hace muy poco un dogma casi aceptado universalmente que el apoyo incondicional que recibe el Estado de Israel por parte del gobierno de los Estados Unidos y de su presidente se debe principalmente a la muy numerosa colectividad judaica que posee en su seno. Sin embargo se ha hecho notar en otra oportunidad que importantes sectores religiosos ortodoxos de la misma, nucleados en el grupo Naturei Karta, cuya principal sede se encuentra en la ciudad de Nueva York, han calificado al Estado de Israel como una verdadera “abominación” y se han encolumnado abiertamente del lado del fundamentalismo islámico en su lucha por derrotarlo. Y es curioso constatar también que el principal apoyo doctrinario y “teológico” que recibe hoy en día la dirigencia norteamericana para justificar su absoluto alineamiento con tal siniestra institución provenga principalmente de sectores cristianos agrupados en el CUFI (Christians United for Israel), importante e influyente núcleo de la sociedad norteamericana y al cual pertenece el mismo presidente Bush, que agrupa a unas treinta iglesias evangélicas. Han sido muy interesantes al respecto las declaraciones del pastor John Hagee, titular de tal organismo. “Obstaculizar la lucha de Israel en contra del fundamentalismo islámico representado por Hamas y Hezbollah entre otros, manifestó vehementemente, va en contra de las indicaciones de la política exterior de Dios”, al tiempo que explicaba que su mega-Iglesia tejana, Cornerstone Church, debe ser calificada abiertamente como “cristiano sionista”. “El Estado de Israel, afirma Hagee, debe ser protegido incondicionalmente no sólo por razones de seguridad, sino porque posee un mandato bíblico de posesión de tal tierra”. El pueblo judío es el “pueblo elegido” y por tal razón “Todos los hombres serán juzgados por sus acciones en relación con el mismo”, tal como dice el Génesis: “Bendeciré a los que te bendicen y maldeciré a los que te maldicen”. Obviamente que para el pastor Hagee el presidente Bush representa el modelo a imitar. “Al haberse convertido Bush en el más gran amigo de Israel, está llevando a nuestra nación al cumplimiento del mandato bíblico, demostrando así que Dios le ha asignado una función providencial”.
Simultáneamente con tal desaforada exaltación ha emprendido una poderosa campaña dirigida a presionar a los diputados a fin de que extremen sus apoyos a la causa sionista. “Descubre la orientación religiosa de tus diputados, reza el slogan del CUFI, sólo son verdaderamente cristianos aquellos en cuyos discursos se incluyen las frases tales como: ‘basta de ceder territorio’ y ‘derecho a la autodefensa’”. En el 2005 Hagee, ofendido por el retiro israelí de Gaza, manifestó textualmente que tal actitud “viola la palabra de Dios”. Y con respecto a Irán las posturas del mismo no han podido ser menos categóricas y extremistas. “Con tales miserables la diplomacia y la razón no sirven. La única manera de detenerlo a Ahmadinejad es un ataque preventivo”.
Según ciertas investigaciones, los cristianos sionistas son más de 20 millones en los Estados Unidos, es decir que hay más que en Israel y además, de los 50 millones de evangélicos que hay en aquel país, se considera que las tres cuartas partes de los mismos considera que la creación de Israel representa la realización de las profecías bíblicas. Con tal porcentaje, sumado ello a la importante colectividad judía que existe en los Estados Unidos, hablar mal de Israel en tal país significa para un político perder las elecciones.
Si esta actitud la asociamos a la postura sectaria que sectores católicos integristas han asumido en relación al fundamentalismo islámico, respecto del cual secretamente prefieren la causa de Israel, se hace perfectamente claro a quiénes se refiere aquel sector cuando habla de luchar no sólo contra los sionistas sino también en contra de los Cruzados.

Buenos Aires, 31-7-06